Ailén siempre pensó que su vida era normal... hasta que su corazón empezó a latir diferente cada vez que él estaba cerca. Raven, su amigo de toda la vida, guarda un secreto tan oscuro como la luna que lo rige. Él es un hombre lobo. Ella es su luz, su condena, su salvación. Ambos han sido marcados por la Luna Roja, unidos por un lazo que no entienden, pero que arde con cada mirada. En un mundo donde lo prohibido puede destruirlo todo, el amor entre ellos no es solo peligroso... es inevitable. Pero cuanto más se acercan, más se desata la verdad de sus destinos. Y una vez que el deseo despierta la maldición, ya no hay forma de volver atrás. Amarse puede ser el inicio del fin.
Leer másSeis meses en el futuro…
La noche había caído sobre Umbra Noctis, pero el silencio que normalmente reinaba en la ciudad se sentía extraño, como si algo estuviera esperando. Ailén y Raven se encontraban en un rincón apartado del bosque, donde la luna roja iluminaba tenuemente el paisaje. Estaban solos, aislados del mundo, y parecía que el destino les había brindado un momento de paz, una oportunidad para hablar de lo que sentían, para explorar lo que había estado creciendo entre ellos en silencio.
La atmósfera estaba cargada de una tensión palpable, un magnetismo entre ellos que ni siquiera el viento podía romper. Ailén respiró hondo, sintiendo el peso de sus pensamientos, mientras observaba a Raven. Había algo en su mirada, algo en la manera en que la observaba, que le hacía preguntarse si realmente entendería lo que había dentro de ella, lo que estaba a punto de suceder.
Raven, por su parte, no podía dejar de mirarla. Sabía que algo no estaba bien, que había algo más profundo que ellos aún no comprendían, pero en ese momento, todo eso parecía quedar en segundo plano. Solo importaba estar cerca de ella, escuchar su respiración, ver cómo su piel brillaba bajo la luz lunar.
-- Ailén... -- le dijo Raven en voz baja, su tono grave pero suave --. Hay algo en ti... Algo que no puedo dejar de sentir. Cuando te miras al espejo, ¿ves lo mismo que yo? --
Ailén levantó la vista hacia él, buscando respuestas en sus ojos, pero solo encontró más preguntas. La cercanía de él le hizo latir el corazón con fuerza, y aunque sus labios temblaban, ella finalmente encontró la valentía para hablar.
-- Raven... -- su voz era un susurro, cargado de emoción --. He estado soñando cosas... Cosas extrañas. Y siento que algo dentro de mí está cambiando. Mis sueños, mis sensaciones, no puedo entenderlo. Es como si estuviera despertando algo que no puedo controlar. --
Raven dio un paso más, acercándose a ella hasta que su rostro quedó a pocos centímetros del suyo. Podía sentir la energía que emanaba de Ailén, esa presencia imparable, ese magnetismo que lo envolvía sin que pudiera escapar. Él entendía. Sabía que algo estaba sucediendo, pero lo que no sabía era si estaban listos para enfrentarlo.
-- No debes tener miedo, Ailén. -- le dijo Raven con firmeza, su voz profunda y cálida, como un ancla --. Lo que sea que esté pasando, yo estaré a tu lado. No importa lo que el destino quiera. Lo que importa es que estamos juntos, y eso es lo único que debemos recordar. --
Ailén lo miró, y por un momento, todo pareció detenerse. No había dudas, no había miedos. Solo había una verdad simple y poderosa: ellos dos. Era lo único que necesitaban. La conexión que sentían era más fuerte que cualquier cosa que pudiera separarlos. Y en ese momento, sin palabras, ambos comprendieron lo que sentían el uno por el otro.
-- Yo... también te amo, Raven. -- susurró Ailén, sus ojos brillando con intensidad, como si la confesión misma desatara algo dentro de ella. Era algo que había estado guardando en lo más profundo de su ser, algo que ni ella misma había sido capaz de admitir hasta ahora.
La reacción de Raven fue inmediata. No pudo evitar acercarse más a ella, su respiración más agitada. En ese instante, las palabras ya no importaban. Sin pensarlo, Raven la atrajo hacia él, y sus labios se encontraron en un beso urgente y lleno de deseo. Era un beso suave al principio, como si ambos intentaran comprender lo que el otro sentía, pero pronto la intensidad aumentó, como si su corazón compartiera el mismo ritmo, como si todo lo que habían callado finalmente se liberara en ese único gesto.
Las manos de Raven fueron a la espalda de Ailén, y ella respondió abrazándolo con fuerza, sintiendo el latido de su corazón acelerar. El mundo a su alrededor desapareció. No había nada más, solo el calor de sus cuerpos, el roce de sus labios, el deseo puro y crudo que los unía. Era el momento que ambos habían esperado durante tanto tiempo, un momento que no podían dejar pasar.
