Mamá ¿Quién de los dos es mi papá?

Mamá ¿Quién de los dos es mi papá?ES

Romance
Última atualização: 2025-11-11
Angellyna Merida  Atualizado agora
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10
1563 Avaliações
88Capítulos
26.4Kleituras
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Resumo
Índice

Amelia lo dio todo por un amor que la destrozó. Tras firmar el divorcio, una noche de pasión con un misterioso desconocido le dejó la mayor bendición y el mayor secreto de su vida: un hijo genio. Años después, su regreso desata una guerra entre dos titanes: su exmarido, obsesionado por reconquistarla, y el CEO frío que jamás olvidó aquella noche... y que ahora reconoce sus propios ojos en el niño. Amelia ya no es la mujer sumisa de antaño. Pero ¿logrará proteger a su hijo de un pasado que amenaza con devorarlos? ¿Y si Teo con su agilidad mental, descubre antes que nadie quién es su verdadero padre? Aviso legal: Esta es una obra de ficción. Los personajes, nombres, lugares, empresas, situaciones y eventos descritos son producto de la imaginación de la autora o se usan ficticiamente. Cualquier semejanza con personas reales, vivas o muertas, o con hechos reales, es pura coincidencia. Todos los derechos reservados. Este libro y su contenido están protegidos por las leyes internacionales de derechos de autor. Queda prohibida la reproducción total o parcial, distribución, venta, adaptación, traducción o cualquier tipo de uso no autorizado de esta obra por cualquier medio o formato, sin el consentimiento previo y por escrito de la autora. Obra registrada en Safecreative bajo el código: 2509XXXXX8798. 01/09/2025

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Capítulo 1

Cap. 1: ¿Esposa trofeo?

Cinco años de matrimonio... y lo único que conseguí fue oír cómo me llamaba su "trofeo".

La luz de las arañas de cristal estallaba en destellos sobre copas de champán y bordados de seda. El salón vibraba con risas moderadas y discursos suaves.

Amelia Navarro lucía un vestido de raso blanco perlado con el collar de diamantes sobre su clavícula —el mismo que su esposo le había obsequiado en una subasta el mes pasado. 

Sonreía como tantas veces lo había hecho en los innumerables eventos e interpretaba el papel de la esposa perfecta.

A su lado, Lisandro, su esposo,  conversaba con soltura, deslizándose con naturalidad entre figuras de influencia. 

Amelia lo admiraba. Lo había hecho desde que tenía veinte años. Para ella, él era el centro de su mundo. Todo en él irradiaba seguridad, prestigio, éxito.

Amelia captó el fugaz destello de orgullo en los ojos de Lisandro cuando oyó a los demás elogiar a su esposa, y una sonrisa se dibujó en sus labios.

Durante cinco años había aprendido a leer sus gestos, a actuar según sus silencios. Sabía cuándo acercarse, cuándo callar, cuándo retirarse sin hacer ruido. 

Lo amaba y sabía que él también.

De repente,  sintió una punzada en los tobillos y se inclinó levemente hacia él.

—Voy a tomar un poco de aire —murmuró.

Lisandro no giró el rostro. Solo asintió, apenas, mientras reía con un senador. Pero para Amelia, bastaba.

Cruzó el salón con elegancia medida, la misma que Lisandro le había enseñado a perfeccionar. 

Empujó suavemente las puertas de cristal que daban a la terraza. El aire nocturno acarició su rostro y por un momento, respiró con libertad.

Estuvo unos minutos ahí contemplando el anochecer, luego fue al tocador y al regresar justo cuando iba a empujar una de las puertas una voz familiar y grave la detuvo en seco.

—Vamos, Gerardo —decía con una risa breve—, no me vengas con eso de la “felicidad conyugal”… Eso suena bonito en discursos, pero en la vida real no funciona.

Era Lisandro.

Amelia frunció el ceño ligeramente y se detuvo detrás de una de las columnas. 

