Mundo ficciónIniciar sesiónSi no tienes la suerte de nacer en una familia de deltas, betas o Alfas, tu vida será una mierda. O al menos en mi manada. Ser Omega es como nacer con una etiqueta de "sirve para lo mínimo" y créeme que esa etiqueta nunca se despega. Yo aún tenía la esperanza de que mi destino cambiara el día de mi transformación. Y sí que cambió... pero para peor. Resultó que mi compañero destinado era nada menos que Elian, el hijo del Alfa y en lugar de rechazarme, decidió encerrarme tres años en una mazmorra y convertir mi vida en un infierno a tiempo completo. Y por si el karma no hubiera hecho ya suficiente fiesta conmigo, un día me convierten en simple mercancía y terminan regalándome a Lucien, el Alfa de la Manada Oscura. De pronto me encuentro atrapada entre el vínculo de compañero que me une a Elian... y el amor inesperado y completamente loco que empieza a nacer con Lucien.
Leer másCapítulo 85. AmaliaDespués de interminables horas no hemos sido capaces de dar con nada que pueda ayudarnos a salvar a Leo de las sombras.Me siento en el suelo, derrotada, sin saber muy bien cómo seguir, pero con la idea clara de que si tengo que morir por proteger a mi hijo lo haré.—Alfa, necesito que me acompañes, es de suma importancia —dice Marcus desde la puerta con el semblante pálido.Lucien me mira y yo le doy media sonrisa para que lo acompañe. Se que se trata de algo importante ya que Marcus solo lo llama Alfa cuando pasa algo importante. Lucien sale de la habitación refunfuñando, pero lo hace dejándome sola por unos instantes.—Emila, cariño, creo que necesitas comer algo y descansar… y no me digas que ya lo harás porque vas a colapsar en cualquier momento —dice mamá entrando a la vieja habitación.—Mamá, no soy capaz de dar con la solución. No quiero que me lo arrebaten. Es lo único que de verdad es mío y siento que si él no está, yo no tengo que seguir viviendo.—Vamos
Capítulo 84. Nada llega sin avisar. El coche no se detiene hasta que el cielo comienza a clarear. No está amaneciendo todavía, pero ya no es de noche.Lucien se desvía de la carretera principal sin avisar. Primero coge una carretera secundaria, luego otra aún más estrecha. Finalmente toma un camino de tierra, con árboles por todos lados. Aquí no hay señales, no hay nada. Esto es peor aún que lo anterior; es como si hubieran pasado años desde que alguien estuvo por aquí.—¿Dónde estamos?—A unos cuarenta minutos de la antigua frontera norte. Este lugar no figura en ningún mapa conocido. El coche se detiene frente a lo que parece una montaña. Solo cuando Lucien baja y se acerca, lo veo: una puerta metálica casi cubierta por la tierra y la vegetación. Vieja y oxidada. Ahora veo con claridad que está camuflada a propósito.Bajamos del coche. El aire es muy frío y Leo se remueve contra mi pecho, inquieto.Lucien empuja la puerta y esta se abre con un chirrido. Dentro no hay luz natural.
Capítulo 83. La mujer que eligió desaparecerLlevamos horas en la carretera. Estoy realmente cansada, pero no voy a decir nada. Miro a mamá de reojo y puedo notar que ella también lo está. Lucien da un volantazo y, de repente, la carretera deja de existir y tomamos un camino de tierra. Estamos en medio del campo… o eso es lo que creo hasta que llegamos a un denso bosque que se extiende hasta donde me alcanza la vista.—Si te digo que no bajes del coche, no bajes. Obedece, Emilia, por una vez —dice sin mirarme, con ese tono cortante que me pone los nervios de punta.Asiento. No voy a discutir por eso con él ahora. Leo se remueve inquieto entre mis brazos. No llora, pero tampoco está dormido. Mi madre aprieta la correa del portabebés donde va mi hermano. Se mantiene en silencio, con la mirada perdida. No es necesario ser vidente para saber que está luchando contra sus propios demonios.Lucien para el coche enfrente de una casa vieja. Esta no parece estar abandonada; más bien parece cerr
Capítulo 82. Y de nuevo huyendo.Tener de vuelta a Lucien ha devuelto un poco de paz a mi vida. Supongo que ahora lo tengo todo. Tengo a mi madre y a mi hermanito conmigo y, además de eso, a mi hijo y a mi compañero a mi lado.Si no fuera porque tengo que estar escondida en esta vieja fábrica diría que todo es perfecto. Ah, y se me olvidaba lo mejor: Marcus se puso en contacto con Lucien hace unas horas y la manada no está tan mal como creíamos. Por suerte Rosa tuvo tiempo de esconderse y tanto ella como sus hermanos y la pequeña están a salvo.Estoy sentada en una de las salas laterales del centro, con Leo dormido sobre mi pecho. Mi madre está cerca, hablando en voz baja con otras mujeres. Mi hermano está pegado a ella en un porta-bebés de tela que rodea su cuerpo.Lucien entra en la sala sin hacer ruido. Se detiene al verme y se queda ahí, observándome unos segundos. Unos segundos después se acerca hasta mí.—¿Ha dormido algo? —pregunta en voz baja.—Un poco. Se despierta con cualqu
Capítulo 81. ExplicaciónMe acaban de decir que el equipo de rescate ha vuelto. Estoy tan nerviosa que dejo a Leo solo en el cuarto y tengo que volver rápidamente a por él.Mientras camino por los pasillos hacia la zona de carga no puedo evitar sentir miedo. No tengo ni idea de cómo va a reaccionar Lucien. La última vez que nos vimos discutimos por culpa de Nana. Y ahora me toca explicarle todo lo que pasó después de su partida. Ni siquiera sé si tiene una Manada que dirigir...Veo que hay más gente de la que esperaba. Mara pasa a mi lado y me guiña un ojo.—Átalo en corto, Emilia, y esta vez que no se meta en líos. No siempre voy a estar para salvarle el culo.Escucho un gruñido a mi lado y no puedo evitar sonreír.—Mira a quién ha traído de vuelta la tía Mara, Leo es papá...—Lo siento, yo...—Ya tendrás tiempo para disculparte. Ahora lo mejor será que te des una ducha y comas algo.—¿Dónde está Rosa? —escucho decir a Marcus a mi espalda.Oh, diosa, a ver cómo le explico yo ahora qu
Capítulo 80. Rescate.Pov Mara:Ya tengo todo el operativo en marcha en menos de cinco minutos saldremos hacia el campamento de los vampiros. Apenas si el sol ya asoma por el horizonte y si todo va según lo previsto llegaremos sobre el medio día. Emilia quería venir no me lo ha dicho pero se muy bien lo que piensa. No sé si fue un error o no recogerla en aquella carretera abandonada del mundo de Dios, aún así no me arrepiento de haberla salvado es verdad que me crea más problemas de los que ya tengo y más de un dolor de cabeza pero la quiero como si fuera mi hija.Esta feo decirlo pero Elisabeth solo respira, come y duerme. A estas alturas los médicos ya han tirado la toalla no creen que vuelva a hablar y mucho menos que vuelva a ser la de antes. La sigo cuidando y lo haré hasta el día que me muera. Pero tener a Emila cerca y ahora su pequeño me han devuelto un poco de esa alegría que creía perdida.Salimos con puntualidad militar. Cinco minutos exactos. Dos furgones, una camioneta
Último capítulo