Mundo ficciónIniciar sesiónDesde niños compartieron un vínculo irrompible. Su amor floreció con la inocencia de la infancia y creció hasta convertirse en una promesa eterna. El día de su boda debía ser el inicio de su “para siempre”, pero un accidente lo destruyó todo. Él, devastado y creyendo que la había perdido para siempre, enterró sus sentimientos en lo más profundo de su corazón. El dolor lo convirtió en un hombre frío, distante… un poderoso CEO temido por todos, pero vacío por dentro. Entre silencios, heridas y secretos del ayer, deberá enfrentar la prueba más grande de su vida: demostrar que el amor verdadero nunca muere. ✨ ¿Podrán los susurros del corazón vencer al tiempo y al olvido?
Leer másNOTICIA DE ÚLTIMA HORA: LA BODA DEL AÑO
La ciudad capital está inundada de gozo. Esta noche se celebra la unión entre Michael Drucker, el segundo hijo del poderoso imperio corporativo Drucker, y la señorita Aysel Porter, hija del influyente empresario Ricardo Porter. La ceremonia tendrá lugar en la Gran Iglesia Imperial del Distrito Financiero.
Gran Iglesia Imperial
—Señor, ya está todo listo. La señorita Aysel llegará en breve — anunció uno de el mayordomo del lugar.
Michael asintió con una sonrisa serena, mientras abotonaba los gemelos de su camisa, un recuerdo lo envolvió, tan vívido que casi podía sentirla cerca.
Flashback
En una habitación privada del restaurante , Aysel lo esperaba emocionada. Michael abrió la puerta y encontró a Aysel sentada a la mesa, con el rostro iluminado por una sonrisa que solo era para él.
—Cariño, hoy he pedí los platillos que más te gustan — dijo ella, tomando los palillos para servirle unos camarones.
Él la contempló en silencio, con ternura. Se acerca, toma su rostro con ambas manos y la besa con una profundidad que decía todo lo que sentía.
—Te extrañé estos días —murmuró Michael al separarse, sin soltarla del abrazo—. Déjame abrazarte y besarte un minuto más.
Después de un largo momento, Aysel se apartó con picardía. Rebuscó en su abrigo y sacó una pequeña caja, que sostuvo con fuerza antes de entregársela.
—Feliz cumpleaños, cariño.
Michael sonrió al recibirla. Al abrirla encontró unos gemelos de oro blanco, uno grabado con una "M" y el otro con una "A".
—Quiero que los lleves siempre. Fueron hechos especialmente para ti. Son el símbolo de este momento tan especial. Revisa bien la caja… —le dijo Aysel con complicidad.
Él lo hizo, y encontró un pequeño papel enrollado. Al desdoblarlo, la incredulidad nubló su vista. Levantó la mirada hacia ella.
—¿Aceptas?
Aysel asintió lentamente, mientras lágrimas de alegría corrían por su rostro.
—Acepto ser tu esposa.
Michael se levanta y la atrae hacia un abrazo.
Fin del flashback
Michael salió del recuerdo con un suspiro, su dedo acarició la "A" de uno de los gemelos. Miró el reloj de la pared y, con un paso confiado, se dirigió al altar.
Al ocupar su lugar, su corazón latía con tanta fuerza que le parecía irreal, mientras observaba a familiares y amigos. Unas palmadas en su hombro lo sacaron de sus pensamientos y escucha la voz de su hermano.
—No puedo creer que mi hermanito se case primero que yo —dijo Noel , dándole una palmada cariñosa en el hombro.
—¿Qué puedo decir? La vida me regaló a la indicada. Ella siempre estuvo ahí.
—Cierto. Quién iba a pensar que la hija del mejor amigo de papá sería tu gran amor.Michael bajó la mirada hacia los gemelos.
—Ella es la única mujer que podré amar.Siguieron conversando un rato, hasta que de repente la puerta de la iglesia se abrió bruscamente. Un grupo de hombres entró con precipitación, acompañando a Walter Porter, el Tio de Aysel. El silencio lo invadió y un murmullo de confusión recorrió los bancos.
