LA SUSTITUTA ROTA

LA SUSTITUTA ROTAES

Romance
Última atualização: 2025-10-22
CINVAN   Atualizado agora
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6.3Kleituras
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Resumo
Índice

Mila lo perdió todo en una sola noche: el amor, la confianza y la inocencia. Traicionada por Javier Rodríguez —el hombre al que entregó su vida—, cayó en un abismo del que solo pudo levantarse con un propósito: vengarse de quienes la convirtieron en cenizas. Pero el destino le tenía reservada una jugada aún más cruel. En su camino se cruza Nicolás, el medio hermano de Javier, un hombre tan enigmático como peligroso, marcado por secretos familiares que esconden heridas imposibles de cicatrizar. Entre ellos surge una atracción prohibida, alimentada por el odio, el deseo y la necesidad de destruir a un enemigo en común. Mientras Mila libra su propia batalla contra Lola, la mujer que le arrebató a su familia, Nicolás lucha contra los fantasmas de su madre y la sombra de Martín Rodríguez, el hombre que lo negó como hijo y lo condenó al silencio. Ambos están unidos por la venganza, pero también por un pasado que amenaza con arrastrarlos hacia un destino fatal. ¿Hasta dónde se puede llegar cuando el dolor se convierte en combustible? ¿Qué precio estás dispuesto a pagar por la verdad, cuando esa verdad puede matarte? En un juego de lealtades quebradas, secretos mortales y pasiones que arden al borde de la locura, Mila descubrirá que para renacer primero debe romperse… y que la mujer que un día fue, ya no existe. Ahora solo queda La Sustituta Rota.

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Capítulo 1

CAPITULO 1.

POV - MILA

El consultorio era tan callado que podía oír cada latido de mi corazón, un eco sordo de la esperanza que nacía en mi interior. El doctor me sonrió, y en esa sonrisa vi reflejados mis anhelos de los últimos tres años:

—Felicidades, señora Rodríguez. Va a ser madre.

Sentí que el mundo se iluminaba con una luz nueva. Llené mis pulmones de aire, un aliento fresco que revitalizaba cada célula de mi ser. Coloqué mis manos sobre mi vientre, y por primera vez, me visualicé completa: yo, Javier y nuestro pequeño. Una verdadera familia, no está simulación vacía que anidaba en la casa donde siempre me sentí fuera de lugar, como una pieza que no encaja en el rompecabezas.

Salí del hospital sintiéndome ligera, casi irreal. Temblaba de alegría, pero también de una inquietud que no podía ignorar. Tomé el teléfono con manos que apenas respondían a mi voluntad y marqué el número de Javier. Necesitaba oír su voz, su entusiasmo, sentir su abrazo protector que disipara las dudas que me habían atormentado durante tres largos años. Necesitaba saber que él también deseaba esto, que me amaba, que este hijo consolidaría nuestro vínculo para siempre.

Sin embargo, cuando sonó el segundo tono, una voz femenina interrumpió mis fantasías.

—Hola —dijo con una suavidad inquietante y una confianza que me erizó la piel—. Javier está en la ducha. Soy Lola. Si es urgente, puedo ayudar… o puede llamar más tarde.

Un silencio denso cayó sobre mí. El mundo se desmoronó a mi alrededor, dejándome suspendida en un vacío helado. Mis labios se movieron, intentando articular una pregunta, una negación, pero no salió sonido alguno. Esa mujer sabía quién era yo. Su tono burlón, casi triunfal, lo gritaba a los cuatro vientos.

—¿Hola? ¿Me escucha? —preguntó con una falsa inocencia que me revolvió el estómago.

Colgué, sintiendo que la cordura se escapaba entre mis dedos.

Me dejé arrastrar por los recuerdos, buscando respuestas en el laberinto de mi pasado.

Conocí a Javier en la universidad. Yo era una estudiante de Administración que se esforzaba por costear sus estudios trabajando en una cafetería, sobreviviendo en un apartamento diminuto cerca del campus. Él, en cambio, era el heredero, el príncipe azul que todas admiraban: atractivo, carismático, con un futuro brillante asegurado. Para mí era inalcanzable, un ser de otra galaxia al que solo podía observar desde la lejanía.

