SOFÍA
El coche patrulla avanza por el camino de grava y yo no puedo evitar mirar de reojo a Luke. Está tan serio, tan concentrado en la carretera, que casi
puedo ver los engranajes de su cerebro trabajando. ¿Cómo puede estar tan bueno incluso cuando frunce el ceño? Es injusto, la verdad.
—Entonces... —digo, rompiendo el silencio que se ha instalado entre nosotros desde que salimos del pueblo—. ¿Un pavo real? ¿En serio? Luke me lanza una de esas miradas que deberían estar prohibidas.
Mezcla de advertencia y algo más que no logro descifrar.
—Sofía, recuerda lo que acordamos. Profesionalidad.
Asiento, mordiéndome la lengua para no soltar alguna broma sobre plumas y esposas. En su lugar, me concentro en el paisaje. Montana es
preciosa, todo hay que decirlo. Aunque ahora mismo, el paisaje que más me interesa está sentado a mi lado, con una placa brillante y unos vaqueros que... Vale, Sofía, concéntrate.
Llegamos a la propiedad de Madame Exótica y, bueno, el nombre le viene que ni p