Ayla Moon nunca encajó en ninguna parte. Desde pequeña, ha sentido que algo dentro de ella no pertenece al mundo ordinario. Cuando su madre la obliga a mudarse al pueblo remoto de Greystone Hollow, un lugar atrapado entre niebla, leyendas antiguas y secretos en cada esquina, Ayla descubre que su llegada no fue una coincidencia. Allí conoce a Ronan Blackthorn, un joven reservado, intenso y enigmático, que parece luchar contra sus propios demonios… y a Kael Rivers, el carismático y rebelde líder de una misteriosa manada que merodea los límites del bosque. Ambos esconden un secreto que cambiará la vida de Ayla para siempre: ella está destinada a formar parte del mundo de los licántropos, no como una simple humana… sino como la pieza clave de una profecía ancestral. Mientras el deseo, la lealtad y la verdad se entrelazan, Ayla deberá tomar decisiones que podrían destruir su corazón y condenar a toda una especie. ¿Puede el amor sobrevivir cuando dos almas salvajes la reclaman como suya?
Leer másLa cima de la colina era el lugar perfecto. No porque estuviera alejada de todo, sino porque era el sitio donde todo había comenzado. Desde aquí, todo había cobrado sentido. Y ahora, al amanecer de este día, era donde todo terminaría para dar paso a algo nuevo.El viento del amanecer acariciaba mi rostro con suavidad, como si el universo entero me estuviera susurrando que todo había valido la pena. El cielo, teñido de una mezcla de rosado y dorado, pintaba un cuadro perfecto sobre las tierras que había ayudado a sanar, sobre los pueblos que ahora, en su mayoría, estaban reconstruyendo sus vidas. No había guerras, ni ruinas, ni la sombra de la oscuridad que me había perseguido durante tanto tiempo. Todo era paz, finalmente.Yo, sin embargo, no era la misma. No p
El amanecer siempre trae consigo un aire de promesa. De comienzos. Pero aquella mañana tenía un sabor distinto.Era un amanecer de despedidas.El campamento temporal, en las afueras del bosque de Haldrin, bullía con la energía de la partida. Las tropas, los mensajeros, los aprendices de magia... todos se preparaban para volver a sus tierras, a sus vidas, a reconstruir lo que había sido dañado.Yo también debía partir.Pero no antes de soltar el último nudo que me ataba al pasado.Mis pasos me llevaron, casi sin pensarlo, a la colina donde Ronan y yo solíamos entrenar en los primeros días de la guerra. Aquel
Volver siempre fue la parte más difícil.Había cruzado tierras devastadas, negociado con sombras antiguas, enfrentado a mi reflejo más oscuro y perdido más de lo que jamás imaginé. Pero caminar por el sendero de piedra que conducía a la aldea donde nací... eso era otra cosa.Cada paso removía una capa de tierra en mi memoria.El molino derruido que solía girar con el viento. La fuente que mis amigos y yo decorábamos en cada festividad de la luna. Las casas, ahora restauradas, aunque aún conservaban esa fragancia de leña y esperanza.La aldea había cambiado… y, sin embargo, seguía siendo la misma.
Creí que, al liberar la magia, todo habría terminado. Que mi sacrificio bastaría. Que finalmente podría dormir sin sentir los susurros en la oscuridad de mi mente, esos que nunca dejaban de murmurar. Pero me equivoqué.No quedaba magia dentro de mí, no como antes. Ya no podía alzar una mano y controlar el fuego o calmar los cielos con una oración. Y, sin embargo, algo seguía vivo. Una chispa oscura. Silenciosa. Persistente. Algo que no me abandonó cuando el resto se fue.La oscuridad.No era magia externa. Era una grieta interior. No tenía forma ni nombre, pero era la herencia de los errores, de los secretos sellados demasiado tarde, de la carga de ser la Elegida. Una p
El amanecer no trajo consuelo.Me quedé de pie en lo alto del risco, donde el viento cortaba como navajas y el cielo parecía pesar más que la tierra. Desde allí podía ver los valles, los bosques dormidos, las torres de las ciudades aún cubiertas por la neblina. La calma antes del despertar del mundo. La calma antes del final.Había elegido la verdad. Había destapado las viejas heridas. Ahora venía la consecuencia.La paz se mantenía colgando de un hilo. Y yo era ese hilo.Mis dedos se cerraron alrededor del colgante que llevaba al cuello, un pequeño cristal que contenía la última chispa de la magia sellada. No era un arma. Era una promesa. Y una
Caminar sola era una forma de meditación. Cada paso me alejaba un poco más de lo que conocía y me acercaba a la verdad que había buscado sin saber cómo nombrarla. El viento hablaba en lenguas antiguas entre los árboles. El mundo parecía agazapado, esperando.Después de días de viaje por senderos olvidados, llegué a los salones subterráneos de la Cumbre de Mithrael, donde los líderes de las razas mágicas celebraban sus reuniones secretas. Un santuario escondido entre las raíces del mundo, sellado por barreras que solo aquellos con magia antigua podían atravesar.La guardia me reconoció. No hubo necesidad de anunciarme. Me dejaron pasar sin palabras, como si hubieran estado esperando mi llegada desde siempre.
Último capítulo