Victoria fue secuestrada por un mafioso que quería venganza, sin embargo, termina siendo la cautiva de Franco Slashdot, un peligroso mafioso que se la lleva como seguro y estaba dispuesto a venderla al mejor postor, pero ella descubrió su verdadero nombre, debía matarla o ponerla de su parte y terminó enamorándose de ella. Michael ama a Victoria y no se detendrá ante nada para recuperar a Victoria y aunque antes fue un simple muchacho obligado a entrar en la organización de Halcón, ahora no le temblará el pulso para hacer lo necesario y vengarse de Slashdot. Pero la venganza es más que la motivación de Michael. Para Franco Slashdot la venganza ha marcado su existencia. Esconde más de lo que todos creen y acabar con la organización de Halcón es algo personal. ¿Qué hará Victoria cuando se dé cuenta que más que la cautiva de un mafioso, es cautiva del sentimiento por dos hombres? Con la esperanza de regresar a su vida y el miedo de escapar se difuminan las fronteras entre el amor y el odio. ¿Qué pasa cuando la redención está envenenada de resentimiento y la venganza afectada de amor? Acompáñame en esta compleja historia llena de pasiones discordantes donde el verdadero amor será muy difícil de discernir.
Leer más«Aire, no puedo respirar»
Ese fue el primer pensamiento de Victoria al ser del todo consciente de lo que le pasaba.
Estaba atrapada en un auto, en el fondo del mar.
Victoria abrió la puerta empujando con todas sus fuerzas para salir de la trampa de metal y nadó hacia arriba en busca de la superficie por el anhelado oxígeno.
Exhala una bocanada de aire en sus pulmones y no entiende cómo llegó allí.
Apenas puede recordar que antes de salir a la pasarela un hombre la tomó por la espalda.
“Hola Victoria, nos vamos de fiesta, perra”
—Me secuestró ese desgraciado loco —expresó entre toses.
El mar estaba frío y su garganta se quemaba de tanto toser por el efecto de la sal.
Entonces siente que alguien la hala con apremio.
—Vámonos muñeca, nada por tu vida.
Victoria nadó detrás del hombre que la dirigía hacia la orilla. Era de noche y la civilización estaba muy lejos.
Estaban en una ensenada, sobre ellos a varios metros estaba la carretera y se escuchaban vehículos, pero era imposible ver alguno desde su posición.
Una vez en tierra firme, el desconocido tomó su mano y le obligó a seguirle.
—Pero suéltame, déjame descansar…
Era un hombre blanco, delgado, alto, con espalda muy ancha como un nadador profesional.
Su cabello parecían puntas de flechas, de tantas veces que había pasado sus manos para retirarlo de su rostro.
Era la primera vez que Victoria lo veía en su vida.
El desconocido la zarandeaba sin piedad de un lugar a otro, obviamente no tenía claro que debía hacer ahora y tampoco la soltaba para que ella buscara sola su camino.
Victoria trastabillaba, tenía una sandalia con un tacón fino altísimo en un pie con el que era imposible caminar en la arena, o mucho menos correr, el otro pie lo tenía descalzo, Victoria quiere gritar, pero no puede, su garganta está muy maltratada y su juicio inestable, se siente como una marioneta halada por hilos.
Ella conoce esa sensación, la drogaron para secuestrarla.
El hombre la metió en una gruta debajo de la pared de piedra parcialmente inundada de agua de mar que entraba y ascendía no más arriba de sus rodillas.
—¿Quién eres?, ¿dónde estamos? ¿Qué me pasó? —Inquirió Victoria tratando de entender su realidad en contra del terrible mareo, dolor de cabeza y sensación de estropajo en la boca...
El desconocido no le hacía caso, solo estaba pendiente de ver desde este lugar privilegiado hacia afuera, escondido por si había indicios de peligro.
— ¡Auxilio! —Victoria trató de gritar por ayuda, pero solo salió algo más alto de un quejido.
El hombre desconocido caminó hacia ella, la agarró con fuerza y estampó su cuerpo contra una pared de roca de la cueva, le tapó la boca con una mano.
—Haz silencio, o te mataré con mis propias manos —le indicó en voz baja y amenazante.
—¿Qué quieres de mí? —le preguntó Victoria muy asustada—. Yo no te he hecho nada, no te conozco.
—En este momento que estoy desarmado y atrapado puedes ser mi escudo o única oportunidad de salir vivo con un trueque.
—Entonces me necesitas viva —acotó Victoria—, escúchame, mi familia es muy rica y te darán mucho dinero si me entregas, pero si me matas se olvidarán rápidamente del asunto, se beneficiarán de la publicidad que obtengan y tú te quedarás sin nada.
—Te equivocas preciosa, yo no necesito dinero de tu familia, para quienes por lo visto deshacerse de ti es un beneficio —el hombre sonrió mostrando una linda dentadura.
