Cap. 129: El último recuerdo.

Cap. 7: La soledad pesa menos acompañada.

Iker dio un paso adelante. Su voz fue tranquila, pero firme.

—No lo hacemos por obligación —dijo—. Lisandro era mi hermano. Y nunca pude devolverle lo que hizo por nosotros. Pero lo que sí puedo hacer es asegurarme de que su hijo no quede desprotegido.

Valentina bajó la mirada hacia su abdomen, recordando que no estaba sola, que ya no lo estaría nunca más.

Lucía apretó su brazo con ternura.

Amelia sonrió, con esa calidez transparente que desarma hasta a quien no quiere ser consolado.

—Ven con nosotros —insistió—. Solo unos días. Lo suficiente para que te repongas y puedas pensar con claridad.

Valentina respiró hondo. Tenía orgullo, sí. Pero también tenía un niño creciendo dentro de ella. Un niño que no merecía cargar con sus batallas.

—Unos días —aceptó finalmente—. Nada más.

Iker asintió, y por primera vez desde que entraron en la habitación, su expresión se suavizó.

—Será suficiente.

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El vapor llenaba el baño como una neblina espesa. Li
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