El beso se volvió más apasionado, más profundo. El aire entre ellos chisporroteaba con una energía que los conectaba en niveles que no podían comprender. Cuando finalmente se separaron, ambos se quedaron mirando al otro, la respiración entrecortada, los corazones latiendo al unísono.
Ailén abrió los ojos lentamente, y lo que vio la hizo dar un paso atrás. Sus ojos, antes azules como el mar, ahora brillaban con un rojo intenso. La sensación de poder dentro de ella era abrumadora, y algo en su interior le decía que ya nada sería lo mismo.
-- Tus ojos... -- murmuró Raven, retrocediendo un paso, su rostro pálido al ver el cambio. Sabía lo que eso significaba, y el miedo comenzó a apoderarse de él --. Ailén, la profecía... --
Antes de que pudiera decir más, el aire comenzó a vibrar con una energía extraña. Ailén miró hacia el cielo, donde una luz roja brillaba con fuerza, tiñendo el horizonte. El suelo bajo sus pies tembló levemente, y la tierra se abrió de golpe, liberando una niebla densa y negra que ascendió hacia el cielo. De esa niebla, surgieron figuras oscuras, sombras que caminaban con una elegancia inquietante, como si fueran de otro mundo.
Raven dio un paso adelante, su cuerpo vibrando con la necesidad de protegerla, pero antes de que pudiera actuar, la marca en el brazo de Ailén comenzó a arder. Una Luna Roja partida se formó sobre su piel, resplandeciendo con una luz propia, como un sello que había sido activado. Los seres sobrenaturales que surgían de la niebla eran indescriptibles: criaturas que solo existían en las leyendas más oscuras, mitos que se contaban alrededor del fuego pero que nadie pensaba que realmente existieran.
-- ¡Raven! -- gritó Ailén, su voz llena de miedo y determinación--. ¡No sé qué está pasando! --
En ese instante, Liora apareció, corriendo hacia ellos, con los ojos fijos en la escena. Su magia, la magia morada, la envolvía, una protección que no tenía límites. Al llegar, se detuvo en seco, observando las criaturas con frialdad.
-- Esto no es un accidente. -- dijo Liora con voz grave --. La profecía se ha activado. Ahora debemos luchar. --
Raven se giró hacia Ailén, viendo cómo sus manos comenzaban a brillar con una energía roja, el poder de la Luna Roja. A su lado, Liora invocaba su propia magia, un resplandor morado iluminando su cuerpo. Raven, sin pensarlo más, dejó que su forma de lobo se desatara, su cuerpo transformándose en la bestia que había sido durante siglos. Sus ojos se tornaron de un rojo feroz, reflejando el caos que se desataba a su alrededor.
El aire estaba cargado de tensión. Las criaturas mitológicas se acercaban, y el sonido de sus pasos resonaba en la noche, como un preludio de lo que estaba por suceder. La batalla estaba por comenzar.
El insomnio no era algo nuevo para Ailén, pero esa noche no era simplemente una cuestión de sueños rotos.Era algo más.Abrió los ojos de golpe en medio de la oscuridad, con el pecho agitado y las manos temblorosas. Lo primero que notó fue el silencio denso que llenaba la habitación. Pero pronto, detrás de ese silencio, emergió un murmullo. Lejano. Gutural. Como si viniera desde el interior mismo de la piedra.-- Ailén... Ailén... --La voz no tenía cuerpo. No tenía emoción. Era como si un eco antiguo la arrastrara hacia sí.Se levantó de la cama con cuidado, sintiendo la marca en su antebrazo arder con una punzada profunda. Se colocó una capa sobre los hombros y salió sin hacer ruido, guiada por el eco que parecía latir desde las profundidades de la ciudad.No supo cuánto tiempo caminó. El aire se volvía más frío a cada paso. Las paredes de piedra de Nox Bellum se angostaban, el camino descendía.Cuando llegó al final de uno de los pasajes olvidados, una figura se giró al oír sus pas
La cámara principal de Nox Bellum era una vasta cúpula subterránea tallada en la roca negra, iluminada tenuemente por cristales que latían con un brillo ámbar, como si respiraran. Las sombras bailaban en las paredes, y un eco antiguo parecía murmurar desde los túneles que se extendían más allá.Ailén observaba en silencio. Nunca había sentido algo tan vivo y muerto al mismo tiempo. Nox Bellum no era solo una ciudad oculta; era una reliquia, un santuario, un campo de batalla dormido.Lía se giró hacia los demás, con expresión grave.-- Esta mañana, sellamos las entradas. Nadie entrará ni saldrá sin que lo sepamos. Liora activó el hechizo de ocultamiento... y si funciona como lo previsto, estamos completamente invisibles. Incluso para los ojos del Culto. --Liora asintió, aunque su mirada permanecía fija en el antebrazo de Ailén, oculto bajo una venda.-- Pero no estamos a salvo todavía. -- dijo con suavidad -- Esa marca... no es cualquier símbolo. Es un llamado. Un ancla. Están buscánd