—Sé que no me secuestraste tú, pero… ¿Por qué estoy contigo?, no recuerdo nada.
—Porque soy un imbécil que se dejó convencer y me metí en asuntos que no son mi problema. Ahora cállate, debemos salir de aquí.
—Pero si no necesitas dinero del rescate ¿qué harás conmigo entonces?
El desconocido la miró de forma apreciativa gracias a la luz de la luna que se filtraba en su escondite.
Victoria es una mujer notable, rubia, con piel de porcelana, cuerpo hermoso y profundos ojos color chocolate, lucía descompuesta y no es para menos, pero aún tiene los ojos maquillados y aunque su peinado está deshecho su cabello llega casi hasta la cintura.
—¿Cómo es posible que no tengas la cara como un payaso después de salir del mar?
—Es maquillaje profesional, soy modelo y hoy tenía la pasarela más importante del año en Milán, pero tu jefe, el maldito Luciano decidió secuestrarme para castigar a mi amiga Rebeka, porque está obsesionado con ella.
El hombre se echó a reír en voz baja.
—Un maldito loco ese Luciano.
—Escucha, no es poca la cantidad de dinero que puedo conseguirte si me dejas salir de aquí sana y salva, por favor —rogó Victoria—, a nadie le sobra el dinero, eso es una mentira, el dinero siempre puede gastarse.
El hombre la miró arrugando las cejas y sonriendo.
—Yo no tengo un jefe, preciosa… Y sí que estás muy bien.
— ¡Suéltame! —Bramó Victoria apartando su rostro con repulsión.
Sintió la respiración caliente del hombre sobre su piel fría causándole escalofríos.
El sujeto delineó su figura con las palmas de las manos, sopesando los pechos dentro del traje de fantasía que era una diminuta falda ajustada y una blusa muy escotada con brillos.
En cuanto el hombre metió la nariz en su garganta y sintió el pulso de Victoria desbocado, puso una mano en medio de sus pechos para sentir su acelerado corazón.
Quedó hipnotizado viendo los claros sombrear su mano en un exquisito pecho que sube y baja a causa de su respiración acelerada.
Con decisión metió su pierna entre las de ella obligando a abrirlas y de inmediato la otra mano palpó su centro haciéndola dar un jadeo involuntario, que es de miedo y no de placer.
Su respiración se hizo más rápida.
— ¿Estás asustada o cachonda? —Preguntó el malvado hombre divertido.
Victoria estaba sin palabras, no estaba excitada, pero tampoco quería decirle que le tenía miedo, quiso quitárselo de encima y solo logró que las piedras le lastimaran la espalda y que el agua le hiciera perder el equilibrio de sus pies con la única estúpida sandalia haciendo que la mano de él lograra mejor acceso en su feminidad.
Sus emociones eran un torbellino, no era del todo dueña de su cuerpo, ya que seguía muy drogada, llena de miedo y adrenalina
—Ah preciosa, si salimos de esta, disfrutaré un poco de ti antes de venderte.
En cuanto Victoria informó a las chicas, no lo podían creer. Que Paola estuviera viva era un milagro. Estaban seguras que podían confiar en ella ahora, y lo que más deseaban en el mundo era regresar a Venezuela. Viajaron a Milán. Victoria alquiló un auto y asistió luciendo como la Sirena, pues estaba segura que un equipo de Halcón la recibiría. Richard estaba en el auto con ella. —Si me llevan con ellos… — ¿Estás loca? Rebeka no te hará daño. Victoria afirmó. —No creo que quieran dañarme, pero yo conozco a su enemigo… — ¡Y deberías entregarlo! —Exclamó Richard. Las luces de un auto brillaron frente a ellos, Victoria se puso el antifaz. Un equipo de seguridad alquilado por Victoria le dieron luz verde, ella bajó. Caminó hacia Rebeka y Diego, con la frente en alto. La expresión de Rebeka era la misma. Ella la aceptaba sin importar la locura que ella hiciera. La expresión de Diego no era amistosa, era desconfiada. Victoria sabía que no la veían como tra
Victoria agradecía la ayuda de Stefan para regresar de la muerte, la cosa no era fácil, Richard había averiguado, y aún con conexiones, era un sinfín de protocolos, investigación y de más Una verdadera pesadilla… —Pronto podré solucionar mi situación ante la desesperación de las chicas por ir a Venezuela —dijo Victoria sin perder la esperanza aunque habían pasado unos días. Incluso, la identidad que utilizaba como Victoria Angelov era muy legal, tenía cuenta de banco, que había sido llenada con una absurda cantidad de dinero. Por supuesto por Stefan. Y aunque no habían vuelto hablar, sí lo había hecho Giancarlo. —Es posible que Slashdot solo esté esperando que se te pase la rabia y regreses —musitó Dayana, sin querer hablar mal de nadie. —Él cumplirá —afirmó Victoria. —Ojalá pueda pronto —dijo Dayana mirando la puerta de la habitación de Lisbeth. Lisbeth estaba mejor, pero no dormía, sentía terror, no le gustaba mucho que Victoria estuviera con ellas, eso demostra
