Mundo ficciónIniciar sesiónTodo comenzó con una fantasía, Olivia era una mujer adulta que a pesar de su sobrepeso sabía muy bien lo que quería y cómo lo quería, llevaba su vida como le apetecía, con la libertad que le otorgaba la soledad de no tener una relación fija, y aun así sus conquistas nunca le daban lo que Olivia quería, tal vez era eso el problema, que con solo una mirada siempre sabía lo que ellos esperaban, lo que ellos necesitaban, y ella simplemente se los daba, aunque luego fuera ella la que quedará insatisfecha, esa fue la razón por la que esa maldita fantasía se metió en su cabeza, muchas noches se imaginó, tendida en una cama con los ojos vendados, sus manos y piernas sujetos a una cómoda cama, y sobre ella un hombre que supiera complacerla sin necesidad de que ella lo guiara, por una vez en la vida quería ceder el control de algo, así sea en la parte sexual, hasta que por fin se animó a ir al club el infierno, donde por lo que había logrado averiguar cada quien obtenía lo que iba a buscar, y claro que ella lo obtuvo, quedó más que complacida, ¡quedó embarazada, de un completo desconocido!, y aun así, decidió hacerse responsable de sus actos, fue por eso que antes de ir a RRHH decidió hablar con su jefe, el gran CEO Amir Rossi, y así ponerlo al tanto de que no podria acompañarlo a uno de los tantos viajes que tenían programados para ese mes, lo que Olivia no sabía, era que le estaría notificando al CEO, que al fin la había atrapado, porque para Amir, el fin justifica los medios, y ese embarazo, era lo que necesitaba par atrapar a su curvy secretaria.
Leer másEra su horario de descanso, y si Olivia, hubiese sido fiel a su rutina, debería haber ido por su café de media tarde, ese pequeño placer que la ayudaba a sobrellevar la jornada laboral. Sin embargo, en lugar de dirigirse a la máquina de café, se detuvo a mirar una vez más la tarjeta que sostenía entre sus manos, esa de fondo negro, letras doradas que rezaba “El infierno” y la cual en el reverso tenía un número de teléfono que ya casi conocía de memoria.
Aquella tarjeta del infierno ejercía sobre ella una atracción irresistible, algo que se había convertido casi en necesidad, llevaba días intentando contactar con el club; cada vez que llamaba, el silencio era la única respuesta, aunque había notado que siempre lo hacía al anochecer, cuando descansaba en la tranquilidad de su piso y, en teoría, el club abría sus puertas a esa hora, quizás por ello nadie la atendía.
Pero esta vez, rompiendo con sus propios principios y haciendo una excepción a sus firmes valores, utilizó no solo el tiempo laboral para intentarlo, sino también el teléfono de la empresa, mientras se prometía a sí misma que sería la última vez que lo intentaba de ese modo, justificando el atrevimiento como una mera curiosidad que necesitaba resolver antes de poder olvidarse del asunto. Mientras marcaba el número, sentía una mezcla de nerviosismo y expectación, sabiendo que, de alguna forma, aquel pequeño acto podría cambiar el rumbo de su vida.
—El infierno, ¿qué podemos hacer por usted? —bueno eso había sido rápido, muy rápido, ni siquiera había terminado el primer repiqueteo cuando ya la habían atendido.
—Quisiera información del lugar, estoy interesada en acudir a su establecimiento, pero por más que he tratado de conseguir información todo lo que aparece ante mí es muy vago y poco claro. —Por supuesto que ese era el caso, pues el club el infierno no era para cualquiera, si querías entrar al lugar debías estar dispuesto a pagar el precio, después de todo… el infierno no era para cualquier mortal.
—Comprendo señorita, ¿le gustaría que la conociera por su nombre?, ¿o quiere que me refiera a usted con algún apodo? —raro, se dijo Olivia, pero la voz tras el teléfono era agradable.
—Olivia está bien.
—Muy bien Olivia, ante todo debe saber que al hablar conmigo estás en total confianza, todo será absolutamente confidencial, si en este momento te cuesta expresar lo que buscas con claridad, te recomiendo que me des un correo en el cual te pueda enviar las normas de nuestro establecimiento, como así también nuestro precio. —Olivia respiró satisfecha, no porque tuviera pudor de hablar o explicar lo que ella estaba buscando, más bien era el saber que estaba en la empresa donde trabajaba, y su ética laboral le susurraba al oído que no era correcto hacer aquello en su horario de trabajo.
—Me sentiría más cómoda si recibiera todo en mi correo.
