Aurora, una hermosa y joven mujer, parece tenerlo todo: un esposo rico y poderoso, una vida de lujo y una posición social envidiable. Pero detrás de la fachada de perfección, Aurora esconde un secreto: su esposo la odia y la humilla constantemente. Cuando conoce al coronel Alexander, un hombre atractivo y poderoso que ha dedicado su vida al ejército, Aurora se siente atraída por su fuerza y su integridad. Pero Alexander tiene un pasado complicado que lo obliga a mantenerse alejado de las mujeres. A medida que Aurora se acerca más a Alexander y comienza a cuestionar su relación con su esposo, se da cuenta de que su vida está en peligro. Su esposo hará cualquier cosa para mantener su poder y su control sobre ella. ¿Podrá Aurora encontrar el coraje para escapar de su prisión de lujo?
Leer másAurora estudio su rostros aún un poco demacrado en la modesta casa del Coronel, solá en la recámara de la habitación, sin dudas la casa del hombre parecía un palacio por dentro, por fuera era un poco modesta. Y no habría que mentir que Alexander ganaba bien. Por la insistencia de su doctora y amiga ahora habían planeado los dos pasar un día diferente, ver alguna película en el sofá, jugar juegos de mesa, algo que la distrajera de todo el conflicto por el que aún estaba pasando.No lo dudaba, secretamente se sentía feliz, y aunque ella pensaba que no se merecía nada de eso, ver a Alex en esta nueva faceta y ver cómo sus ojos volvían a tener vida.Algo detrás de ella llamó su atención y por instinto se asustó y tensó, luego enfocó a Alexander de pie en la puerta.—No quería asustarte— se disculpa el hombre de sus pensamientos.—Supongo que es normal— Suspiro, el ataque fue reciente, y era normal que estuviera alerta a todo su entorno en los próximos días, pero tenía que superarlo. Era
El sol comenzaba a ocultarse detrás de los árboles, tiñendo el cielo de tonos naranjas y púrpuras. Aurora caminaba lentamente por el jardín, sus pensamientos perdidos en la turbulencia de los últimos días. Desde su encuentro con Alexander, todo parecía haber cambiado. No solo el peligro que los rodeaba, sino también los sentimientos que comenzaban a emerger, emociones que no sabía cómo manejar.Alexander la observaba desde la puerta de la casa, sus brazos cruzados mientras la brisa levantaba levemente los pliegues de su camisa. A pesar de que intentaba mantener la distancia, sus ojos no podían dejar de seguir cada uno de sus movimientos. Había algo en Aurora que lo hacía bajar la guardia, algo que lo obligaba a enfrentar partes de sí mismo que siempre había preferido ignorar.Aurora se detuvo junto a un viejo banco de madera y se sentó, su mirada fija en el horizonte. Alexander se acercó, sus pasos firmes pero tranquilos, y tomó asiento a su lado. Por un momento, el silencio se extend
La noche era oscura y pesada, como si el aire mismo estuviera cargado de tensión. Aurora estaba en el despacho, observando a través de la ventana cómo Alexander daba órdenes a su equipo. La operación había sido un desastre; las heridas y las pérdidas pesaban sobre todos, pero Alexander seguía adelante, como siempre. Su fuerza era inquebrantable, pero Aurora podía ver las grietas, las pequeñas señales de agotamiento que él intentaba ocultar.Cuando Alexander finalmente entró en la casa, su rostro estaba marcado por la fatiga y el dolor. Aurora se acercó a él, su corazón latiendo con fuerza. Había algo en su presencia que la hacía sentir segura, incluso en medio del caos.—Alex, ¿estás bien? —preguntó, su voz suave pero cargada de preocupación.Alexander asintió, aunque su mirada estaba distante. —Estoy bien. Solo necesito un momento.Aurora lo tomó de la mano, guiándolo hacia el sofá. —Siéntate. Por favor.Alexander obedeció, dejando escapar un suspiro mientras se dejaba caer en el asi
La luz de la mañana se filtraba por los ventanales del despacho, iluminando el rostro cansado de Aurora. No había dormido mucho, y sus pensamientos estaban enredados en todo lo que había ocurrido. Su mirada se detuvo en Alexander, quien estaba sentado frente a una mesa llena de documentos, mapas y un portátil. A pesar de las horas sin descanso, parecía completamente enfocado, como si la fatiga fuera un concepto ajeno para él.Aurora se acercó lentamente y tomó asiento en la silla frente a él. El coronel alzó la mirada, encontrándose con sus ojos. Por un momento, ninguno dijo nada, pero había algo en el aire, una conexión que iba más allá de las palabras.—¿Cómo te sientes? —preguntó Alexander, su tono bajo pero lleno de preocupación.Aurora se encogió de hombros. —Mejor, creo. Aunque siento que nunca estaré realmente tranquila mientras Ricardo siga… siendo Ricardo.Alexander asintió, sus dedos jugando distraídamente con un bolígrafo. —Él sigue moviendo sus piezas desde prisión, y eso
