109. Herederas de la luz
Diez años después…
El aire en Umbra Noctis tenía un aroma diferente. Seguía cargado de magia, sí, pero ya no era opresivo, ni estaba teñido de sospechas o peligro. Ahora olía a tierra húmeda, a madera recién cortada, a hojas de grimorios antiguos abiertos bajo la luz del sol. A paz.
Desde la ventana arqueada de su torre, Liora observaba los campos de entrenamiento donde ahora corrían niños y niñas con túnicas claras. El antiguo campo de batalla, alguna vez cubierto de sangre y maldiciones, era ahora un jardín encantado. Los árboles que lo rodeaban habían sido plantados por los propios estudiantes como parte de un ritual de sanación. Cada uno tenía grabado un nombre, una historia, una promesa de que no olvidarían.
Liora bajó las escaleras en espiral con la tranquilidad de quien ya no corre detrás del tiempo. Su vestido largo, color lavanda pálido, se deslizaba sobre los escalones como si flotara. No llevaba joyas, ni insignias. No las necesitaba. Su presencia hablaba por sí sola. El ca