Michael se apartó de su hermano y corrió hacia su tío Walter. Al acercarse, notó sus ojos enrojecidos y un mal presentimiento lo atravesó. Una punzada de frío se incrusto en su pecho. Su mirada buscó instintivamente a Aysel entre los recién llegados. No estaba.
—Tío, ¿qué sucede?
Walter guardó silencio unos segundos antes de levantar la mirada.
—Hijo... Aysel y Susan venían hacia aquí... pero... —Hizo una pausa agonizante—. Tuvieron un accidente. El auto cayó al mar desde el acantilado.
Las piernas de Michael flaquearon. Su hermano, Noel, estaba a su lado en un instante, sosteniéndolo. Cuando recuperó el aliento, el mundo se había reducido a una sola misión. Arrebató las llaves del coche de las manos de Walter.
—Noel, consigue la ubicación exacta. Voy para allá.
—No pienso dejarte ir solo —respondió su hermano, quitándole las llaves con firmeza—. Yo conduzco.
El trayecto fue una tortura. Al llegar al lugar, la escena era un caos de luces giratorias y cintas de policía. Michael saltó del vehículo antes de que se detuviera por completo. Localizó a Ricardo, quien, pálido y demacrado, hablaba con un detective.
—¿Ricardo? —la voz de Michael era áspera por la desesperación—. ¿Ya la encontraron?
—Están buscando, Michael —respondió el hombre, con la mirada perdida en el mar oscuro—. Pero las corrientes... es muy difícil. Mi niña...Michael siguió su mirada hacia las aguas, una angustia paralizante apretándole el corazón. De repente, un grito surgió entre el grupo de rescate, cortando la noche como un cuchillo.
—¡Han encontrado un cuerpo! ¡Es una mujer!
El mundo de Michael se detuvo. Allí, paralizado en el borde del acantilado, su corazón suplicó en silencio que no fuera ella.
Al otro lado de la puertaMichael acababa de llegar a la mansión. Apenas cruzó el umbral, lo primero que quiso hacer fue subir directamente a saludar a la pequeña Liseth. Necesitaba verla, asegurarse con sus propios ojos de que estaba bien. Sin embargo, no alcanzó a dar más de dos pasos cuando fue detenido.-Mamá te está esperando abajo -dijo Noel a su lado-. Está estresada buscándote por toda la casa.Michael suspiró.-Me lo imaginé. Solo quiero saludar a mi cuñada y a la bebé, luego bajo -respondió, dándose media vuelta.- Espera - lo detuvo Noel -Le están haciendo unos chequeos a Liseth. Es mejor que no entres en este momento.Michael se quedó quieto frente a la puerta cerrada. Durante unos segundos, su mirada permaneció fija en ella, como si quisiera atravesarla.-Está bien - dijo finalmente- . Bajo con mamá entonces.Sin añadir nada más, caminó hacia las escaleras.-Yo me quedaré con mi esposa -agregó Noel-. Nos vemos en un rato.Michael asintió desde la distancia.En la habitaci
Hospital CentralLuego de un día agitado y lleno de pacientes, Sol se encontraba completamente agotada. Con pasos lentos, se dejó caer sobre uno de los sofás del área de descanso y cerró los ojos, apoyando la cabeza contra el respaldo. Sentía el cuerpo pesado y la mente saturada; apenas podía pensar con claridad.De pronto, percibió el peso de alguien recostándose a su lado. Abrió los ojos con pereza y se encontró con Maggie, quien ya se acomodaba en el sofá como si no hubiera fuerzas para nada más.—¿No estabas en el área de emergencias? —preguntó Sol con la voz cansada.—Sí… pero me dieron un descanso —respondió Maggie, soltando un suspiro—. Vine a recostarme un poco antes de volver.Se acomodó mejor y dejó escapar un pequeño gemido de agotamiento. El silencio volvió a envolverlas. Los minutos pasaban uno tras otro, pesados y tranquilos, hasta que el sonido insistente de un celular rompió la calma.Sol se sobresaltó y abrió los ojos de golpe. Maggie refunfuñó a su lado.—Ugh… apaga
