Natalia Pereyra Iraola siempre supo que el amor, en su mundo, era un lujo prohibido. Criada entre silencios elegantes y obediencias disfrazadas de virtud, aprendió desde niña a no desear demasiado. Pero desear, deseó. Y su deseo tenía nombre: Alejandro Gutiérrez. Un joven policía de mirada limpia y manos firmes, ajeno a los salones dorados de la aristocracia, pero dueño de un corazón más valiente que cualquier apellido. Su historia pudo haber sido otra. Pero los cuentos de hadas no sobreviven cuando el lobo viste traje, lleva el apellido Alzaga y camina de la mano del poder. Obligada a casarse con Leonardo, un hombre cruel, manipulador y acostumbrado a obtener lo que quiere, Natalia vio su destino transformarse en una prisión de encajes y amenazas. El día de la boda, mientras los invitados brindaban y la iglesia rebosaba de flores blancas, Natalia corrió. Corrió bajo la lluvia, descalza, con el alma hecha jirones, buscando una salida al infierno que se le imponía. Al mismo tiempo, en un hospital cercado por mentiras, Alejandro yacía esposado a una cama, traicionado, silenciado, vencido… pero no destruido. Solo el padre Aurelio, un hombre de fe con la conciencia despierta, parece dispuesto a desafiar el orden establecido. Y ahora, mientras los secretos se agitan bajo la superficie de un pueblo que prefiere callar, Natalia deberá tomar una decisión que marcará su destino: ¿callar para sobrevivir… o luchar para liberarse, aún si eso significa incendiarlo todo? Porque hay tormentas que limpian, pero otras solo anuncian que lo peor está por comenzar.
Leer másTodo estaba listo. La iglesia, decorada con flores blancas, rebosaba de invitados. El novio ya aguardaba en el altar. Hacía calor. Una tormenta se avecinaba.
Vestida de blanco, Natalia rezaba en la sacristía. El padre entró. —Hace mucho calor aquí, hija. Abriré la puerta trasera, entrará algo de aire. En diez minutos comenzamos. —Gracias, padre Benito —dijo ella, sin levantar la vista. Todo transcurrió en una nebulosa — Mírate eres una jodida reina, la tomó de la muñeca y serás mía para siempre. Hasta que la muerte nos separe. Natalia lo miro en silencio, el se dio la vuelta. Pero cuando vio la puerta abierta, lo comprendió. Esa era la respuesta a su plegaria. Sin pensarlo, corrió. Corrió con todas sus fuerzas por el campo, bajo las primeras gotas de lluvia. El cielo rugía. El vestido ondeaba como una bandera rota. Sus zapatos quedaron atrás. Ella corrió. Descalza, empapada, con el vestido enlodado. Miró hacia el cielo. — De verdad lo siento no puedo con esto. Miró hacia donde quedaba el hospital y pensó en su amado Alejandro. Su vida había cambiado de la noche a la mañana. Debajo de la ducha Natalia lloraba ,en el pueblo se empezó a correr el rumor del romance entre Natalia Pereyra Iraola y Leonardo Alzaga. Genoveva se encontraba en la cocina cuando Leonardo ingreso. — Sigue encerrada en el baño. — Sí sigue insistiendo en la versión que tu la atacaste alguien podría creerle. —¿Quién lo hará?, pregunto Leonardo muy confiado.–Puede estar tranquila todos son de mi absoluta confianza. A los ojos del pueblo Alejandro Gutierrez drogo a su novia para abusar de ella y yo la salve. Agradecida por mi acto heroico su hija me acepto, nos casaremos y todo quedará atrás. — ¿ Qué paso con Alejandro?, pregunto Genoveva. — Debe estar muerto, me ocupe de eso y usted se ocupará de que nuestra versión sea la que repita este mediocre pueblo. Natalia tomó el teléfono y marco el número de Alejandro, en la casa de Alejandro nadie respondió. Temblando apretó el tubo con fuerza. — Mírate eres preciosa hasta en bata dijo Leonardo. Natalia colgo el teléfono.— Quiero que te vayas, no quiero verte, ¿como permites que siga en mi casa?, grito histérica. —Natalia querida cálmate le dijo Genoveva a su hija. — Que me calme, es un violador y tu me pides calma ,te vas de mi casa ahora mismo dijo ella arrojandole un florero. Leonardo intento agarrarla — No te atrevas a tocarme, no me toques dijo ella . —Natalia lo siento, nos comenzamos a besar, no debí dejarme llevar pero tu sabes que siempre me has gustado . — Estás mintiendo, sollozaba ella.