Amy es una mujer de 35 años que ha sufrido ya varias perdidas en su vida, sus padres, dos embarazos y ahora su esposo Jonathan que luchando entre el amor y la cobardía le pide el divorcio haciéndole creer que tenía otra mujer para dejarla libre con la esperanza de poder reconquistarla si logra salvarse. El día de la firma del divorcio Amy conoce a Keith Roman un atractivo hombre de negocios que llega a su oficina y que obsesionado con ella por no conseguir llevársela a la cama como a todas contrata los servicios de Liz quien debe incluso vestir como Amy para satisfacer sus deseos cada noche mientras él crea un plan para conquistar la única mujer que no puede conseguir. Te invito a que descubras esta historia donde la obsesión de Keith buscará la manera de conquistar el amor de Amy mientras Jonathan lucha por su vida.
Leer másDivorcio… bendita o m*****a palabra que jamás viene a la mente ni al corazón cuando decimos “Si… Acepto”
Hoy preparo mi ropa la que mejor me queda y que elegí especialmente porque la ocasión lo amerita para llegar con el juez a firmar esos papeles, me preparo con una hora al salón de belleza, uñas y maquillaje casi igual como el día en el que dije “Si… Acepto” sólo que hoy no hay un vestido blanco sino un traje elegante dos piezas color rojo con un buen escote, si hubiese un toro cerca debería salir corriendo en estos tacones de aguja que podrían ser un arma mortal si lo quisiera, llevamos varios meses donde no nos hemos visto, todo ha sido a través de abogados y me propuse el día que él me dejó que la próxima vez que me viera se arrepentiría del mujerón que está dejando ir, eso es lo que me digo cada día si lo siente o no así mi corazón es otra cosa.
No sé qué pasó, en qué momento nuestra relación desapareció después de 10 años ambos perdimos tal vez el interés, ese momento en que me di cuenta de que si no me tocaba ni me pedía hacer el amor ya no importaba o tal vez me sentía mejor así después de lo vivido, que nuestras tarjetas de navidad de pronto dejaron ser de los dos y cambiaron por unas compradas en la tienda totalmente impersonal, donde caminar de mano dejó de ser una costumbre y donde aprendí tristemente a caminar sola, aprendí a comer sin su compañía y al mismo tiempo él también sin la mía, lo sé, es culpa de los dos yo también debí decir o hacer algo pero como dicen por ahí la costumbre se hizo más fuerte que el amor y me acostumbré a la soledad así que cuando comenzaron las excusas para no llegar a dormir aunque dentro de mi sabía bien cuales podían ser las razones simplemente no hice nada, hoy estoy aquí porque con esta firma también acepto mi culpa en esta historia porque fallamos los dos, ojala ambos encontremos en algún lugar lo que algún día creímos podíamos construir juntos aunque al parecer él ya lo encontró.
Quería tener hijos y cuando sufrí la perdida por un aborto espontaneo sentí mucha culpa, y no fue la única vez ya después poco a poco comenzó el distanciamiento y en más de una oportunidad escuché “De seguro la del problema eres tú” pero debo reconocer que esas palabras jamás vinieron de él, más bien de la familia de Jonathan mi suegra y mi cunada son un par de brujas de esas que hay que temer, lo dijeron cada vez que las vi que me convencí y hasta creí que era yo la culpable y pensé una y otra vez «de seguro hice más de lo que debía» y sin ni siquiera investigar lo acepté… tal vez ese fue el comienzo de nuestra separación sentirme culpable y aceptar esa culpa sin buscar ayuda aunque debo reconocer que él jamás me culpó y que incluso me defendió frente a su familia tanto es así que desde la última discusión no volvieron a vernos ni siquiera para insultarnos o mejor dicho insultarme.