Sabía que había tenido una novia en el pasado, una relación intensa y tormentosa que lo había dejado marcado. Nadie conocía los detalles, pero yo intuía, en su mirada melancólica y en sus silencios repentinos, que arrastraba una herida profunda, un fantasma que lo perseguía sin descanso.

Nunca imaginé que Javier se fijaría en mí. Pero un día, nuestros caminos se cruzaron. Un encuentro fortuito en el pasillo, una conversación inesperada en la biblioteca, una invitación a tomar un café en la cafetería donde trabajaba. Poco a poco, Javier comenzó a buscarme, a interesarse por mi vida, a hacerme sentir especial. Yo no entendía por qué insistía en mí, qué veía en una chica común y corriente como yo, pero me dejé seducir por la esperanza de que, tal vez, podría ser feliz a su lado.

Hasta aquella noche fatídica. Lo encontré borracho, vulnerable, en el bar de siempre. Lo llevé a mi apartamento, dispuesta a cuidarlo, a protegerlo de sí mismo. Y terminé enredada en sus brazos, besándolo con una pasión que me aterraba y me fascinaba a la vez. Su necesidad me envolvió, y yo, ingenua, creí que era amor. Pero, entre susurros ahogados y gemidos confusos, entendí la terrible verdad: había un vacío inmenso en su interior que yo no podría llenar jamás. Su corazón aún latía por otra, Lola el amor de su vida y yo solo era la sustituta.

A pesar de eso, ya estaba perdida. Me había enamorado ciegamente de Javier, y estaba dispuesta a todo por no perderlo. Decidí ignorar las señales de advertencia, convencida de que con paciencia, entrega y amor incondicional lograría que me mirara de verdad, que olvidara el pasado y me eligiera a mí, para siempre.

El teléfono me quemaba en la mano, recordándome la cruda realidad. Mi respiración se volvió entrecortada, presa del pánico. Lola. La sombra innombrable hasta ahora, se había materializado, usurpando mi lugar en mi propia casa.

Conduje sin rumbo fijo, dejándome llevar por la rabia y la desesperación, sin importarme las consecuencias. Solo podía oír en mi mente un eco implacable: Estoy embarazada. Estoy embarazada. Como si esa sola frase tuviera el poder de cambiarlo todo, de borrar el pasado, de rescatarme del infierno que se abría bajo mis pies.

De repente, un ciclista apareció de la nada. Frené instintivamente, pero ya era demasiado tarde.

El volante me golpeó con fuerza en el abdomen, arrebatándome el aliento. La bolsa de aire se activó con una explosión violenta, estrellándose contra mi rostro. Un dolor lacerante me atravesó el vientre, desgarrándome por dentro. Y entonces, sentí un flujo cálido y húmedo entre mis piernas.

Bajé la mano temblorosa. Sangre.

—No… no, por favor —murmuré en un susurro ahogado, sintiendo cómo mi mundo se desmoronaba por completo.

Con manos entumecidas volví a marcar el número de Javier. Una vez. Dos. Tres. El silencio era la única respuesta. La desesperación me consumía. Finalmente, al cuarto intento, contestó.

—¿Mila? —su voz sonaba distante, jadeante, casi impaciente. Una voz que no me pertenecía, una voz ajena a nuestro amor.

—Ayúdame… tuve un accidente… el bebé… —logré articular entre sollozos, sintiendo cómo la vida se escapaba entre mis dedos.

Pero antes de que pudiera decir algo más, la oscuridad me engulló por completo.

Lo último que oí, antes de perder la consciencia, fueron los gemidos lascivos de una mujer. Gemidos de placer, de satisfacción, que provenían del mismo lugar donde se suponía que debía estar mi esposo.

Abrí los ojos en una sala aséptica, inundada por el olor penetrante del desinfectante. Tenía una venda apretando mi frente, un recordatorio constante del horror vivido. Intenté moverme, pero el dolor me mantenía prisionera en la cama.

El doctor apareció frente a mí, con su rostro inexpresivo y su voz neutra, carente de cualquier emoción:

—Lo siento, señora Rodríguez. No pudimos salvar al bebé. Pero usted está fuera de peligro.

No pude llorar. No pude gritar.

