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9. La Vida cotidiana de los Sobrenaturales

El campus universitario de Umbra Noctis se encontraba en su apogeo aquella mañana. Los estudiantes se apresuraban entre los edificios, intercambiando bromas y risas mientras las primeras luces del día iluminaban los árboles que rodeaban el campus. Ailén, Raven y Liora caminaban juntos, disfrutando de la tranquilidad antes de que las clases comenzaran.

Ailén, con su mochila colgada sobre el hombro, observaba con atención todo lo que la rodeaba. A pesar de que su vida había estado marcada por secretos y oscuridad, el ambiente universitario le ofrecía una sensación de normalidad. Se sentía conectada con la humanidad común, alejada de las tensiones sobrenaturales que la acechaban.

Raven, por su parte, caminaba cerca de ella, siempre alerta. Su rol como Alpha de la manada lo mantenía en un estado constante de vigilancia, pero también sentía que cada vez que estaba cerca de Ailén, algo dentro de él se calmaba. Había algo en ella que lo ataba de forma inexplicable, y su instinto le decía que debía protegerla, sin importar las consecuencias.

Liora, más tranquila y con una mirada introspectiva, observaba a los dos. Aunque sus pensamientos estaban centrados en la profecía y el futuro incierto que les esperaba, no podía evitar disfrutar de estos momentos de calma. La cercanía de Ailén y Raven era algo que había aceptado, pero aún no comprendía por completo el alcance de lo que significaba.

Esa tarde, cuando las clases terminaron, Raven se dirigió a un lugar apartado en el campus, un viejo gimnasio abandonado que usaba para entrenamientos y reuniones secretas. Sabía que la manada quería hablar con él, y que la reunión sería inevitable.

Al llegar, se encontró con Garrick, el segundo al mando, quien lo esperaba en el centro del gimnasio. La tensión en el aire era palpable.

-- ¿Qué pasa, Garrick? -- preguntó Raven, cruzando los brazos y observando a los miembros de la manada que se encontraban dispersos en la sala, mirando con desconfianza.

-- Raven, esto tiene que parar, -- dijo Garrick, su voz grave. -- Tu cercanía con Ailén está poniendo en peligro a toda la manada. Sabes que la presencia de un humano tan cerca de nosotros puede desestabilizar todo. --

Los demás miembros de la manada asintieron, murmurando entre sí. Raven frunció el ceño, su mandíbula apretada.

-- Ailén no es cualquier humana -- replicó Raven, su voz dura. -- Hay algo en ella, algo más grande que todos nosotros. No voy a abandonarla. --

Garrick dio un paso adelante, su mirada llena de preocupación.

-- Lo sabes, ¿verdad? Hay fuerzas que se están despertando. La Luna Roja... todo está conectado. No podemos permitirnos ser vulnerables. ¿Qué pasará si nos descubren? Si nos ven actuando como si fuéramos una manada normal, los humanos comenzarán a preguntarse. --

Raven se sintió atrapado entre sus responsabilidades como Alpha y sus sentimientos hacia Ailén. Sabía que Garrick tenía razón. La manada necesitaba seguridad, y Ailén era un riesgo, no solo para él, sino para todos. Pero su instinto le decía lo contrario, que debía protegerla a toda costa.

-- No la voy a abandonar -- repitió, con firmeza. -- Si la manada no puede aceptarlo, entonces tendremos que hacer esto a mi manera. --

El ambiente en el gimnasio se volvió aún más tenso. Los miembros de la manada murmuraban entre sí, algunos con caras de desaprobación, otros con miedo.

Garrick suspiró, sabiendo que la situación estaba fuera de su control.

-- Esto no terminará bien, Raven -- dijo Garrick con una mirada sombría. -- Si sigues así, pronto todos nos veremos atrapados en este juego peligroso. --

Más tarde

Raven salió del gimnasio con el peso de la conversación aún en su mente. Sabía que la manada no lo aceptaría por mucho tiempo. Su lealtad a Ailén era más fuerte que cualquier mandato o tradición. Pero también sabía que, si la manada lo abandonaba, estaría completamente solo en este camino.

Cuando regresó al campus, buscó a Ailén y Liora, deseando encontrar algo de paz en su compañía. En cuanto vio a Ailén, una extraña calma lo envolvió. Ella le sonrió al verlo, ajena a la tormenta que se desataba en su interior.

Ailén notó que su rostro estaba tenso, y se acercó a él con una expresión preocupada.

-- ¿Estás bien? -- preguntó, suavemente.

Raven asintió, aunque no podía ocultar la duda en sus ojos.

-- Sí, solo... es complicado. -- Su voz estaba cargada de conflicto interno. -- No sé cuánto tiempo más podré equilibrar esto. --

Liora, que había estado observando en silencio, se acercó también, poniéndose a su lado.

-- Es difícil, Raven -- dijo Liora, con comprensión. -- La manada no va a entender tu conexión con Ailén, al menos no por ahora. --

Ailén miró a Raven, su mirada llena de compasión.

-- No tienes que hacer esto solo -- le dijo, poniendo una mano sobre su hombro. -- Si tienes que luchar, lo haremos juntos. --

Raven la miró, sintiendo una oleada de gratitud. Aunque la situación era compleja, había algo en su cercanía que lo hacía sentir más fuerte.

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