Después de la partida de Jonathan sentí ese lugar al que siempre le llamé nuestro hogar tan grande y vacío pero muy pronto me acostumbré tal vez mucho antes de lo que jamás imaginé, lo difícil era ahora lidiar con las amistades, las amigas mujeres con pareja dejan de invitarte, ya pasas a ser motivo de peligro para ellas, otras que están solas sólo quieren divertirse y yo… ya no sé ni lo quiero o mejor dicho sí sé, quiero que Jonathan se arrepienta de dejarme ir… no porque lo ame… creo, imagino que ya no, eso me digo cada día sin saber si es o no verdad o mentira… tal vez por amor propio o simplemente por orgullo.
En estos meses bajé bastante de peso, comí sano, hice ejercicio, me preocupé de mí, cambié mi color de pelo por un castaño claro, los anteojos por lentes de contacto, todos siempre me decían lo lindos que eran mis ojos pardos y que nadie podía apreciar tras esos lentes gruesos, aprendí a maquillarme nuevamente volví a preocuparme de mi y hoy con 35 años cuando vuelva a casa seré por fin una mujer libre.
Me miré al espejo mil veces o tal vez mas antes de salir de casa, esta vez sería diferente, no habrían invitados no habría fiesta ni tampoco lanzaría el ramo ni cortaría el pastel, pero si aceptaré el ser libre de una buena vez… aunque no se si es eso lo que quiere este traicionero corazón.
Llegué a las oficinas del abogado, estacioné mi carro, respiré profundo y volví a mirarme al espejo, de pronto sentí deseos de llorar y mucha tristeza, no por perder a Jonathan sino por la muerte de un sueño que en un momento de mi vida pensé sería para toda la vida en especial cuando dije “Si… acepto” por primera vez.
No había marcha nupcial mientras caminaba a la oficina sino un silencio y el sonido de mis tacones tipo aguja, no iba del brazo de mi padre esta vez caminaba sola, pero aprendí a pisar fuerte, llegué a la puerta de la oficina, respiré profundo, cerré los ojos por un segundo y abrí.
Dos secretarias, Jonathan, Esteban su abogado y amigo de muchos años junto a mi abogado se encontraban ya listos esperando por mí en la recepción de la oficina, no pude evitar una suave sonrisa que era más que evidente en ese lápiz de labios tan rojo como mi traje, Jonathan trató de hacerse el idiota y no verme, pero era claro que mi escote y mis piernas con ese traje justo sobre la rodilla lo pusieron más que incomodo aún más tras recibir las miradas que decían “Hay que ser bien bruto para perder esta mujer”
***
—Buenos días —dijo con tono firme y muy segura, sabe bien que preparó esas dos palabras muchas veces en todos los tonos posibles y fue tal como lo quería.
—Buenos días, Amy —dijo su abogado acercándose a ella en ese momento para darle la mano —¿Estás lista? —preguntó después.
Sólo asentó con la cabeza y sonrió mientras caminaba hacia la oficina donde firmarían los papeles del divorcio… dijo —Buenos días, Jonathan, te vez cansado ¿Todo bien? —aunque dentro de ella de verdad no era preocupación lo que sentía… si quería que se viera así lo reconocía y peor si hubiese sido posible, en su último año de matrimonio cuando las cosas se terminaron de enfriar ella sabía bien que le pidió que buscaran ayuda pero Amy imaginó que al mismo tiempo prefirió buscarse a otra, aunque ya tiene 38 años la cambió por una jovencita porque tal vez ella le brindaba la juventud pero ahora Amy veía que en ese proceso le exprimía la que a él le quedaba y mirándolo bien se ve hasta peor que cuando estaban juntos. Amy pensó al verlo «se nota que las noches de desvelo y fiesta le están pasando la cuenta hasta podría sentir que está enfermo y eso no es lo que yo quería para él» Amy cerró los ojos por unos momentos como para tratar de convencer a sus corazón y también a ella misma «Hoy quiero que sienta que ha cometido un error no porque aún lo ame… aunque no este segura de mis sentimientos, maldito corazón traicionero, quiero creer que nuestro amor murió hace ya mucho al menos es lo que quiero pensar y que si algo quedaba en mi corazón debió terminar de desaparecer el día en que se fue de casa… hoy quiero que me vea bien, fuerte y empoderada como mujer no por amor a él sino por amor propio…» eso se decía una y otra vez tratando de convencer a su corazón que no pensó se sentiría de esta manera al volver a verlo, era como si las emociones le estuvieran haciendo un juego sucio.