La casa estaba inmersa en un silencio inquietante, roto únicamente por el suave crujir del viento contra las hojas. Aurora permanecía sentada en el sofá del despacho, Max a sus pies, mientras Alexander revisaba las cámaras de seguridad una vez más. Su mirada seria buscaba cualquier movimiento que pudiera ponerlos en peligro, consciente de que los aliados de Ricardo seguían rondando en las sombras.Aunque Ricardo estaba encerrado tras los muros de la prisión, su influencia y su red criminal no habían cesado. Alexander sabía que había hombres fuera, hombres dispuestos a cumplir con las órdenes de su jefe, sin importar lo que costara. La amenaza no se había disuelto; solo había cambiado de forma.Aurora observó a Alexander, notando la intensidad en su postura, cómo parecía que cada músculo de su cuerpo estaba preparado para actuar en cualquier momento. Aunque el peligro acechaba, había algo en él que la hacía sentir segura. No podía evitar admirar su capacidad para mantenerse firme bajo
La casa estaba en silencio, salvo por el leve sonido del viento que se filtraba entre los árboles. Aurora estaba sentada en el sofá del despacho, con Max a sus pies, mientras Alexander revisaba las cámaras de seguridad por última vez. Los intrusos habían desaparecido, al menos por ahora, pero la tensión seguía presente en el aire, como si el peligro estuviera esperando el momento perfecto para regresar.Aurora observó a Alexander desde su lugar. Había algo en él que la fascinaba, algo que iba más allá de su fuerza y determinación. Era la manera en que se movía, en que hablaba, en que parecía cargar el peso del mundo sobre sus hombros sin quejarse. Pero también había algo más, algo que ella no podía definir del todo. Una vulnerabilidad que él intentaba esconder, pero que ella había comenzado a notar en los momentos más inesperados.—¿Todo está tranquilo? —preguntó, rompiendo el silencio.Alexander se giró hacia ella, su mirada intensa pero tranquila. —Por ahora, sí. Aurora asinti
Dos figuras vestidas de negro rodeaban la casa, evaluando las entradas, buscando vulnerabilidades. Halcón 2 habló por radio. —Coronel, tenemos a dos hostiles en el perímetro, pero podrían ser más. ¿Ordenamos la intervención? Alexander apretó la mandíbula. —Sí, pero hagan que se acerquen más. No quiero que esto termine en un enfrentamiento en el bosque. Aurora observó cada movimiento de Alexander, cada decisión que tomaba en cuestión de segundos, y sintió algo que nunca había experimentado antes. No solo era confianza, no solo era seguridad. Era algo más. Era la certeza de que él no la dejaría sola. El sonido de los agentes moviéndose afuera hizo que los intrusos retrocedieran por un momento. Uno de ellos levantó la mano, comunicándose con alguien a través de un auricular. —Están coordinados —murmuró Alexander—. No están aquí solo para explorar. Aurora sintió un escalofrío recorrer su espalda. —¿Crees que Ricardo les dio instrucciones desde prisión? Alexander no r
El aire se sentía diferente. Cargado. Como si la casa entera estuviera conteniendo la respiración. Aurora sintió cómo cada célula de su cuerpo respondía a la energía que la rodeaba, su instinto gritándole que el peligro no estaba lejos. Alexander seguía junto a ella, su mirada firme y calculadora, su arma lista para cualquier eventualidad. El mensaje de Halcón 2 resonaba aún en sus oídos: “Creemos que están evaluando su entrada.”Era solo cuestión de tiempo. Aurora no sabía si el miedo que sentía era por la posibilidad de que los aliados de Ricardo pudieran entrar en cualquier momento o por lo que acababa de suceder entre ella y Alexander. La tensión entre ellos ya no podía ser ignorada, no después de la manera en la que la había mirado, de cómo la había sujetado con fuerza, con una necesidad silenciosa de protegerla. —Tenemos que movernos —dijo Alexander finalmente, su voz baja y controlada. Aurora lo miró, su respiración aún temblorosa. —¿A dónde? —A una zona más segura
El silencio de la noche en la casa de Alexander era diferente al del hospital. Aquí, el aire no estaba cargado de miedo, ni el sonido de las máquinas monitoreando sus signos vitales servía de recordatorio constante de su vulnerabilidad. Pero aunque el entorno había cambiado, Aurora no podía evitar la inquietud que todavía palpitaba en su pecho. Desde la cama, podía ver a Alexander sentado en la silla junto a ella, su postura firme, su mirada fija en la ventana como si esperara que el peligro se deslizara entre las sombras. No había hablado en los últimos minutos, y aunque su presencia era reconfortante, Aurora sabía que algo lo atormentaba. —No tienes que quedarte aquí toda la noche —susurró, aunque en el fondo quería que lo hiciera. Alexander la miró, su expresión impenetrable. —Sí, sí tengo que hacerlo. Aurora sintió cómo su corazón latía más rápido ante su respuesta. —¿Por qué? Alexander se inclinó hacia adelante, apoyando los antebrazos sobre sus rodillas. —Porque