Ámbar
—Ay, no, no, no —jadeo, sentándome en la cama con la prueba de embarazo en las manos—. No, no.
Esto es un positivo. Un positivo después de la OTB que me hicieron en la cesárea. ¿Cómo es posible que de nuevo esté embarazada?
—¿Qué salió? —me pregunta Ruth, entrando al baño sin tocar—. Ay, madre del cielo.
—Sí, estoy embarazada otra vez. ¿Cómo…?
—Pues tal vez no te la hicieron bien —dice nerviosa.
—No puede ser, los bebés tienen solo un año. Te juro que los voy a demandar.
—Pero…
—Y David me las va a pagar.
—Oye, pero no tiene la culpa.
—¿Y de quién es el pene que me embarazó? —gruño.
—¿Y quién es la calenturienta que quiso coger con él? —Arquea una ceja—. ¿Y quién le dijo que no era necesario que se hiciera la vasectomía?
—Touche —gimo—. Dios mío, no estoy lista. Al menos con Ada y Daniel pasaron cinco años, pero…
—Puedes decidir no tener al bebé —me dice con mucha seriedad, pero no parece realmente convencida.
Ni yo. Si este embarazo es real, no pienso deshacerme del bebé.
—Tra