Capítulo información

El correo electrónico no dejaba lugar a dudas, las reglas eran firmes y no admitían excepciones, o al menos así lo dejaban bien claro desde el primer momento. Para poder ser cliente del Club de los pecados, lo primero era abonar la membresía, nada más y nada menos que 10.000 dólares mensuales, o bien, un pago único de 50.000 dólares si solo deseabas acudir una vez. Eso sí, si después decidías volver, la tarifa se reducía considerablemente, Olivia no sabía muy bien cómo digerir esa información.

Al principio, había supuesto que el club basaba su negocio en el consumo de copas y el alquiler de habitaciones privadas, pero al seguir leyendo el correo, entendió enseguida la razón detrás de precios tan desorbitados.

El club el infierno se dedicaba a cumplir tus fantasías más oscuras, y a guardar tus secretos, mediante contratos te aseguraban que todo lo que sucediera allí, allí se quedaba, pues no era simplemente tu cumpliendo tu fantasía, ellos se aseguraban de encontrar a tu acompañante sexual ideal, algo como que si tú querías ser azotado, ellos se encargarían de encontrar a alguien que le gustara azotar, y así en cada situación, no se podría considerar prostitución, pues la persona que te asignaban también estaba pagando por estar allí, era como si actuaran de cupido, aunque en vez de buscar tu pareja ideal para una relación amorosa, encontrarán tu pareja ideal en el ámbito sexual, era por ellos que una vez que traspasaba sus puertas, no eras más ni menos que los demás, para todos el precio era el mismo, como así también las normas y condiciones, a cambio de cumplir con todo esto, el club te garantizaba además del uso de todas las instalaciones, y de poder consumir las bebidas que quieras y en las cantidades que tu cuerpo la resistiera, te aseguraban aún algo más maravilloso, tu satisfacción sexual, tu anonimato, además de estar un noventa y nueve por ciento seguro de que regresarías a ellos.

A cambio debías de pagar, presentar análisis médicos que demuestren que estabas completamente sano, aún si quisieras usar protección o no, porque sí, inclusive esa opción estaba entre todo aquello que ofrecía, cada uno elegía que reglas se aplicarían en tu persona.

Y fue cuando Olivia dio rienda suelta a esa fantasía que llevaba rondando en su cabeza durante demasiado tiempo.

Lo primero que marcó fue la protección, uso obligatorio de preservativo, pues en sus años de adolescencia la joven había descubierto que las píldoras anticonceptivas, como así también la píldora del día después, afectaban horriblemente su sistema hormonal, provocando que su periodo se convirtiera casi en su asesino, pues el sangrado era abundante y en más de una ocasión tuvo que recurrir al hospital en busca de ayuda, por lo que siempre cargaba en su cartera, cada vez que salía, varios tipos de preservativos, ultra finos, texturizados, saborizados, lo que hiciera falta para que no haya una excusa de no utilizarlos.

Lo segundo fue la edad de su acompañante, este debía tener entre 28 y 40 años, pues Olivia no estaba dispuesta a dejar su placer en manos de alguien menor que ella, y mucho menos pensaba ser tocada por alguien que se asemejara a la edad de su padre, por lo que decidió que 40 era un tope aceptable.

Lo tercero fue el anonimato, no quería que su identidad fuera conocida por su acompañante, y dejó libre la casilla donde se solicitaba el modo a llamarla, porque en verdad ella quería ceder todo aquello, no quería preocuparse por correcciones, ni por imponer un apodo, queria una experiencia agradable, lo que surgiera en el momento, y aún así, nada que dependiera de ella, salvo el detener toda la situación, algo que en verdad esperaba que no sucediera, y algo que el club le aseguraba que no pasaría, siempre y cuando ella fuese sumamente específica en lo que esperaba de esa noche.

El cuarto punto fue establecer lo que buscaba, y fue cuando sus dedos corrieron sobre el teclado a una velocidad casi absurda, quien la viera creería que esta mujer jamás había tenido sexo, aunque no era el caso, el problema era la falta de orgasmos, no importaba cuántas veces lo intentara, siempre estaba a punto de alcanzarlo, pero… algo en ella siempre lo arruinaba, no lo negaría, Olivia al parecer era muy buena leyendo lo que los demás querían de ella, podía sentir el cuerpo de los hombres vibrar si gemía con fuerza, en otros casos era si se ondulaba, muchos otros se vaciaban por solo verla morder sus labios, y así uno tras otro terminaba satisfecho, menos ella, y estaba cansada de eso.

Por lo tanto estableció que quería tener sus ojos vendados, y en el momento que lo escribió, sus pezones se endurecieron, ante lo desconocido, sorprendiendo incluso a la propia Olivia, lo segundo fue que quería estar atada, completamente a merced de ese desconocido, interrumpiendo el acto sexual si fuese necesario con una palabra… y fue en ese momento que su mente quedó en blanco, no se le ocurría ninguna palabra qué pudiese decir en un momento como ese, podía usar simplemente un, detente, aunque no estaba segura, quizás y en algún momento se sentía tan abrumada y soltaba aquella palabra sin querer, no quería perder la cantidad de dinero que estaba dispuesta a pagar por un mero error, entonces lo pensó y lo sobre pensó, hasta que finalmente colocó.

—Amir.

Algo que la hizo sonreír, porque definitivamente en un momento como ese, lo que menos nombraría sería a su jefe. Y así luego de leer y completar la información que le solicitaban, finalmente envió el correo junto con el dinero, mientras se decía que era un gasto muy necesario.

Lo que Olivia nunca espero, fue que aquel correo fuese leído por el propio Amir, quien no se sorprendió por nada de lo que solicitaba su curvy secretaria, más bien admiró la audacia de la joven, no cualquiera quedaría a merced de otra persona, mejor aún, a Amir le encantaba tener todo bajo control y lo que más despertaba su deseo, era el querer tener a Olivia bajo su control, aunque tampoco negaría que se sintió un poco molesto al saber que la clave que utilizaría sería su nombre, y nuevamente se dijo que no importaba, porque al fin y al cabo, llegaría a ella, la haría correrse de tal manera, que Olivia pediría por él una y otra vez, y cuando eso sucediera, él se encargaría de informarle que no era necesario desperdiciar sus ahorros, cuando podía tenerlo gratis.

Sigue leyendo este libro gratis
Escanea el código para descargar la APP
Explora y lee buenas novelas sin costo
Miles de novelas gratis en BueNovela. ¡Descarga y lee en cualquier momento!
Lee libros gratis en la app
Escanea el código para leer en la APP