El vacío era tan profundo, tan absoluto, que ni siquiera el sufrimiento podía encontrar una salida. Mi hijo. Nuestro hijo. Se había ido antes de siquiera comenzar a vivir. Y él… Javier… él no había estado allí.

—¿Mi esposo? —pregunté con un hilo de voz, aferrándome a una última esperanza.

—No ha llegado. Fue un buen samaritano quien la trajo al hospital.

No. No podía ser verdad. Lo sabía en lo más profundo de mi ser: Javier no estaba aquí porque estaba con ella. Con Lola.

Al caer la noche, una enfermera entró en la habitación y me informó sin rodeos:

—Señora, debe pagar los gastos del hospital. Si no lo hace hoy, tendremos que liberar la cama.

—No tengo dinero… —alcancé a murmurar, sintiendo cómo la humillación me invadía.

—Entonces tendrá que irse —respondió con frialdad, sin importarle mi estado.

Me obligaron a levantarme, a pesar del dolor y la debilidad. Me dejaron en el pasillo, con mis pertenencias en una bolsa de plástico, desamparada y sola. La puerta del hospital se cerró tras de mí, dejándome a merced de la noche gélida.

Y allí, en la entrada, lo vi.

Javier avanzaba hacia mí, radiante, con una mujer del brazo. Vestido rojo, labios carmesí, un perfume embriagador que impregnaba el aire.

—Javier… —mi voz fue apenas un susurro, una súplica desesperada.

Él giró la cabeza. Me miró, con una expresión indescifrable en el rostro. Y, tras un segundo eterno, volvió a dirigir su mirada hacia Lola. No vino a mí. No se acercó para consolarme, para preguntarme cómo estaba, para ofrecerme su apoyo. Simplemente siguió caminando con ella, como si yo no existiera, como si yo no fuera su esposa. Entonces la vi de frente. Y mi corazón se detuvo por completo.

Era como mirarme en un espejo. Sus rasgos eran idénticos a los míos: la misma nariz, la misma boca, los mismos ojos. Solo la diferenciaban un corte de pelo más audaz, un labial rojo intenso y una mirada que irradiaba una seguridad y un poder que yo jamás había poseído.

Ella era yo… pero mejorada, perfeccionada, deseable. La original.

El frío del suelo me caló hasta los huesos cuando caí de rodillas, sintiendo cómo la herida se abría de nuevo, tiñendo el asfalto de sangre. Nadie me tendió la mano. Nadie me sostuvo. Allí quedé, sola y abandonada, viendo cómo Javier se alejaba con ella, perdiéndose en la oscuridad, mientras mi reflejo perfecto me dedicaba una sonrisa triunfal. Una sonrisa que prometía una venganza cruel y despiadada. Una sonrisa que anunciaba el comienzo de mi verdadero infierno.

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FerWang
“Increíbles capítulos, sigue así ...”
2025-10-04 09:44:55
0
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FerWang
Me encanta todo lo que escribes ...️”
2025-10-04 09:44:25
0
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Malak
Me gusta mucho
2025-10-03 10:03:36
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Malak
Estoy atrapada
2025-10-03 10:03:26
0
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Malak
La recomiendo al 100%100
2025-10-03 10:03:06
0
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Malak
Me encanta
2025-10-03 10:02:45
0
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Malak
Felicidades autora por la gran historia
2025-10-03 10:02:32
0
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Malak
un capitulo espetacular
2025-10-03 10:02:11
0
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Malak
Me gusta mucho la historia
2025-10-03 10:01:54
0
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FerWang
Me encanta cómo logras atraparme en cada escena ...”
2025-10-03 03:17:24
0
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FerWang
Estoy tan entretenida con tu historia que olvidé comer ...
2025-10-03 03:17:14
0
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FerWang
Qué talento tan increíble tienes! .........”
2025-10-02 03:12:48
0
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FerWang
“No puedo dejar de leer, tu historia es única ”
2025-10-02 03:12:38
0
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Malak
Escribes genial
2025-10-01 05:20:32
0
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Malak
Los capitulos superan mis espectativas
2025-10-01 05:20:20
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103 chapters
CAPITULO 1.
Capítulo 2.
Capítulo 3.
Capítulo 4.
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7.
Capítulo 8.
Capítulo 9.
Capítulo 10.
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