Julienne Percy es una joven omega noble, prometida desde la infancia al apuesto heredero Elion Taleyah. Todo en su vida estaba planeado... hasta que su primer celo llegó, y con él, el desastre. Sola, vulnerable y presa del instinto, Julienne cae en brazos de un alfa desconocido, un hombre cuyo aroma despierta algo salvaje dentro de ella. Lo que no sabe es que ese hombre es Davian Taleyah, el Alfa Supremo… y el hermano mayor de su prometido. Una noche de pasión desencadena una tormenta de secretos, humillaciones y odio. Julienne queda embarazada. El compromiso se rompe. Y Davian, frío y despiadado, la rechaza, pero luego él se arrepintió. —Fui un cobarde —susurró Davian, acercándose a ella como si temiera que lo rechazara—. Te desprecié porque te deseaba. —Y ahora me deseas porque no puedes tenerme. —No… ahora te deseo porque te necesito. No como Alfa. Como hombre. Como tuyo. La marcó… y luego la despreció. Ahora la quiere… pero ella ya no es la misma. ¿Puede el amor nacer del rechazo más cruel? ¿Puede una omega humillada convertirse en reina?
Leer másDavian Taleyah—Necesito hablar contigo.Mi hermano estaba sentado al borde de la cama, con la cabeza baja, los codos sobre las rodillas, las manos entrelazadas. Tenía la mirada perdida, los ojos hundidos, las ojeras marcadas. Parecía un cadáver respirando.No se movió. Ni siquiera parpadeó.—¿Viniste a burlarte? ¿A reírte de que soy un fracasado?Me quedé de pie unos segundos. Luego avancé hasta quedar frente a él. Inspiré hondo.—Fui yo —dije sin rodeos—. Yo la monté.Su cabeza se alzó de golpe. La furia en sus ojos fue inmediata. Ardiente. Imparable.—¿Qué dijiste?—No fue intencional. Ninguno de los dos sabía quién era el otro. Fue durante su primer celo. Tu aroma no estaba por ninguna parte y ella... estaba perdida, en pánico. Fue un accidente. Un error.—¡¿La montaste?! —rugió poniéndose de pie de golpe—. ¿A mi prometida? ¿A Julienne?—No la reconocí, Elion. Y ella no me reconoció a mí. Si hubiera sabido...No terminé. Él ya se había abalanzado sobre mí con un gruñido rabioso. M
Davian TaleyahTres semanas cazando vampiros, y sin dar con el rastro del aquelarre que atacó a la manada del idiota de Elion. En vez de ayudarme, sabrá la diosa en dónde coño se ha metido, justo cuando debíamos partir aquella mañana en la que desperté con una omega a mi lado. A veces dudo que tenga la capacidad de ser alfa, pero es lo que hay, y la manada de nuestros padres debe ser regida por alguien de su linaje.Fui educado para ser alfa, pero con el paso del tiempo, mi madre, Faolan Taleyah, no volvió a unirse a ningún otro hombre y murió dejándome como su único heredero. Mi padre, Weylin, en cambio, sí formó una nueva familia con la madre de Elion, lo que lo convirtió en heredero de una de las nueve manadas que actualmente rijo como rey, ya que su madre es alfa.Mi linaje ha sido observado con recelo por los ancianos; no podemos permitir que se pierda la línea, mucho menos el poder que conlleva. Solo un Taleyah puede ser Alfa Supremo, alguien con un poder tan salvaje que sea cap
Julienne Percy Una bofetada por parte de mi madre fue lo primero que recibí al bajar las escaleras esa mañana.Llevé mi mano hasta mi mejilla golpeada, el ardor se esparció como fuego bajo la piel, y mis ojos se llenaron de lágrimas al instante. No por el dolor físico, sino por la brutalidad de lo que significaba. Mi madre, que rara vez perdía la compostura, me había recibido con violencia. En la sala, sentados con rigidez y rostros severos, estaban los padres de Elion.Y frente a ellos, de pie, con las manos entrelazadas al frente como si estuviera en penitencia... estaba Rachell.Mi pecho se comprimió. No podía ser. No podía haber sido ella.—¡¿Cómo pudiste hacerle esto a tu familia, a Elion, a nuestro nombre?! —espetó mi madre con los ojos desbordando furia—. ¡Una omega que se revuelca en su primer celo con un macho desconocido! ¡¿Tienes idea de la vergüenza que nos traes?!—Mamá… —susurré, pero las palabras se atragantaron en mi garganta. Mi padre no dijo nada. Estaba allí, de pi
Julienne Percy Abrí los ojos lentamente, con la cabeza latiéndome como un tambor. Mis sentidos tardaron unos segundos en ubicarse. El techo no era el mío. La fragancia del lugar era intensa, amaderada, masculina. Todo era desconocido.Mi cuerpo dolía levemente, como si hubiera sido arrastrado por una tormenta. Al incorporarme entre sábanas de algodón fino, la habitación se reveló: muebles oscuros, paredes de piedra, una ventana enorme que daba a un bosque espeso. No era mi habitación. Ni mi casa.Me incorporé poco a poco, un escalofrío recorriéndome la columna. El entorno era ajeno. Paredes de piedra, un hogar con restos de brasas aún tibias, alfombras gruesas bajo mis pies descalzos. Todo era elegante, sobrio, masculino.Y entonces me golpeó el recuerdo. No con claridad, no como una película reproducida en mi mente, sino con flashes:Un cuerpo sobre el mío. Una voz profunda, grave. Unos ojos… ¿azules? ¿grises? ¿Negros tal vez? El olor del bosque, del poder, del deseo puro. Mi ce
Julienne Percy—¡Elion! ¡¿Dónde estás?! —grité por toda la casa, mi voz quebrándose con la desesperación. Mis pasos resonaban en los pasillos, rebotando contra las paredes que se sentían cada vez más estrechas, más hostiles, como si la casa entera estuviera cerrándose sobre mí.La ansiedad me estaba consumiendo. El fuego en mi interior se volvía insoportable. Cada minuto que pasaba sin Elion era una tortura. Elion, mi novio. Mi futuro compañero. Tenía que estar conmigo durante mi primer celo. Lo habíamos prometido. Lo habíamos planeado con nuestras familias desde que éramos niños.Él es el futuro alfa de una de las doce manadas subordinadas al alfa supremo. Tenemos un vínculo de poder. Un pacto de sangre. Yo sería su omega, su luna, su esposa y madre de sus cachorros. Todo eso debía comenzar con esta noche. Pero no estaba.—No puede haberme dejado sola —susurré, pero el eco de mis palabras se perdió en la inmensidad vacía de la mansión de su familia, y me estaba empezando a sentir mar