Cap. 8: ¡Eres la mujer del bar!
Amelia sintió que el corazón le daba un vuelco. Trató de disimularlo, tragó saliva, respiró hondo.
—¿Por qué lo preguntas, mi amor?
Teo frunció el ceño, claramente incómodo.
—Mamá, eso no es una respuesta, es otra pregunta. Yo pregunté primero. —Su voz sonó firme, sin rabia, pero con la lógica cortante que lo caracterizaba—. ¿Es o no es mi papá?
Ella titubeó. Cerró los ojos por un instante, con el alma apretada entre la culpa y el instinto de protección. Se agachó a su altura y le tomó las manitas con ternura.
—Ese hombre, no es parte de nuestra vida, Teo. Lo importante ahora es que estamos aquí, tú y yo, y vamos a estar bien.
Teo asintió apenas, pero su mirada no era la de un niño común. Observaba, analizaba, conectaba piezas.
—Está bien. Pero si no es parte de nuestra vida… ¿por qué te hizo temblar las manos?
Amelia sintió que se le quebraba algo por dentro. Iba a responder, pero Teo no se detuvo.
—Mamá… —insistió con firmeza, como si estuviera frente a una ecuación incompleta—. ¿Po