Para saldar una millonaria deuda, mi padrastro ha decidido venderme al hijo del hombre más rico del país, pero también el más desagradable. El día de la boda, llega un hombre que parece sacado de un cuento de hadas, pero que en realidad me hace vivir un cuento de terror. No solo llega con otra mujer a nuestra boda, sino que en nuestro matrimonio solo me da indiferencia y...sexo. Mi único consuelo es mi fantástico trabajo como diseñadora de joyas anónima, el cual me permite ahorrar e iniciar la cuenta atrás para poder librarme de él, pero cuando llegue la hora, ¿él me dejará ir? Peor aún, ¿qué hará cuándo se entere de que llevo a su hijo en el vientre? -No, no puedes irte -me dice con una sonrisa cruel, luego de romper mi cheque-. Todavía tienes que pagarme los intereses.
Ler maisÁmbar—¿Se puede saber a qué se debe esa sonrisa? —me pregunta Anastasia cuando entro en la casa—. La he visto muy emocionada toda la mañana.Como supuse, la respuesta de Lucía, mi jefa, no tardó en llegar. Dio su visto bueno y se deshizo en halagos por mi increíble diseño. Solo hubo que hacer un pequeño ajuste en el broche y resolverle algunas dudas para que los artesanos pudieran hacerse cargo, pero eso no llevó más de diez minutos.En conclusión, el trabajo quedó perfecto.—Luego lo sabrás, Ana —le digo, ampliando mi sonrisa mientras sostengo mi laptop bajo el brazo—. Todavía es un poco prematuro anunciarlo, pero si todo sale bien, esto se terminará.—¿Qué quiere decir? —Frunce el ceño.—No me hagas caso por el momento —me río—. Por cierto, hoy quiero almorzar mi pasta preferida. ¿Podrías hacerla? También me encantaría comer panecillos y una botella grande de refresco, hace mucho que no lo tomo.—Claro que sí —responde complacida, ya que le encanta que me alimente bien—. Me alegra
ÁmbarSin abrir los ojos, me estiro en la cama hasta que mis articulaciones protestan un poco. Las sábanas son suaves, como recostarse en una nube, pero son frías, más aún sin nadie a mi lado para calentarlas.David ha pasado otra noche fuera de casa.Me incorporo lentamente, mirando aquel lado vacío de la cama. En estos dos años de matrimonio, jamás lo he cuestionado sobre cómo pasa sus noches, ya que me lo puedo imaginar perfectamente. Me resulta más fácil cuando no llega, porque cuando lo hace, suele estar bastante borracho y solo quiere acostarse conmigo para tomarme de una manera intensa, como en nuestra noche de bodas.Me levanto, me pongo una bata y bajo al primer piso. En el largo y lujoso comedor, ya me espera mi desayuno. Se ve ridículo en una mesa tan grande, pero no tengo permiso de comer en la cocina con los empleados. Al parecer, tampoco con nadie más, pues jamás he recibido visitas, ni de mi familia ni de mis suegros.—¿Es todo de su agrado, señora? —me pregunta Anastas
ÁmbarNo sé cuánto tiempo llevo mirando por la ventana, contemplando las luces de la ciudad que tintinean y me ofrecen un espectáculo bastante bonito. Sin embargo, sé que han pasado muchas horas y que David no vendrá a nuestra noche de bodas. Basándome en su comportamiento y la familiaridad con esa pelirroja, supongo que debe estar pasándola en grande con ella, haciéndole lo que cualquier esposo le haría a su mujer en un matrimonio normal.Pero el nuestro no es un matrimonio normal, claro.Suelto un bostezo, llegando a la conclusión de que David no llegará y que puedo estar tranquila para quitarme este vestido de novia. Es muy bonito, pero me pica demasiado y me aprieta la cintura. No sé cómo he podido estar tanto tiempo sin quitármelo.Debo seguir en shock.Me aparto de la ventana y cierro las cortinas. La casa está a muchos kilómetros de la ciudad, rodeada de bosque, por lo que no hay vecinos. Sin embargo, no me arriesgaré a que haya un guardia por ahí.En la cama hay una bata de se
ÁmbarDavid camina rápidamente al altar con esa mujer en brazos y, mientras más se acerca, más puedo notar lo aterradoramente atractivo que es, a pesar del hecho de que tiene una sonrisa idiota en los labios. Sus facciones son simplemente perfectas, como si un escultor se hubiera empeñado en hacerlo todo bien para que solo puedas prestar atención a su arte.En alguna ocasión me planteé la posibilidad de que David fuera guapo, pero jamás imaginé que fuera tan atractivo, ni que mi hermanastra lo mirara con la boca abierta.No puedo leerle la mente, pero sé que está arrepentida de no ser ella la que esté en el altar.Un brillo de malicia resplandece en sus ojos azules mientras me examina de arriba a abajo al soltar a esa mujer al llegar al altar. Puede que sea muy atractivo por fuera, pero es igual de detestable que su padre. Lo demuestra en lo primero que le escucho decir.—Padre, no perdamos más tiempo. Saltémonos todos esos sermones y pasos innecesarios. Acepto.Tras decir eso, voltea
ÁmbarDesearía que esta fuera una espantosa pesadilla y despertar pronto.Al estar frente a las puertas de la iglesia, vestida de novia, las lágrimas recorren mis mejillas. Mi maquillaje se está arruinando, pero estoy tan aturdida que no me importa.Siento la cercanía de mi hermanastra segundos antes de que llegue. Su perfume, inconfundible, me hace cosquillas en la nariz.—Te envidio, hermanita —dice burlonamente mientras se para a mi lado—. Te casarás tan joven. Más lágrimas caen, no de felicidad, sino de una amarga tristeza. Mi propia madre me ha obligado a casarme con el hijo del hombre al que le debe dinero por culpa de la adicción al juego de mi padrastro. Al principio me opuse con todas mis fuerzas, pero entonces mamá se puso aquella pistola en la sien y amenazó con dispararse.—Tú serás la culpable de mi muerte —me había dicho, mirándome fijamente a los ojos.A pesar de que ella no me quiere, no pude permitir que se matara. No sé si lo que siento por ella es amor, pero no po