La madrugada aún no se atrevía a teñir el cielo cuando Ailén despertó con un ardor insoportable en el brazo. El dolor la atravesó como un relámpago seco, arrancándole un gemido que quebró el silencio de la habitación.Se sentó de golpe, jadeando. El sudor le perlaba la frente y el corazón le retumbaba como un tambor de guerra. Se llevó la mano al antebrazo derecho, donde la piel ardía con intensidad. Al tocarlo, sintió algo más: un leve relieve, como si algo se hubiera grabado bajo su piel mientras dormía.La puerta se abrió de pronto.-- ¿Qué pasa, mi niña? ¿Te duele algo? -- dijo la abuela Adela, ya con un chal encima y el cabello recogido a medias.Ailén alzó el rostro, pálida.-- Es mi brazo... Quema. Como si estuviera... marcándose algo... --Adela se acercó sin decir palabra y encendió la lámpara de aceite junto a la cama. Se arrodilló frente a ella y con manos suaves pero firmes, retiró el vendaje que aún cubría parte del antebrazo. Lo que vio la dejó inmóvil.Una figura se dib
La noche había caído como un velo espeso sobre Umbra Noctis, pero en lo profundo del bosque, la oscuridad era aún más antigua. No se trataba simplemente de ausencia de luz, sino de una sombra viva, pesada, como si el tiempo no se atreviera a moverse allí.Raven caminaba solo. Dejó su abrigo sobre una roca cuando el aire se volvió más denso. No lo necesitaba. El frío no le afectaba allí. Su pecho era un horno contenido, donde el poder latía como un tambor de guerra aguardando el llamado.No había caminos marcados. Los árboles no se repetían. Nada era familiar. Y sin embargo, sentía que ya había estado allí antes. No con su cuerpo… sino con su sangre.Una corriente de energía ancestral le palpitaba bajo la piel. El bosque parecía reconocerlo. O quizás tolerarlo. Hasta ahora.Cuando cruzó el claro rodeado por robles retorcidos, el viento se detuvo.Y una voz emergió, grave como un trueno contenido.-- Has venido a buscar lo que no comprendes. A domar lo que te teme. --La sombra frente a
La niebla era espesa como una tela antigua que se resistía a ser rasgada. Cada paso del grupo parecía ahogado por el susurro húmedo del bosque, como si los árboles los observaran desde la sombra de sus ramas retorcidas. Ailén caminaba al frente, guiada por el mapa que Liora había dibujado sobre un trozo de pergamino. No había senderos, solo un murmullo intuitivo que les marcaba la dirección correcta.Raven cerraba la marcha, silencioso. Lía caminaba cerca de Liora, que iba murmurando en voz baja palabras que parecían un conjuro de protección.El bosque se volvía más oscuro con cada metro recorrido, como si los separara del mundo conocido. La presencia de la Torre del Ocaso se sentía mucho antes de verla.-- Este lugar... no quiere que lo encuentren. --murmuró Liora, con los dedos acariciando el medallón que colgaba de su cuello-- Los árboles están marcados con sellos de ocultamiento. Esta magia es muy antigua.-- ¿Estás segura de que es aquí? --preguntó Lía, con un tono nervioso.-- S
La neblina era espesa como una tela vieja tejida por el tiempo. Cada paso de Raven entre los árboles era acompañado por un crujido apagado de ramas secas. El olor era lo primero que notó: un tufo metálico y húmedo que le erizó la piel bajo la camisa negra. No era sangre… era algo peor. Magia podrida.Entonces, lo escuchó.Un grito infantil desgarró el silencio del bosque.Raven no pensó. Se lanzó hacia el sonido, su cuerpo se desdibujó en movimiento. El aire se volvió denso, pesado, como si estuviera cruzando una barrera invisible.Al llegar, lo vio.Un niño de no más de ocho años retrocedía temblando, con la espalda contra un árbol. Frente a él, una criatura Marchita se contorsionaba como una marioneta rota. Su cuerpo estaba cubierto de grietas brillantes, como venas hechas de fuego oscuro. Su rostro, si se le podía llamar así, era un mosaico de pieles fundidas, sin ojos, sin boca, pero con una expresión permanente de sufrimiento. Su presencia corrompía el aire, y hasta los árboles m
Último capítulo