Entró a la oficina y se sentamos juntos en ese escritorio que sólo tenía los papeles que marcarían un antes y un después además de unos lápices, ella respiró profundo sonrío un segundo para que él notara su sonrisa en ese lápiz labial rojo que imaginó ya no le gustaba en ella pero no dudaba que en su nueva novia si le gustara, cruzó las piernas sabiendo bien que Jonathan no podría evitar mirarlas aunque quiera, esos zapatos con tacones que la hacían 3 pulgadas más alta eran el complemente perfecto para ese traje, ella sabía que no dejaba de mirarla y no era el único que quedó así con ese escote que no mostraba todo pero que hace su trabajo a la perfección.
Tomó ese lápiz y esta vez su firma era el “Si…Acepto” esta vez ese acepto significaba sólo una cosa… Aceptaba que de ahora en adelante era libre, aceptaba que ya no usaba más su apellido sino el de ella, aceptaba que estaba sola pero que era independiente, aceptaba que nunca más le permitiría a ningún hombre la hiciera sentir que no existía, aceptaba que era tiempo de comenzar a vivir, aceptaba dejarlo ir.
El sobre estaba sellado, esperando tal vez a la única persona que debía leer esa carta pero que Jonathan quiso en ese momento compartir con Amy. Jason y Carlo decidieron salir de la sala para darle el espacio que de seguro necesitaba. Jonathan respiró profundo abrió con cuidado esa hoja porque podría jurar en ese instante que con cada palabra sentiría la presencia de su padre junto a él. Querido hijo, si recibes esta carta significa que de alguna manera no tuvimos el tiempo de hablar, quisiera decirte tantas cosas, pero lo mas importante es que te admiro, jamás tuve el valor de decírtelo, admiro la fuerza con la defendiste tu amor por Amy, tal vez si yo hubiese tenido tu coraje en su momento todo hubiese sido tan distinto. Aunque ya era adulto nunca tuve el valor para enfrentar a mi familia, fui un cobarde lo reconozco, a los 22 años conocí una chica hermosa, la mas bella y dulce de todas, con un corazón que no le cabía en el pecho, me enamoré profundamente de ella y cuando me dijo
Al llegar a la ciudad los agentes se dirigieron rápidamente a la casa del padre de Jonathan, encontrar ese lugar aun con oficiales y ver el cuerpo ya sin vida de su padre lo destrozó, era un golpe muy duro para él. Esteban había estado ahí ya por un par de horas tratando de ayudar en todo lo posible pensando en lo difícil que sería para su amigo ese momento, pero imaginaba que el hecho de que Amy estuviera a su lado le daría la fuerza necesaria. Esteban le había avisado a Andrew lo sucedido así que él también no tardó en llegar, ese mismo día Charles le había dejado una misión que jamás imaginó debería realizar en tan poco tiempo. —Jonathan yo sé que no es el momento, pero tu padre esta misma mañana fue a mi oficina para dejar listo su testamento, tal vez tuvo un presentimiento de que debía arreglar las cosas lo antes posible —dijo Andrew después de abrazarlo. —Imagino que quería proteger a Hannah y mi hermano, yo sólo hubiese querido poder conversar con él una vez, preguntarle tan
