Subtítulo:
“Cuando el enemigo toca lo sagrado, la guerra ya comenzó.”
Ariadna y Kael permanecían en silencio, cada respiración se volvía un eco entre ellos, cargada de una tensión que ya no era placer, sino advertencia. El ardor en la marca se intensificó, primero como una punzada helada, luego como una presión interna que no provenía de ellos. Era algo extraño, oscuro… invasivo.
Kael se tensó de inmediato. Sus músculos se marcaron bajo la piel y su mirada se volvió fiera.
—¿Sentiste eso? —su voz fue apenas un gruñido contenido.
Ariadna llevó la mano a su vientre, donde la unión latía.
—Sí… no era tu deseo, ni el mío. Era como… unas manos frías intentando entrar.
La temperatura del cuarto descendió, las sombras parecieron alargarse, y por un instante el aire se volvió denso, casi irrespirable. Entonces lo sintieron: una presencia observándolos desde lejos, una intrusión que no necesitaba puertas ni ventanas.
Kael cerró los ojos, enfocándose en la marca. Ariadna lo imitó, y fue entonc