Si no tienes la suerte de nacer en una familia de deltas, betas o Alfas, tu vida será una mierda. O al menos en mi manada. Ser Omega es como nacer con una etiqueta de "sirve para lo mínimo" y créeme que esa etiqueta nunca se despega. Yo aún tenía la esperanza de que mi destino cambiara el día de mi transformación. Y sí que cambió... pero para peor. Resultó que mi compañero destinado era nada menos que Elian, el hijo del Alfa y en lugar de rechazarme, decidió encerrarme tres años en una mazmorra y convertir mi vida en un infierno a tiempo completo. Y por si el karma no hubiera hecho ya suficiente fiesta conmigo, un día me convierten en simple mercancía y terminan regalándome a Lucien, el Alfa de la Manada Oscura. De pronto me encuentro atrapada entre el vínculo de compañero que me une a Elian... y el amor inesperado y completamente loco que empieza a nacer con Lucien.
Leer másCapítulo 9. Las Concubinas del Alfa. Cuando salimos de la casa del Alfa aún era de día. El centro del pueblo no estaba demasiado lejos, por lo que aunque fuéramos caminando no sería muy largo el recorrido. No puedo negar que lo miraba todo con los ojos de una niña, estaba ilusionada, por primera vez en años me sentía libre. —Mamá, ¿tú eres una sirvienta con limitaciones? —No, que yo sepa. ¿Por qué me preguntas eso, Emilia? —Nada, tonterías mías. Pero no era una tontería, no sabía lo que significaba, aunque aquí no estaba encerrada no era totalmente libre como mi madre. Llegamos a la plaza del pueblo y nos sentamos en una cafetería. Todo era tan normal que parecía extraño. Siempre había escuchado que la manada Oscura era un lugar tenebroso y sombrío, pero eso no era verdad: aquí la gente parecía incluso más feliz que en mi antigua manada. Mamá pidió café y pastel para las dos. Mientras degustaba mi pastel de chocolate observé cómo un pequeño revuelo se formaba en la plaza. Tod
Capítulo 8. Un pequeño respiro. Me quedé de pie frente a la puerta esperando a que me dijera por qué me había hecho parar. Durante unos segundos se mantuvo en silencio y cada segundo se me hizo eterno. —Puedes marcharte. ¿Y para eso me dice que espere? En serio, casi me da un ataque al corazón para nada. —Gracias —dije, y salí lo más rápido que pude de la habitación. Bajé hasta la cocina y lavé todos los cacharros. Cuando terminé, volví a mirar la lista y me puse rápidamente con todas las tareas: limpié, ordené, coloqué y dejé todo impecable. Patético, mi vida había terminado en esto: limpiar y limpiar. No es que sea algo indigno, porque no lo es, pero siempre deseé ser algo más que una fregona. Cuando al fin terminé mi trabajo, ayudé a mamá con el suyo. Ver su sonrisa agradecida me dio más energía que cualquier desayuno. De pronto, me encontré con algo raro: tiempo libre. Llevaba tantos años encerrada que había olvidado lo que era. —Mamá, ven, que te voy a arreglar un poco.
Capítulo 7. Cicatrices en el alma.—Emila, ¿estás bien? —dice mi madre corriendo nada más verme.—Bueno, apesto un poco, la verdad.—No entiendo cómo tienes ganas de bromear después de todo…—Mamá, estoy cansada de luchar, de sobrevivir. Debí haber sido alguien muy malo en otra vida... Pero no es momento para dramas, necesito lavarme, y tú tienes que madrugar.—Vamos, voy contigo, no me importa el sueño, solo quiero estar a tu lado.Mi madre me acompaña hasta la ducha común. Me ayuda a desvestirme y no puede evitar dar un grito al ver las marcas en mi cuerpo.—¡Son mordiscos y quemaduras! —dice y comienza a llorar—. ¡Mi niña, qué te han hecho! ¡Cuánto has tenido que sufrir durante todos estos años!—Ya no me duelen, mamá, estoy bien, no te preocupes —respondo sonriendo—. Pero claro que no estoy bien; recuerdo cada marca como si fuera ayer: el dolor, las risas y la humillación. Solo he visto las que tengo en los pechos, el vientre, los brazos y las piernas, pero sé que la parte trasera
Capítulo 6. ¿Tonta o imprudente?Me despiertan los gritos de las ratas, me levanto rápidamente del suelo y me doy cuenta de que estoy en el calabozo; por un momento creí que todo había sido un sueño, pero no es así.Me siento en el camastro y me cojo la cara con las manos. ¿De verdad quiero vivir así? ¿De verdad puedo seguir soportando todo esto? ¿Y para qué? Estoy cansada de intentar sobrevivir, mi compañero me desprecia y me regaló a otro. Y yo que pensaba que mi vida aquí podría ser mejor, pero de nuevo me equivocaba. Las horas pasan y con ellas llega de nuevo la noche; al menos aquí hay una pequeña ventana y puedo ver un trocito de cielo.Lo que no entiendo es por qué no me han traído nada de comer. Comer pan duro y agua no es lo mejor del mundo, pero de eso a no comer nada...—Sal, el Alfa te quiere ver —dice un guardia abriendo la puerta."—Todo va a salir bien, ya no estás sola, Emila.""—Sauna, ¿de verdad eres tú?""—Sí, estoy recuperado las fuerzas, espero que no te pongan ot
Capítulo 5. Malentendido.Mamá viene a despertarme. Abro los ojos y veo que apenas si ha amanecido.—Vamos, vístete, tenemos quince minutos para desayunar antes de empezar con el trabajo.—Mamá, ¿cómo me has encontrado?—Fácil, todo el mundo hablaba ayer de ti. —Dice mientras me ayuda a recoger mi pelo en una coleta.Creo que debo cortarme el pelo porque lo tengo muy dañado y demasiado largo.—Vamos, se hace tarde. —Dice Mamá, agarrando mi brazo.Llegamos hasta la cocina y siento cómo la boca se me hace agua.—Para ser esclavos nos dan de comer muy bien.—No somos esclavos, al menos no todos. —Dice Mamá con media sonrisa.Quizás ella no sea una esclava, pero yo sí. Al menos me alegra que ella sea libre.—Mamá, no te olvides de preguntar cuándo es tu día libre.—¿Y la razón es?—Para comprar un tinte, no voy a permitir que vayas con esos pelos.—Bueno, ya lo veremos. Ahora me voy a trabajar. —Dice y me deja un beso sobre la frente.Ni siquiera le he preguntado qué trabajo desarrolla, p
Capítulo 4. Intimidada.—¡Me intrigas, pequeña! ¿Quién eres tú para que el estúpido de Elian no quisiera regalarte?No respondo; si algo he aprendido en todos estos años es que es mejor mantener la cabeza agachada y esperar a que te ordenen directamente responder.—Sé que me puedes escuchar, así que no me hagas perder la paciencia y responde de una vez —dice, poniéndose en pie y golpeando la mesa con fuerza.—No lo sé, yo no hice nada, señor.—¡Mientes! Y mírame a los ojos cuando me hablas —dice, levantando mi barbilla con fuerza.Si le vuelvo a mentir, de seguro me volverá a mandar a ese horrible lugar. Así que esta vez opto por decirle la verdad.—Soy su compañera, intenté rechazarlo pero no lo aceptó. No soy digna de él. Pero tampoco pudo rechazarme; me imagino que para no perder poder. Durante los últimos tres años me ha mantenido encerrada en una celda.Él me mira con curiosidad y una sonrisa diabólica se dibuja en su rostro.—¡Maldito hijo de puta! No te creía tan listo —dice en
Último capítulo