Lyra Blackthorne, la hija del Alfa asesinado de la poderosa Manada Moonfang, nunca pudo reclamar el liderazgo debido a su naturaleza como una Loba Luna. Su destino parecía sellado cuando su propio compañero, Rowan, fue nombrado Alfa en su lugar. Pero la verdadera traición llegó cuando él, junto con toda su manada y su propia hermanastra, la acusaron falsamente de infidelidad y la condenaron a la muerte. Lyra encontró esperanza al darse cuenta de que el Alfa Mikail era su compañero de segunda oportunidad, pero dolorosamente fue rechazada una vez más. El doble rechazo hizo que perdiera a su loba, y fue condenada a muerte por todos los Alfas presentes. Pensó que su destino estaba sellado cuando el Alfa Mikail se marchó y un guerrero se preparó para ejecutarla. Todos quedaron impactados cuando, de repente, el Alfa Mikail se dio la vuelta. "¡Detente! La hija traidora de un Alfa fallecido no debe morir. Aún le espera más sufrimiento", declaró. El corazón de Lyra se hundió cuando vio su oscura mirada, profunda como un abismo, mientras caía desmayada por el agotamiento. Algunos meses después, estalló una guerra entre los Alfas, pues comenzaron a disputarse a la Luna rechazada dos veces. Con su loba muerta, ¿sería la diosa de la luna lo suficientemente generosa como para darle otra loba? ¿Qué Alfa lograría romper su corazón ahora endurecido? En un mundo de traiciones, secretos y batallas de poder, Lyra deberá decidir si puede sobrevivir y encontrar la fuerza para luchar por su propio destino.
Leer más**Krimson**Lo vi todo.Desde el momento en que Mikail subió al estrado, supe que nada bueno se avecinaba. Sentí a Lyra temblar desde donde estaba, su mirada fija en él, esperando... creyendo.Pobre ilusa.Cuando lo escuché pronunciar el nombre de Sienna, fue como si el mundo se hubiese detenido. Vi cómo los ojos de Lyra se apagaban, vi cómo su alma se desgarraba en silencio, como una flor marchitándose al borde del abismo.No. Ella no lloró. No gritó.Simplemente... dejó de ser.Vi a un zombie donde antes había vida. Un alma en pena caminando en un cuerpo roto. Mi mandíbula se tensó mientras el aplauso estallaba a nuestro alrededor, como una burla cruel a su dolor.Me pasé la mano por el cabello, reprimiendo el impulso de destrozar algo.Tanta opulencia, tanta politiquería inútil cuando la mujer que llevaba su hijo no nato estaba allí, vulnerable.Fruncí los labios, incapaz de ocultar mi desprecio. Los miembros del consejo, su reputación, la mirada crítica de su familia y los anci
**Lyra**Salir del baño buscando a Mikail fue como despertar de un pequeño sueño en medio de una pesadilla. Mi corazón latía con fuerza mientras caminaba apresurada por los pasillos dorados del recinto. Pensaba que tal vez, solo tal vez, alcanzaría a llegar a tiempo para que él me hablara de aquello que le urgía decirme. ¿Se habría enterado de nuestro bebé? ¿Hablaría sobre nosotros? La gala ceremonial había comenzado bajo la luz majestuosa de la luna llena, que parecía acompañar con su crepitar el murmullo expectante de la multitud.Todos los clanes aliados estaban presentes. La élite de los licántropos. Líderes, guerreros, diplomáticos.Yo me mantenía de pie al fondo, con un vestido sencillo pero hermoso, sabiendo que contrastaba con el lujo desbordante de las demás mujeres. No me importaba. Yo estaba allí. Yo lo había elegido a él, y tenía la esperanza, la firme convicción, de que él también me elegiría esta noche.Mi corazón latía con una fuerza desmedida, cada golpe resonaba
**Mikail**Maldita sea. Olvidé que debía ir con Lyra. Me llevé una mano a la nuca, furioso conmigo mismo. Entre tanto caos, las llegadas, las reuniones previas y la presión maldita del consejo, simplemente lo pasé por alto. Y ahora, como si el destino se burlara de mí, Sienna se me acercó con esa carita insegura, pidiéndome que la acompañara porque se sentía intimidada entre tantos alfas y betas poderosos.—Solo me sentiré segura a tu lado —dijo con las mejillas encendidas, avergonzada de sentirse tan vulnerable.Ella tan dulce y tierna, me sentí atado de manos ante tal petición. No pude negarme y me odio por eso.¿Por qué tenía que ser ella, mi amiga de la infancia y una mujer tan buena y noble? Llamé a Krimson por teléfono para ver si podía sacarme de este lío, pero sus palabras fueron frías como el acero.—No me pidas eso —dijo casi gruñendo, luego de recordarme que yo misma le había ofrecido a Lyra acompañarme al evento.Me quedé quieto, tragándome la frustración. Krimson esta
**Mikail**Corría como un maldito poseído. ¿Cómo demonios había logrado ese bastardo pasar por mis guardias de frontera sin que nadie lo viera? ¿Cómo había logrado llevarse a Lyra justo delante de nuestras narices? Mi respiración era pesada, los latidos de mi corazón tronaban en mis oídos, impulsándome a seguir, a no detenerme hasta encontrarla. Traté de establecer una conexión lobuna con Krimson, pero no funcionó. Estaba demasiado lejos. Maldije en voz baja, pero me obligué a calmarme. Sabía que mi beta no me fallaría. Krimson podía estar enojado conmigo, tal vez incluso me despreciara ahora, pero por Lyra... por ella era capaz de dar hasta su última gota de sangre. Eso era lo único que importaba. Eso y traerla de vuelta a salvo. El viento me trajo un rastro que reconocí al instante: su olor. Mi Lyra. Y junto a él, el hedor repugnante de Rowan. Gruñí, apretando los puños. —Ya vas a ver, maldito hijo de pu*ta... —murmuré, acelerando el paso. El rastro de Krimson tambi
**Lyra**Sabía que luchar contra Rowan sería inútil. Él era un Alfa fuerte, imponente, y yo apenas podía mantenerme en pie.Las náuseas y el mareo del embarazo me debilitaban más de lo que me atrevía a admitir.Inspiré hondo, tratando de mantener la calma mientras mi corazón latía con violencia, temiendo que, en cualquier momento, él descubriera mi secreto.