—¿Qué pasa? ¿Te casaste por conveniencia? —rió Gerardo, levantando su copa.

—¿Y tú no? —replicó Lisandro con sarcasmo—. Mira, Amelia es perfecta. Tiene buena figura, modales, viste como debe. No molesta. No opina demasiado. Es… funcional.

El corazón de Amelia dio un vuelco seco. Se apoyó contra la pared.

—Además, ¿qué más se necesita? —continuó Lisandro—. Amor es para la gente que no tiene agenda. Nosotros necesitamos una mujer que sume imagen, que sepa cuándo hablar y cuándo callar. Un trofeo, Gerardo. Uno que se exhibe donde conviene y se guarda donde estorba. Y Amelia... bueno, ha sido bastante dócil. Estoy satisfecho.

«Un Trofeo. Una esposa funcional. Una mujer dócil»

Cada palabra fue como si le clavara una estaca en el corazón. 

Amelia sintió que el calor le abandonaba el cuerpo. El mundo a su alrededor se volvió un eco lejano.

Seis años de amor, cinco de matrimonio... Había dejado todo por él: sus estudios, su beca, sus amistades... y al final, nada.

Contuvo el temblor en su barbilla, tragó el nudo en la garganta y se obligó a respirar.

Cuando los asistentes pasaron junto a ella, Amelia se dio la vuelta apresuradamente.

Se secó las lágrimas antes de que cayeran. Nadie podía verla derrumbarse. Nadie.

Volvió al salón con la espalda recta, el rostro intacto. 

Lisandro se acercó, colocándole una mano en la cintura con la misma naturalidad de siempre.

—¿Estás bien? Te ves un poco pálida —susurró con tono neutro.

—No pasa nada. Quizás estoy un poco cansada.

—Aguanta un poco más. Esto terminará pronto.

Lisandro le dio una palmadita suave en la espalda. Un gesto que pretendía ser tranquilizador, pero que se sintió como si acariciara un objeto bien portado.

El banquete finalmente terminó. Ellos salieron del salón. Dentro de la limusina, el aire estaba terriblemente quieto. 

Amelia miraba por la ventana el fluir de los neones, las luces de la ciudad distorsionadas en un río frío por sus lágrimas contenidas. 

Lisandro, habiendo terminado con sus correos electrónicos, se frotó las sienes e intentó tomar su mano como de costumbre.

Amelia, como si se hubiera quemado, la retiró bruscamente.

La mano de Lisandro se quedó suspendida en el aire, tensó la mandíbula.

—¿Qué te pasa? Desde que salimos del banquete actúas extraño.

Amelia no volvió la cabeza.

—Escuché algunas cosas hoy —su tono fue ronco.

—¿Qué cosas? —preguntó él, con un dejo de impaciencia apenas disimulado.

Ella se volvió lentamente. Sus ojos enrojecidos buscaron en los suyos una reacción, algo,  lo que fuera.

 

—Te escuché decir que solo soy un trofeo perfecto. Hermosa, sumisa, un adorno para complementar tu estatus y éxito. ¿Es así, Lisandro?

 

Lisandro se quedó paralizado por un segundo. Luego frunció el ceño, y la impaciencia dio paso a su actitud de control habitual.

 

—¿Saliste del salón para luego espiarme?

 

No lo negó. No se disculpó. No intentó suavizar sus palabras. Solo la acusó.

De repente, ella soltó una risa baja.

—Cinco años... Lisandro, llevo cinco años contigo...

Lisandro no apartó la vista del camino. Su respuesta fue tan cortante como un cristal.

—¿Y qué? Te he dado todo lo que una señora Elizalde puede tener: una vida cómoda, estabilidad, reconocimiento social. Amelia, ¿qué más quieres? ¿Vas a hacer una escena ahora?