– Tú nos atacaste y golpeaste a Alejandro. —Por supuesto que sí no lo niego, pero por Dios como querías que reaccionará cuando él te estaba atacando. — Cállate, eres un embustero. Vete de mi casa grito llorando. — Todo el pueblo nos vio no miento , no podemos cambiar esto pero si podemos intentar remediar un poco estiro una cajita de terciopelo la abrió en ella había dos alianzas de oro, nos casaremos y solo será un mal inicio dijo Leonardo. — No me casaré con un violador jamás dijo ella y volvió a su dormitorio. Genoveva estaba furiosa siguió a su hija . — ¿Qué demonios estás pensando?, vuelve a la sala y retráctate le ordenó a su hija. — Me violo no me voy a casar con él no puedes pedirme semejante cosa — Nadie te cree, yo no te creo te vieron. – Natalia miró a su madre.– Vi las imágenes de seguridad, llegaste borracha y más que dispuesta. — Lo siento mucho, pero no podía seguir esperarando dijo él — Vete de mi habitación no te quiero aca le grito histérica. — Genoveva por favor permitame hablar a solas con su hija dijo — Por favor mamá no me dejes te lo suplico dijo ella . — No exageres Natalia, hablas de el como si fuera un delincuente. —¡Mamá!, sollozo al ver a su madre abandonar la habitación. —Te vas a casar conmigo y vas a dejar de decir que te viole o tu adorado Alejandro terminara en la cárcel o muerto lo que pase primero exclamó el mostrandole una imagen de el todo herido en una cama de hospital esposado. Natalia sollozaba. Sus manos temblaban incontrolablemente mientras su rostro estaba bañado en lágrimas. Sentía un nudo en la garganta y el miedo latiéndole en las sienes. El terror la paralizaba. Leonardo la observó detenidamente. Al ver su vulnerabilidad, esbozó una sonrisa torcida, cruel. Aprovechó la ocasión para avanzar con firmeza, como un depredador que huele la sangre de su presa. Se inclinó sobre ella, la tomó del rostro y la besó por la fuerza. Natalia forcejeó, se retorció, y en un arranque de furia le escupió en la cara. Él retrocedió, humillado por el gesto. La rabia le deformó los rasgos. —¡Maldita! —rugió, y le dio una bofetada brutal que la lanzó hacia la cama. Natalia cayó de lado, el dolor le atravesó el rostro como una ráfaga de fuego. Sintió el sabor metálico de la sangre en la boca. —Escucha bien, porque no lo repetiré —espetó, con voz grave y autoritaria—. Te casarás conmigo. No toleraré faltas de respeto. Hazte a la idea: serás mi esposa. Solo la muerte nos separará. Si no aceptas, tu adorado Alejandro acabará en la cárcel... o muerto. Tú eliges, Natalia. Ella lo miró con el alma hecha trizas. El dolor físico se mezclaba con la humillación, la impotencia y el pánico. Quería gritar, pero no salía voz. Sabía que Leonardo no era hombre de amenazas vacías. Poco después, Leonardo fue al bar del pueblo. Con una copa en la mano y una sonrisa petulante, comentó en voz alta que pronto se casaría con Natalia. Bastó ese gesto para que el rumor comenzara a esparcirse como pólvora.La brisa del mar acariciaba su rostro mientras sus pies se hundían en la arena húmeda. Ariadna caminaba sola por la playa desierta, envuelta en un abrigo liviano, con los brazos cruzados sobre su pecho. El sol dibujaba reflejos dorados sobre el agua.De pronto, una sensación le recorrió la espalda. Se giró, con el corazón golpeándole el pecho.Allí estaba él.Quitándose lentamente las gafas de sol, alto, moreno, con el cabello negro revuelto por el viento y esa sonrisa que tanto había extrañado. David.Ariadna no lo pensó. No dudó. Corrió hacia él como si el tiempo no existiera, como si la distancia se deshiciera en ese instante. Se arrojó a sus brazos, hundiéndose en su pecho, aferrándose a su camisa como si temiera que volviera a desvanecerse.—Belleza… —susurró él con ternura, rodeándola con fuerza—. Veo que me has extrañado.Le alzó el rostro con suavidad y la besó, un beso largo, profundo. Ariadna cerró los ojos y se perdió en su calor, en su olor, en esa certeza que sólo él podí
Ariadna lloraba desconsoladamente. Caminaba de un lado a otro, con el teléfono en la mano, marcando una y otra vez el número de Máximo sin obtener respuesta. La desesperación le oprimía el pecho.—Debes calmarte, belleza —murmuró David, abrazándola con fuerza.Pero él también estaba al borde del colapso. No podía verla así. Por eso, en un gesto desesperado, tomó su teléfono y llamó a Hubert Della Croze, suplicándole ayuda.—Ubica a tu sobrino, te lo ruego. Decile esto de mi parte: si devuelve a la niña con su madre, juro que no volveré a ver a Ariadna —dijo con la voz quebrada.David la amaba con toda su alma. Por eso se había alejado; no soportaba verla sufrir, ni presionada, ni desgarrada por elegir entre su hija y él. Su amor era tan grande que estaba dispuesto a renunciar, si eso le devolvía la paz.Pasaron cuarenta y ocho horas de angustia, llamadas sin respuesta y noches sin dormir. Hasta que finalmente, David recibió una respuesta.—Está en Italia —le dijo a Ariadna—. Máximo se