Olivia siempre fue una persona aplicada, sabía muy bien separar su vida personal de lo profesional, porque si ese no fuese el caso no estaría trabajando como secretaria de Amir Rossi y sin embargo, allí estaba, pero justo en ese momento al ver pasar frente a ella al CEO de la empresa, su cerebro cometió un pequeño desliz y, de sus labios salió el correo electrónico que usaba para contactar a su jefe, y no el personal, y aunque pronto se dio cuenta de este detalle, creyó que no pasaría a mayores, porque simplemente recibiría un correo el cual luego de responder simplemente eliminaría, ¿que podría salir mal?, en la mente de Olivia nada, claro que está curvy secretaria no tenía cómo saber, que su jefe y CEO de la empresa, siempre había tenido sus ojos puestos en ella, desde hacía 4 años, sabía cada uno de sus movimientos, esperando, asechando, midiendo los pros y los contras de cada situación, y lo único que aún mantenía a Olivia lejos de él y no en su cama, era precisamente la barrera que aquella mujer siempre tuvo bien en alto, Olivia no mezclaba el trabajo con el placer, eso Amir lo supo desde siempre, desde el segundo que por poco y obliga A Luc Ambiorix, a cederle a Olivia como su secretaria.
—Olivia, ¿qué haces aquí?, es tu horario de descanso, ¿o es que estás incursionando en alguna nueva dieta? —preguntó con sumo interés Amir, pues a lo largo de estos 4 años la había visto intentar desde ayunos intermitentes, a dietas sumamente ridículas que dependían de la luna, algo que a él le parecía absolutamente ridículo, pues esas libras de más de las que tanto se quejaba Olivia con sus compañeras de trabajo, eran lo que más cautivaban a este hombre, si hasta llegaba a soñar que amasaba cada uno de esos rollos.
—Señor Rossi, ya le he dicho que no tiene por qué preocuparse si hago dieta o no, eso es mi vida personal y mientras no afecte a mi trabajo, a usted no tiene por qué preocuparlo. —la acidez se filtró en cada una de las palabras de la joven, como era ya costumbre, pues se podía decir que Olivia nunca había olvidado los rumores que sobre Amir se levantaban, sin importar que durante estos 4 años el hombre se mostrará como un empresario ejemplar, aún así, había algo en su mirada que a Olivia le hacía dudar de su moral, y era por eso mismo que nunca había traspasado la barrera de jefe y empleada, al menos no de la misma forma que lo había hecho con Luc, quien la joven consideraba un amigo más que su jefe de antaño.
—Bueno, si debemos tener en cuenta que tu última dieta te hizo desmayar en plena reunión. —rebatió casi con molestia Amir provocando que las mejillas de Olivia se cubrieran de un tenue color rosa.
—Creo que ya le pedí disculpas por eso, y es algo que no volverá a suceder, pero ya que tanto le preocupa que no haya ido por mi café de media tarde, si me disculpa y no me necesita, iré a la cafetería.
A mí Rossi simplemente la dejó escapar, conocedor de que pronto volvería a su lugar, allí justo frente a él, donde pasaba la mayor parte del día viéndola, admirándola, soñando despierto con poseerla, además el hecho de dejarla ir justo en ese momento le daba una vista privilegiada del enorme trasero de Olivia meneándose de un lado al otro, mientras los ojos del CEO reflejaban el anhelo por poseer tan maravillosa figura entre sus manos.
Olivia salió de su habitación sin tomar muchas precauciones con respecto a su cuerpo, pues la mayoría de las marcas estaban en zonas que nadie podía ver, solo la herida de su labio era visible, aunque claro que eso no evitaba el sentirse culpable, por solo ver a Amir usar una de las túnicas típicas de la zona, de cuello alto, algo que ayudaba a ocultar, la línea roja que había dejado el roce de la tela en el cuello del CEO, producto de la pasión y un fetiche que Olivia desconocía en absoluto que poseía.—Theo, ¿dónde te habías metido?Indagó Olivia, una vez que su hermano mayor llegó al jardín, justo para desayunar.—Solo salí a dar un paseo, ¿qué te sucedió?Indago de inmediato, llevando su mano al rostro de Olivia, pero un instante antes de poder tocarlo, la mano de Amir lo detuvo de la muñeca.—Pequeños accidentes que ocurren cuando hay demasiada pasión en una pareja, no toques a mi esposa.Agregó con voz casi tenebrosa, mientras Olivia ponía los ojos en blanco, y Theo lanzaba un b
