Ciudad C

Tres años después

Una joven de cabello castaño y rizado caminaba por la acera, llevando al ritmo de la música que salía de sus audífonos. Una sonrisa espontánea se dibujaba en su rostro, disfrutando de la tarde soleada.

De pronto, se detuvo frente a la entrada de un parque. Decidió adentrarse, buscando con la mirada un banco libre donde refugiarse con su libro. Después de un breve paseo, encontró el lugar perfecto. Se sentó, detuvo la música y abrió su lectura: "Sin ti, amor, no puedo vivir", una novela romántica de antaño.

- No puedo vivir sin tí, eres la luz en mi oscuridad. No te vayas, Sara corre detrás de Almer...—leyó en voz baja, intentando controlar la oleada de emociones que la historia despertaba en ella. De pronto, cerró el libro de golpe y levantó la mirada al cielo, susurrando— No seas tan cruel Almer.

Su queja se desvaneció cuando su atención fue capturada por un hombre a lo lejos. Llevaba un uniforme militar y jugaba con un perro que saltaba alegremente a su alrededor. Sin pensarlo dos veces, sacó su celular y tomó una fotografía. Guardó el dispositivo con rapidez, pero sus ojos permanecieron fijos en aquella escena que, sin razón, le resultaba fascinante.

Después de un rato, el hombre tomó la correa del perro y ambos se encaminaron hacia la salida del parque.

Ahhh, ¿por qué te tienes que ir? La vista era perfecta - Pensó para sí misma con resignación.

Un timbrido la sacó de sus pensamientos. Revisó su teléfono y contestó.

- Hola.

-Sol, ¿dónde estás? La enfermera jefe te está buscando —la voz de su amiga Maggie sonaba urgente al otro lado de la línea.

Sol colgó, miró la hora y sus ojos se abrieron de par en par.

¿Cómo se me pasó el tiempo tan rápido?

Recogió sus cosas a toda prisa y salió del parque.

En el Hospital Central de Ciudad C

Sol llegó jadeante, con sus pertenencias apretadas contra el pecho. Se dirigió directamente a los casilleros, guardó sus cosas, tomó su uniforme y fue a cambiarse en tiempo récord.

Una vez lista, recorrió los pasillos en busca de Maggie, quien le había dicho que el equipo estaba en Pediatría. Mientras caminaba, varios colegas la saludaban.

- Hola, Sol. Llegando justo a tiempo, como siempre - dijo la doctora Amal con un guiño.

-Eso parece - respondió Sol, deteniéndose -. ¿Sabes dónde están?

- En la habitación 206, en Prenatal - Amal siguió su camino, pero se volvió para añadir - Buena suerte. La jefa hoy amaneció con el pie izquierdo.

Sin más, Sol suspiró y se apresuró. Tras recorrer varios pasillos, finalmente llegó. Abrió la puerta con cuidado y se deslizó dentro. La jefa de enfermería, de espaldas a la entrada, explicaba los cuidados de la paciente. Sol se incorporó sigilosamente al grupo de sus compañeras hasta llegar al lado de Maggie.

- Ha estado preguntando por ti - susurró Maggie, sin apartar los ojos de la jefa-. Le dije que tuviste un problema en la universidad.

-Gracias, amiga - alcanzó a responder, antes de que la jefa se girara hacia ella.

-Sol, usted se encargará de esta paciente. Tomará el turno nocturno y se asegurará de que esté lista para el parto. -La jefa clavó en ella una mirada implacable-. Los demás, síganme. Sol, quédese aquí.

Con resignación, asintió. Se quedó mirando a la mujer que dormía plácidamente en la cama. Tomó la historia clínica y comenzó a leer:

SOFÍA LOVATO - 28 AÑOS

Tipo de sangre: B+

Ingresa con 7 meses y medio de embarazo, con contracciones. Monitoreo indica dilatación incompleta. Estado del feto: saludable.

PRECAUCIÓN: Alérgica a la morfina.

Tras revisar los monitores y comprobar que todo estaba estable, suspiró con alivio. Miró el rostro de Sofía.

- Qué mujer más linda... - pensó, mientras se dirigía a la estación de enfermeras.

Minutos después, Maggie se desplomó en la silla a su lado.

- ¿Puedes creer que me asignó al anciano gruñón de la 204? Quise ayudarlo a levantarse y me gritó —dijo, exhausta y frustrada.

Sol le ofreció una sonrisa de consuelo.

- Aguanta, solo son tres días y volveremos a rotar. Vamos, te invito a merendar.

Mientras reponían fuerzas en la cafetería con unos sándwiches y jugo de naranja, Maggie miró a Sol con curiosidad.

- ¿Qué hiciste esta tarde en realidad? Esa sonrisa pícara dice que hay más de lo que cuentas.

Sol recordó la escena en el parque y la sonrisa volvió a sus labios.

- Fui a leer al parque... y vi a un hombre jugando con un perro. La escena era tan... cautivadora que le tomé una foto.

- ¿En serio? ¡Muéstrame! - Maggie se inclinó, expectante.

Sol abrió la galería de su teléfono y mostró la imagen.

- ¡Vaya! Aunque solo se le ve la espalda, se nota que está en forma. ¡Y es militar! Eso promete... - Maggie hizo un gesto pícaro con las manos.

- ¡Para, para! Solo me gustó el momento y lo capturé. Además, es un completo extraño. Nunca lo volveré a...

Sus palabras fueron interrumpidas por una compañera que llegó corriendo, con el rostro desencajado.

- ¡Sol! ¡Es tu paciente! ¡Algo le está pasando a Sofía!

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