Ariadna lo miro.—Pasaron muchos meses y si pudiste seguir mis pasos ¿ porque no me buscaste antes? pregunto ella y entonces él la oyó llorar se puso de pie y comenzó a recorrer la casa.- Detente Máximo, dijo ella pero él no hizo caso abrió la puerta y se quedó petrificado la pequeña niña lloraba en la cuna .Ariadna se acercó le dio él chupon y la niña se calmo .- ¡Tuviste una hija! ¿ cuanto tiempo tiene? ,¿cual es su nombre ? pregunto él, ella se debatía entre decir la verdad o no hacerlo.- Katherine tiene un mes ,nació antes fue un embarazo muy complicado dijo ella.- Es hermosa, se parece a ti dijo él. Siempre pienso en que hubiera sido mi hijo .- Lamento mucho lo que pasó dijo ella- Gracias mi hijo tendría que haber nacido en y entonces se dio cuenta. Por los meses que habían pasado-¿Es mi hija? ¿Te escondías para que no lo supieran?, pregunto él- Tu padre se quedó solo tenía miedo que se la llevara dijo ella- Me negaste a mi hija Ariadna ¿ porqué no me lo dijiste? ¿me lo h
El regreso al pueblo fue en silencio Alejandro viajaba con el padre Aurelio y Moretti.- No debe ser fácil para ella regresar dijo el padre- Supongo que no ,pero no es una pena no vea como a cambiado todo gracias a sus obras dijo Alejandro.A la mañana siguiente Alejandro salió a pasear junto a su perro por el río llevaba con él la carta que Ariadna le había enviado y algunos recuerdo que aún conservaba de ella de aquellos años.* Mi querido AlejandroEn horas sabremos lo que el destino tiene preparado para mi pero más allá del resultado no quiero que te culpes por eso, fueron mis decisiones las que me llevaron a tomar este camino. Si algo sale mal tome varias decisiones para el futuro entre ella darte un espacio y los medios para construirlo ,nuestro espacio para que puedas expandir tu proyecto deportivo con esos niños porque este pueblo necesita menos chicos parecidos a Leonardo Alzaga y tu podrás encaminar a los futuros hombres de este pueblocon cariño Ariadna.*Alejandro miro po
David se puso de pie y corrió hacia Ariadna bajo por la pendiente estaba tirada de espaldas había caído sobre unas rocas la movió con cuidado y observo que tenía un golpe en la frente, Alejandro desarmo a Leonardo.- No te dejare que mueras maldito bastardo le dijo Alejandro a Leonardo que se encontraba tirado en el piso los disparos no eran de gravedad. Lo esposo y le hizo unos torniquetes.Bruno había bajado a ayudar a David subieron a Ariadna en brazos la coloco sobre el césped, David se quito la campera y le quito la campera empapada a Ariadna cuando observo que su blusa tenía sangre en la zona de la espalda le quito la blusa y le vio los cortes en la espalda le coloco la campera.-Hay que llevarla urgente a un hospital dijo David- Hay que sacarlos al camino pedí un traslado de urgencia pero aquí no podrán descender también hay que llevar a este inútil.Todos se movieron con rapidez. Moretti condujo hacia la casa.A lo lejos se escuchaba un helicóptero.- Que el niño no baje le
David miraba él reloj faltaban minutos para aterrizar. Ariadna miraba a Leonardo. - Francesca ¿cariño estas bien? pregunto ella - Ariadna ¿eres tu?, viniste dijo la niña - Por supuesto pronto estarás en casa con tu papá ¿ no es así Leonardo? pregunto ella - Por supuesto Ariadna no hay ningún deseo que no te cumpliría, entra y cierra la puerta dijo Leonardo apuntándole a la niña . - A mi, hacia aquí, a mi por favor te lo suplico dijo ella - Empiezas a suplicar muy pronto vida mía pensé que te tardarías más dijo él y empezó apuntarle a ella Ariadna cerró la puerta. - Arroja las llaves Ariadna, ella así lo hizo. - ¿ Cuando la soltaras ? pregunto ella - Más tarde cariño, ahora Francesca regresara a su cuarto y nosotros tendremos una charla que tenemos pendiente hace diez años Nati dijo él acercándose a ella la tomo del cabello tirando con tanta brutalidad pero Ariadna aguanto en silencio no quería asustar a Francesca.— Creo que conservare a la pequeña eres más dócil le su
Último capítulo