LUKE
Me revuelvo en la cama por enésima vez, mirando el techo como si fuera a darme las respuestas que busco. El reloj marca las cinco y media de la
mañana y yo llevo horas dando vueltas a la misma idea. Joder, ¿en qué momento me he vuelto tan indeciso?
Cierro los ojos y veo la cara de Sofía, vulnerable y derrotada, cuando la dejé en su habitación anoche. Algo se remueve en mi pecho, una mezcla de culpa y algo más que no quiero nombrar.
«A la mierda», murmuro, levantándome de un salto. He tomado una decisión.
Me visto rápidamente y bajo las escaleras de dos en dos. La casa está en silencio, solo el suave ronroneo de la nevera rompe la quietud. Me planto frente a la puerta de Sofía y, antes de que pueda arrepentirme, llamo con fuerza.
Nada.
Vuelvo a llamar, esta vez con más insistencia. Escucho un gemido ahogado desde dentro y sonrío a mi pesar. Abro la puerta sin esperar
respuesta.
La imagen que me recibe es... preciosa. Sofía está hecha un ovillo en la cama, el pelo revuelto