Theo no perdió tiempo alguno, y apenas la luz alumbró un poco en su ventana, salió de aquella cómoda habitación.El mayor de los Petit había pasado toda la noche buscando información sobre la cultura del lugar, pues no quería cometer ningún error, lo que menos deseaba era quedar aún más en ridículo de lo que lo había hecho el día anterior.Gracias a su investigación, sabía muy bien que no podía ir a la cocina a ofrecer su ayuda, porque no era bien visto que los hombres interactuaran con mujeres solteras y por supuesto que Theo no estaba dispuesto a verse arrinconado a un matrimonio sin amor, aunque si debía ser honesto, Theo no tenía ni idea de lo que era el amor.Fue por ello que camino lejos de la mansión, ya que en su interior eran mayormente mujeres las que había, por lo que decidió probar suerte a donde él suponía que estaban las caballerizas, estaba dispuesto de ofrecer su ayuda así sea en alimentar a los caballos, aún antes de él desayunar, para pagar de alguna forma su estadía
Amir despertó con el primer rayo de sol de la mañana, en automático una sonrisa se plasmó en su rostro, misma que se desvaneció al elevar un poco su cabeza, en el preciso instante donde pensaba premiar a sus ojos, con la imagen de Olivia durmiendo desnuda a su lado, pero entonces, su aguda vista observó el cuerpo de su amada Olivia.El aire se quedó atascado en su garganta, y volvió a ingresar a él tan lentamente, como se ponía de pie.Olivia se encontraba de lado, como de costumbre, dándole la espalda a Amir, disfrutando de que los brazos del CEO la envolvieran, sin embargo, ahora Amir estaba de pie, viendo cada uno de sus dientes marcados en la frágil piel del hombro de Olivia, incluso unas pequeñas gotas de sangre se habían secado allí, a su alrededor, la zona estaba rojiza, y casi en simultáneo se mezclaba con un color violeta, que Amir sabía que solo se tornaría más oscuro con el pasar de las horas, pero su tortura no terminaba allí, casi toda la cadera de Olivia estaba adornada
Olivia posiciono sus rodillas, una a cada lado de la cabeza de Amir, mientras una de sus manos se afirmaba del colchón y la otra, tomaba el venoso, ancho, grande y duro pene de su marido.— En verdad este tajo es mi mejor postre.Gruño el diablo, antes de golpear la vagina de Olivia con la palma de su mano, provocando un chasquido húmedo, y un escozor muy agradable para a curvy.— Pues el mío, es esta enorme paleta.Aseguro con voz coqueta Olivia, viendo sobre su hombro lo justo y necesario a su esposo, para verlo sonreír de lado, y de esa forma, la curvy fue por su postre.La mejor paleta de carne que había probado en su vida era la verga de su marido, y mientras Olivia engullía todo lo que en su boca cabía, Amir se deleitaba pasando su lengua por el canal húmedo de Olivia, como si fuese el mejor helado que alguna vez hubiese probado, de arriba abajo y viceversa, hasta que la miel de Olivia comenzó a caer, espesa y deliciosa, al menos para Amir.— Bienvenida al infierno, mi diosa.Mu
Los ojos de todos los presentes estaban sobre ellos, captando el momento exacto en el que Olivia elevó su mano con suavidad, y la apoyó en la de Amir, quien de inmediato comenzó a llevarla en medio del jardín, las notas musicales cada vez se elevaban más e iban cambiando, era el tan esperado baile, Olivia lo sabía, quizás aún más que Amir.La mano del CEO titubeó, poco dispuesto al liberar la mano de Olivia, sin embargo debía de hacerlo, aún así, cuando apenas sujetaba los dedos de esta, tuvo la audacia de apoyar sus labios en ellos, un tierno roce, que a Olivia le hizo enrojecer las mejillas, algo irónico, teniendo en cuenta que este hombre besaba el cuerpo de Olivia de los pies a la cabeza cada noche, sin embargo, había tanta ternura y pasión retenida en ese simple roce, que la piel de Olivia vibro, y cuando al fin Amir la liberó, su pie derecho golpeó con brusquedad tres veces el suelo del jardín, llamando la atención de todos.Los ojos del CEO eran llamas ardientes, en su postura h
El sol se había puesto sobre la mansión Khattab, tiñendo el cielo de un rojo ardiente que se reflejaba en la fuente de agua del jardín central. El aire estaba perfumado con el aroma embriagador de las flores de jazmín, mientras el suave trino de los pájaros acompañaba la magia de la tarde.Amir observo a Olivia, más que con devoción, estaba envuelta en un elegante vestido de seda roja que abrazaba sus curvas con delicadeza, descendía lentamente por las escaleras talladas en piedra, cada paso impregnado de emoción y nerviosismo, con sus ojos clavados en Amir.El CEO la observaba desde el pie de la escalera, sus ojos oscuros brillando con admiración y deseo, hasta que finalmente ella se acercó, y él tomó suavemente su mano, viéndola como si fuera la única estrella en el firmamento.―Estás tan hermosa, mi diosa.Susurró Amir con la voz ronca y profunda, provocando que la piel de Olivia se erizara y una tímida sonrisa iluminara su rostro.―Tú también estás muy guapo, Amir.Se limitó a res
Último capítulo