¿Por qué le había tocado la mano? No me había dado cuenta de cuando había pasado. ¿Quizás por la situación? Tenía que ser eso, aunque no entendía porqué tenía su mano tan sudada, ¿quizás por los nervios de confesar que era uno de nuestros objetivos? Debía de serlo. Además, Erick finalmente había confesado. Era cierto que apenas había dicho nada que no hubiesemos deducido, pero al menos había dejado ver parte de su verdadera identidad. No toda, pero si una parte.
También había algo que me tenía bastante intranquila: todas las veces que le habíamos interrogado, siempre había respondido que no era un espía, que estaba aquí por voluntad propia. Aunque le había creído, tampoco había terminado de hacerlo del todo. Pero lo que había dicho... y sobretodo, por cómo lo había dicho... me hacía pensar que lo de hace un momento había sido la auténtica verdad. Eso me incomodaba: significaba que la Capital no funcionaba como creía y que quizás, no todos los nobles mereciesen morir. Eso entraba en