Victoria se comunicó con Giancarlo por videollamada como prometió, en ese momento estaba Stefan con Giancarlo trabajando en el juego de computadora. Al principio Victoria no se dio cuenta, saludó a Giancarlo y le preguntó cómo estaba, entonces escuchó la voz de Stefan. Su corazón se aceleró, como nunca antes le pasó con él. No que no le había provocado arritmia, sobre todo al principio cuando le tenía pánico, y en los momentos felices, pero con él siempre había habido confianza, camaradería, jamás esta incomodidad. —Aquí está mi papá, ¿quieres hablar con él? —Inquirió Giancarlo levantándose de la silla. Victoria vio la hebilla del pantalón de su hijo. —Giancarlo, de hecho yo lo llamaré luego, ¿Giancarlo?... Pero Giancarlo ya se había ido. —Perdón por eso —susurró Stefan—. Puedes cancelar la llamada, ya que a mí no me quieres ver. —De hecho te iba a hacer una llamada telefónica. —Bien, cuando quieras entonces —dijo Stefan muy serio, él también estaba incóm
Stefan se sentó en el borde de la cama, sin mirar directamente a Giancarlo. Sus manos estaban entrelazadas, los nudillos aún rojos e hinchados, pero su voz—esa voz que solía intimidar a cualquiera, salió serena. —Anoche dormí poco… y la noche anterior, nada. Me devano los sesos porque me siento fuera de control. Y eso no es lo que quiero que aprendas de mí.Giancarlo lo observó con cautela, sin interrumpir. Stefan prosiguió: —Victoria se fue. Y no lo hizo para hacernos daño. Se fue porque sintió que quedarse significaba perderse. Y aunque me duele como un hierro ardiente, voy a respetar su decisión. Giancarlo apretó la mandíbula, visiblemente inconforme. — ¿Vamos a dejarla ir así, sin buscarla, sin pelear? Stefan negó con la cabeza, despacio. —No es rendirme. Nunca lo haré. Pero… voy a hacerlo bien. De manera honorable. Quiero que, si alguna vez vuelve, sea porque eligió hacerlo. No porque la manipulé. Ya cometí demasiados errores tratando de controlar lo que
En la casa de Halcón, hubo una reunión especial, presidía Diego, como Halcón, estaba don Massimo, Rebeka, Michael y Guadalupe. Alessandro estaba en Grecia, así que dijo que lo que decidieran, por él estaba bien. Diego tomó la palabra en primer lugar. —Esta reunión no es como lo planeamos, todos estamos conmocionados y muy tristes. Lo bueno es que Victoria está viva, lo malo es que es nuestra enemiga. Rebeka desvió la mirada e hizo una mueca de incomodidad, aunque se negaba a aceptarlo, la realidad era contundente. Michael estaba sentado sin ver a nadie, concentrado en un punto en la pared. Guadalupe estaba sentada en la esquina más distante de la mesa de reuniones. Diego prosiguió: —Tenemos aún algunos negocios que finiquitar, a Slashdot como enemigo y los riesgos que conlleva salirse de la mafia. Pero soy consciente que si seguimos en el negocio fue para salvar a Victoria y eso ya no tiene sentido. Así que quien desee salirse de inmediato, puede hacerlo. — ¿Tú qu
La misión de ir a ver como estaba Stefan cayó en Matt, Anka está llorando tanto que teme empeorar las cosas, solo habla de lo mal que estuvo Stefan antes, y en qué se convertirá sin Victoria. Y Adriana, ella terminaría discutiendo con él. Matthew entró a la oficina, ahora Stefan estaba acostado en un sofá con un brazo en el rostro. —Tu madre y hermana están preocupadas por ti. Adelina está furiosa en tu nombre, cosa que demuestra cuanto te aman esas mujeres. —Estoy bien, ¿acaso no lo ves? ¿Cómo es que siempre me decías? Los mafiosos debemos vivir solos. Matthew apretó los labios y negó con la cabeza. —No los mafiosos, los adictos que no tenemos la vida en orden, debemos vivir solos. —Pues tuviste razón. —Lo siento, pero te la jugaste, debiste ser sincero con Victoria, creer en ella. —No la nombres… —Stefan… —A él tampoco lo nombres —Stefan se puso de pie—. Allí estuvo mi error, jugar a ser el idiota Stefan por tanto tiempo. ¿Puedes creer que me puse de
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