“Pelear no servirá más que para enojarlo,” me recordé a mí misma, cerrando los ojos un instante. “Y sé que él no va a ceder. Primero debo ganarme su confianza… luego ya veré cómo escapar.”La esperanza era frágil, pero me aferraba a ella. Rogaba que Mikail no tardara en encontrarme, que usara a todos sus hombres para encontrarme, como debería ser.El hambre me retorcía el estómago, pero no quería probar nada que Rowan me ofreciera. No podía arriesgarme a que me diera alguna droga o algo que me hiciera daño en mi condición.La voz grave de Rowan me sacó de mis pensamientos.—Estás muy callada, Lyra.Asentí con la cabeza, sin mirarlo
**Krimson**No entendía por qué Lyra era tan terca.Tal vez era ese corazón suyo, tan roto y valiente al mismo tiempo, el que la empujaba a seguir creyendo. Aún después de todo, insistía en asistir a esa maldita ceremonia, convencida de que Mikail cumpliría con su palabra. Pero yo… yo ya había dejado de creer en él.Habíamos discutido. Le pedí que hablara con la verdad, que no le diera más promesas huecas a una chica que ya había soportado demasiado. El Alfa al que seguí con lealtad ciega durante años no quiso escuchar razones. Solo se escudó en su deber, en sus decisiones como líder, y terminó por confirmarme lo que ya sospechaba.No planeaba hacerla su Luna. Todo era un ardid y Lyra sería la más perjudicada en todo esto.Cuando le dije que quizás no la nombraría en la gala, ella solo me miró como si no entendiera. O peor… como si entendiera, pero se aferrara a una esperanza inútil.—Déjame decidir a mí. No puedes alejarme como si fuera una niña, Krimson —me respondió con esa voz s
**Rowan**Desde hacía varios días, los rumores llegaban a mí como cuchilladas al oído. Cada palabra, cada susurro, encendía mi enojo con un fuego malsano. Mikail, el gran líder, el supuesto protector de Lyra, no solo se alejaba de ella como un cobarde, sino que planeaba nombrarla Luna. La gala se avecinaba y todos hablaban como si aquello fuera una bendición. Pero yo no lo creía.Había escuchado también el rumor más reciente, el más venenoso: Mikail había firmado un acuerdo. Uno que invalidaba toda promesa, todo futuro. Si eso era cierto, Lyra iba a quedar atrapada en una red que no había tejido. Una red tejida por un mentiroso que solo la quería cerca cuando le convenía.Apreté los dientes al oírlo, mis manos estaban cerradas con tanta fuerza que los nudillos palidecieron.—Así que el gran Alfa Mikail mintió y está engañándola, a pesar de su fachada de rectitud —murmuré con rabia contenida, ajustándome la camisa con movimientos bruscos—. ¿No dizque Lyra solo había sufrido aquí en
**Mikail**Sabía que Lyra no se sentía del todo cómoda en la mansión, a pesar de que había ordenado personalmente que nadie osara molestarla. Les dije a todos —guardias, sirvientes, miembros del consejo— que su estancia debía ser impecable, que no quería una sola queja, ni un solo murmullo.Pero, por supuesto, las palabras se desgastan pronto en una casa tan llena de lengua afilada y ojos curiosos.Lyra era ahora el centro de miradas. Algunas, cargadas de deseo. Otras, teñidas de celos y desprecio. Aunque no lo planeamos así, el simple hecho de que aceptara ser mi acompañante en la gala fue suficiente para detonar rumores como pólvora encendida.—Dicen que lo sedujo —escuché murmurar a una de las mujeres del consejo al pasar por el corredor norte—. Que se metió en su cama sin que él pudiera resistirse. Tiene ese aire inocente que confunde a los hombres poderosos.Me detuve en seco. El lobo en mí gruñó con fuerza, empujando mi pecho. Giré lentamente, mis pasos eran firmes, y mis ojos
**Mikail**Sentía que caminaba sobre la cuerda floja. Cada decisión, cada movimiento, cada palabra tenía el poder de derrumbar todo lo que había construido. Pero no podía permitirlo. No después de haber convencido a Lyra de quedarse a mi lado.No podía dejar que ningún tercero se interpusiera en mi bien manufacturado plan para hacerme el Alfa más poderoso de todo el territorio. Tenía que admitir que Tharion me hizo dudar, pero Lyra… Ah, ella me eligió a mí y eso me dio una tranquilidad en medio de esta tormenta de emociones.La sola idea de perderla me estrujaba el pecho. Necesitaba tenerla cerca, a mi lado. No solo por deseo, sino porque lo sentía en lo más profundo de mis entrañas: el vínculo entre nosotros seguía ahí, débil, herido… pero vivo. Y debía fortalecerlo.—Un lobo es más fuerte al lado de su Mate, de su compañera destinada —me repetía, casi como un rezo silencioso—. No puedo dejar que se vaya. Solo así me haré más fuerte.Lo pensé todo con detenimiento. No estaba dispu