El día de la fiesta finalmente llegó.Desde muy temprano, la mansión Drucker era un completo caos. Personas iban y venían de un lado a otro, cargando cajas, acomodando mesas, ajustando decoraciones y ultimando cada detalle del evento. El jardín parecía un lienzo en constante movimiento, mientras el salón principal se llenaba poco a poco de elegancia y luces cálidas.Carmen observaba todo desde el centro del salón, con una expresión concentrada. Cuando comprobó que cada detalle estaba exactamente como lo había imaginado, una sonrisa de alivio se dibujó en su rostro. Sin embargo, no todo la dejaba completamente tranquila. Desde hacía un par de horas había intentado comunicarse con Michael, pero no había obtenido respuesta.Con un leve suspiro, tomó su teléfono y marcó el número de Noel.- Hijo, ¿estás con Michael? - preguntó apenas escuchó su voz.Al otro lado de la línea se oyeron pasos, como si estuviera caminando por un pasillo.- Sí, mamá. Estoy poniéndolo al día con algunos asuntos
Una sensación extraña se apoderó de Sol luego de visitar aquella boutique. Era similar a la que sintió la primera vez que pisó Ciudad A: un temblor interno, como si una pieza perdida dentro de ella intentara encajar en su lugar. Los días pasaron, pero la inquietud persistía como un eco que no lograba silenciar.Camino al hospital, Sol avanzó por los pasillos con paso cansado. Había sido asignada de forma permanente al área de pediatría. No era un mal lugar… pero tampoco su primera elección. Aun así, no protestó. Empujó la puerta del consultorio y encontró al médico revisando varias historias clínicas. De pronto, él se detuvo en un expediente, frunció el ceño y su expresión cambió como si hubiese descubierto algo importante.Sin levantar totalmente la mirada, se acercó a ella.—Te necesito disponible este fin de semana —dijo con voz firme—. Viajaremos a visitar a un paciente.Sol parpadeó. Su único descanso se le escapaba como arena entre los dedos.—Sí, señor… —respondió resignada.El
Grupo Potter.Las noticias de que Michael sería el nuevo CEO del Grupo Drucker inundaron la ciudad, entre comentarios positivos y algunos negativos por parte de la élite. Walter se enteró de la noticia de última hora, y una ola de tranquilidad, casi fría, se apoderó de él. Por fin, una luz en la tormenta que amenazaba con hundir su imperio.El Grupo Potter atravesaba una época crítica, con deudas que se acumulaban como sombras en los pasillos de sus oficinas. Necesitaban desesperadamente un inversor fuerte, un salvavidas. ¿Y quién mejor que Michael Drucker, el heredero de la fortuna rival? Walter, al recordar la antigua relación entre las dos familias y todo lo sucedido en el pasado, vio una puerta de escape entre los escombros de su propia arrogancia. No podía, no debía, dejar escapar esta oportunidad. Era su última carta.Así, con la determinación de un hombre acorralado, su mente empezó a idear cómo acercarse nuevamente a Michael. Mientras daba vueltas en su sillón de cuero, buscan
Después de la conversación con su familia, Michael quedó alterado; las palabras sobre matrimonio, responsabilidades y expectativas se le quedaron grabadas en la mente como un eco persistente. Aun así, respiró profundo y retomó la compostura. No podía permitirse un solo segundo de debilidad, no frente a su familia, y mucho menos frente a los directivos de la empresa. Ajustó el cuello de su chaqueta, enderezó la espalda y caminó hacia la sala de reuniones del Grupo Drucker.Cuando abrió la puerta, las conversaciones se detuvieron. Todas las miradas se centraron en él: algunas llenas de sorpresa, otras de curiosidad, otras simplemente confundidas. Michael avanzó con paso firme hacia el asiento vacío junto a su abuelo. Su presencia era imponente; su porte militar, esa postura rígida y la fría neutralidad de su rostro intimidaban incluso a quienes lo habían visto crecer.- Buenos días a todos - saludó con voz neutra - . Espero que se encuentren bien.Un murmullo de respuestas se escuchó ca
Último capítulo