Amy y Jonathan subieron a la habitación y guardaron rápidamente algo de ropa, las medicinas que Jonathan debía seguir tomando y los celulares que esta vez ya no pudieron dejar apagados, se subieron rápidamente en un carro que Jonathan tenía guardado en el garaje dejando el carro de Amy en el jardín de la casa. Llegaron en menos de 10 minutos al pequeño departamento que ella había rentado durante ese tiempo y del que aún no había tenido oportunidad de entregar las llaves, decidieron seguir al pie de la letra las indicaciones de Arthur. Entraron los bolsos sin saber cuánto tiempo estarían en ese lugar sabiendo que su hermosa casa en esos momentos era el blanco de Robert. Ambos se sentaron en el sofá que no era tan grande como el de la mansión, pero lo más importante es que estaban juntos. —Tranquila amor, ya veras que muy pronto volveremos a nuestra casa yo no voy a permitir que nadie nos separe y te voy a proteger con mi vida si es necesario —le dijo Jonathan mientras la abrazaba vi
Jonathan y Amy llegaban a la mansión llenos de bolsas y cajas que deberían organizar con todo lo que se pudieron imaginar podrían necesitar desde cunas, juguetes y comida para perros y gatos. Mientras trataban de poner las cosas en su lugar Jonathan no perdía el tiempo y cada vez que podía acorralaba a Amy donde fuera para besarla o darle mas de alguna caricia que les subía la temperatura a los dos. Esa enorme misión para ellos solos se estaba transformando en una tremenda tentación a cada instante y justo cuando estaban dejando de lado las instrucciones para armarle un árbol a los gatitos porque Jonathan comenzó a besar el cuello de Amy mientras abría los botones de su blusa con total confianza. —Amor si haces eso sabes que no me puedo resistir —dijo Amy mientras cerraba los ojos y sentía como las manos de Jonathan la recorrían y ya estaban encontrando el camino bajo ese brasier. —¿Te quieres resistir? —le preguntó Jonathan susurrándole al oído mientras iba cayendo lentamente sobr
Esa mañana Liz se presentó en la oficina Cathy y Tosha casi no la reconocieron a primera vista con su nueva imagen, durante un buen rato hablaron y Liz les contó buena parte de su historia después sacó de su bolso una carta que le pidió le entregaran a Amy cuando la vieran. —Esta carta tal vez responda más de alguna pregunta que Amy pueda tener —les dijo antes de irse. Las tres se abrazaron fuerte y sintieron ese sabor agridulce, por un lado, se daban cuenta de que Liz era una buena chica que simplemente había sido abusada, pero por otro tal vez la distancia y un nuevo comienzo le ayudaría a encontrar la felicidad. Un par de horas más tarde Esteban pasó a la oficina como cada mañana a darle a Tosha su beso del medio día y esta vez también para contarle que sus padres llegarían en una semana de Los Angeles para conocerla y se encontró con la historia de Liz. Pero cuando Tosha se enteró de que sus suegros vendrían comenzó a ponerse nerviosa lo que le causaba mucha gracia a Es
Esa noche Liz caminó libre, se sintió mejor que nunca y después de sentarse en un parque a mirar el atardecer tomó su teléfono nuevamente. —Hola Kim. —Hola Liz ¿Cómo estás? —escuchó la dulce y agradable voz de su amiga y psicóloga al otro lado del teléfono. —Estoy bien, mejor que nunca diría yo, me siento libre o mejor dicho liberada, sólo llamo para despedirme mañana por la noche me voy a la Florida. —Será bueno para ti un cambio, cualquier cosa que necesites sabes que aquí tienes amigos que te aprecian. —Lo sé, ha sido con tu ayuda estos meses que he podido despertar y salir de esa relación tóxica que no me hacía bien y de pasada le di una ayudita a Arthur. —¿Ayuda? —Ya lo sabrás, te envío un fuerte abrazo, mañana pasaré por la oficina de Amy. —Supe por Esteban que no está ahí todavía. —Le dejaré una carta entonces con Cathy mira que fue gracias a ella que te conocí y también quiero agradecerle. Después de esa conversación Liz se sintió cada vez mejor, esta vez ese cabello
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