—¿Qué más quiero? —repitió ella, con un temblor en la voz—. No lo sé… tal vez respeto.  No sentir que soy algo que exhibes y manipulas. Que me ames por quién soy y no por lo que me exiges mostrar ante tus amistades.

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Veronica Gamarra de Ramirez
Bueno en esto Jessy no tiene la culpa porque él no sabía que Teo era alérgico a las nueces
2025-11-11 18:54:41
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Lilian Cruz
en medio del susto llego un alivio parece
2025-11-11 18:00:16
0
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Lilian Cruz
ay pobrecito teo y jessy xq capaz siente culpa. él q sequedad disculpar ...‍♀️
2025-11-11 17:59:52
0
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Yesica Sacol
ho xd que manera de descubrir la verdad,al inicio no quería hijos y ahora por capricho quiso apropiarse de hijos ajenos,uy la que te viene lizardo x usar a un niño para quedarte con su mamá sin importarte que el niño necesitaba a su papá lo bueno que Teo lo ama sin saber que es su papá
2025-11-11 15:57:51
0
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Angeles Colín Contreras
ou, oh...!, creo que le va a llover sobre mojado a Lisandro
2025-11-11 11:04:34
0
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Angeles Colín Contreras
ay no, mi Teo!
2025-11-11 11:04:07
0
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Angeles Colín Contreras
awww muero de ternura con esos tres genios, jajajajajaja Dafne no se puede quejar, ella y su hermano también hacían conspiraciones y ayudaban a su prima en las suyas, impidieron la boda de su papá, así que de tal palo tal astilla
2025-11-11 11:02:32
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Angeles Colín Contreras
ou...! se les llegó la hora
2025-11-11 10:53:39
0
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Angeles Colín Contreras
ese niño, que bueno que MATEO, siempre está cerca y obvio todos conocen a sus hijos y años monstruitos mellizos, nadie los acusa sin pruebas, obvio que Dafne iba a intimidar
2025-11-11 10:53:03
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Angeles Colín Contreras
Creo que Lisandro nunca había sido honesto y por eso nadie se había tomado el tiempo de escucharlo, aunado a los terribles padres que le tocaron!, el pobre está más que perdido
2025-11-11 10:51:20
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Hazel Calderon Vargas
Natalie deverdad deberías tener vergüenza y la poca dignidad de mujer utilizarla xq eres buen bruja despechada y malvada
2025-11-11 10:23:11
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Hazel Calderon Vargas
Al parecer Lisandro deberdad desea cambiar... Y ahora con esto de la alergia de Teo e Iker creo q el corazón de Lisandro no da más y cantará sin guitarra la verdad de sus actos
2025-11-11 10:22:13
1
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Sandra R Mez
Con esto que ha pasado, creo que ya no necesitan de otra prueba de ADN.
2025-11-11 10:21:39
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Jeannet Trillo
Gracias por los capitulos Angelyna(⁠◍⁠•⁠ᴗ⁠•⁠◍⁠)⁠...(⁠◍⁠•⁠ᴗ⁠•⁠◍⁠)⁠...
2025-11-11 10:21:37
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Hazel Calderon Vargas
La verdad q los nos actuaron de buena fe, no hicieron nada malo y de repente parece q si les funcionó, el detalle aquí es son niños y no. Lo deben de hacer..
2025-11-11 10:21:07
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88 chapters
Cap. 1: ¿Esposa trofeo?
Cap. 2: Maternidad robada.
Cap. 3: Divorcio inmediato.
Cap. 4: ¿Te quedarías conmigo esta noche?
Cap. 5: Ayúdame a olvidarlo…
Cap. 6: Las reglas del juego cambiaron.
Cap. 7: El señor del aeropuerto, ¿es mi papá?
Cap. 8: ¡Eres la mujer del bar!
Cap. 9: ¡Oye, tú! ¡Suelta a mi mami!
Cap. 10: “PADRE A” y “PADRE B”
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