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Capítulo 2: El Lobo en la Ciudad

Subtítulo:

“Algunos secretos viajan más rápido que el miedo.”

Han pasado tres días desde el bosque. Ariadna aún no logra explicarse lo ocurrido. Fue hallada desnuda y desorientada a la orilla de una carretera por un conductor que alertó a las autoridades. Pasó dos días en observación médica, y luego le dieron de alta sin encontrar nada anormal... salvo una presión arterial inusualmente estable, y una recuperación física “sorprendente”, según el doctor.

Pero ella no se sentía estable. Cada noche, la imagen de aquel hombre —Kael— regresaba a su mente. Su mirada, su voz, su cercanía. Y esa frase: “Tú no eres humana”.
Absurdo. Irracional. Pero algo dentro de ella se quebró esa noche. Ya nada se sentía como antes.

Ariadna regresó a su pequeño apartamento en el centro, donde la vida parecía seguir su curso: autos, edificios, gente, ruido. Ella volvió a su rutina como publicista freelance. Encendió su portátil, contestó correos, tomó café… pero no se sentía parte de ese mundo. Y aunque lo negara, sentía algo en su cuerpo. Cambios. Pequeños, pero constantes.

Esa mañana en particular se levantó con una migraña punzante y una extraña presión en el abdomen. Al mirarse en el espejo, notó que la marca en su vientre seguía allí, solo que ahora no brillaba... parecía latir.

Al medio día, salió a entregar una propuesta a una cafetería donde iba a reunirse con una cliente. Llevaba una blusa larga y pantalones anchos para esconder su estado de ansiedad. Iba distraída, cruzando la calle, cuando lo vio.

Kael. Sentado frente a la cafetería. Con un vaso de café en la mano y la mirada fija en ella como si jamás la hubiera perdido de vista.

Ariadna se detuvo en seco. El corazón le retumbó en los oídos.

—No puede ser...

Él se levantó y caminó hacia ella. No parecía alguien que se escondiera. Caminaba como si el mundo le perteneciera.

—Tenemos que hablar —dijo sin rodeos, deteniéndose frente a ella—. Estás cambiando. Y no vas a poder controlarlo sola.

—¿Por qué me sigues? ¿Cómo me encontraste?

—Nunca estuviste perdida —respondió él—. La marca te conecta conmigo.

—¿Con... qué?

—Soy tu Alfa.

Ariadna soltó una risa nerviosa.
—¿Tú estás loco?

—¿Tú recuerdas esa noche?

Silencio.

—¿No, verdad? —prosiguió él—. Porque tu parte humana se niega a aceptar lo que ocurrió. Pero tu cuerpo sí lo recuerda. Estás cambiando, Ariadna. Tu temperatura corporal, tus sentidos, tus sueños... y dentro de ti crece algo que no es solo humano.

—¿Qué estás diciendo?

Kael la miró con intensidad, y por un segundo, sus ojos brillaron en un verde sobrenatural.

—Estás embarazada.

Ella retrocedió un paso. Sintió que el mundo giraba.

—No… no puede ser...

—Sí puede. Porque lo que llevas dentro no es solo un hijo. Es la clave de lo que vendrá. Y si no te protejo, van a venir por ti.

🔗 Gancho final:
¿Cómo es posible? ¿Qué ocurrió esa noche en el bosque? ¿Y por qué Kael asegura que dentro de Ariadna hay algo que cambiará su destino... y el de todos los lobos?

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