Leonor pensó que su pasado no volvería a tocar a su puerta, pero el destino tenía planeado mostrarle que las casualidades son recurrentes de lo habitual. Ahora deberá enfrentarse al amor que un día fue y que sigue siendo, entre odio, rencor y rabia deberá tomar una decisión. ¿Podrá perdonar o se hundira junto con el odio que lleva años cargando en su pecho?
Ler mais—Claro que nos conocemos —respondió Leonor, con cierta incomodidad, tirando nerviosamente del borde de su chaqueta—. Tú fuiste quien atendió a mi hija Clara, doctor Gabriel.Gabriel la observó fijamente, como si intentara descifrar un enigma. Había algo en su voz, en la manera en que pronunciaba cada palabra, que lo inquietaba. Una sensación incómoda, casi familiar, le recorrió el pecho. Negó mentalmente; no podía ser Elena. No tenía sentido.Y sin esperar a que Leonor dijera nada más, ni que le agradeciera por haber intervenido, se dio media vuelta y se marchó apresuradamente del hotel.Leonor lo siguió con la mirada por unos segundos, pero tampoco quería prolongar el encuentro. Aún con el corazón acelerado por lo ocurrido en la calle, se dirigió directamente al salón privado donde Emily había organizado la cena de celebración. Al entrar, las conversaciones, risas y música contrastaron con el torbellino emocional que llevaba dentro. Se unió al grupo, forzando una sonrisa, pero su men
Cuando Leonor vio que la cuenta de G.E. se conectaba, su corazón dio un salto. Sin pensarlo, cerró la aplicación y dejó el móvil sobre la mesa como si estuviera caliente. No quería que Gabriel supiera que su cuenta todavía existía, mucho menos que ella la usaba de vez en cuando. No quería tener más nada que ver con GabrielSe obligó a respirar hondo, pero la inquietud permaneció.El resto de la noche se la pasó dando vueltas en la cama, mirando el techo. Su mente no paraba de reproducir escenas antiguas: las risas, las promesas, las miradas… y aquella traición que había cambiado todo.“Esto no significa nada —se dijo a sí misma—. Puede estar conectado por cualquier motivo. No es asunto mío.”Pero, aunque intentara convencerse, la sensación de que algo se avecinaba no desaparecía.Al día siguiente, Leonor volvió a la oficina. Ahora era la nueva diseñadora de la empresa Rocher. Tan pronto como llegó, escuchó los sonidos de celebración.—¡Lo conseguimos! —decía uno de sus compañeros—. E
POV GabrielDespués de cuatro años intensos de estudios médicos en el extranjero, Gabriel finalmente regresó a su tierra natal, listo para incorporarse a uno de los hospitales más prestigiosos de la región. Sin embargo, a pesar del éxito académico y profesional que había alcanzado, al pisar nuevamente este lugar familiar sintió una presión extraña en el pecho, como si el aire mismo estuviera cargado de emociones que no sabía manejar.Había dejado muchas cosas atrás cuando se fue, y ahora que volvía, sentía que nada de eso regresaba con él. La gente que conocía parecía haberse desvanecido; Elena ya no estaba, y su círculo de amigos se había reducido a casi nada. Su familia seguía ahí, sí, pero su contacto con ellos era limitado a unas pocas horas por las noches y fines de semana. Se sentía extraño: pertenecía a este lugar y, al mismo tiempo, era un forastero en su propia tierra.Aquella mañana, Gabriel despertó mucho antes que de costumbre. Una pesadilla lo había sacudido del sueño pro
Leonor no esperaba que su hija Clara reconociera a Gabriel tan pronto, y mucho menos que a su corta edad hiciera una pregunta tan directa y profunda. Su inocencia le pegó como un golpe inesperado. La pregunta quedó suspendida en el aire y la tomó totalmente por sorpresa, haciéndola retroceder en sus pensamientos.Recordó con nitidez un episodio ocurrido apenas unos días antes, cuando mientras ordenaba la habitación, había dejado caer accidentalmente una fotografía guardada en un viejo cofre. En esa foto aparecían ella y Gabriel juntos, jóvenes, risueños, como si el tiempo no hubiese dejado cicatrices. Clara, con la curiosidad natural de una niña, la había tomado entre sus manos y la había mirado con atención. Ahora, con solo una mirada, la pequeña parecía recordar esa figura que ella intentaba borrar.Pero Leonor no estaba lista para contarle la verdad, no aún. Su mente sabía que no estaba preparada para revivir todo el dolor que había atravesado hasta tener a Clara en sus brazos. Ade
Leonor caminaba con prisa entre los pasillos interminables del enorme hospital. Su respiración estaba un poco agitada, no porque no pudiera con el paso, sino porque su mente estaba llena de preocupaciones.Leonor llevaba de la mano a su hija Clara, de cinco años, avanzando a paso rápido por el pasillo del hospital. Era madre soltera y esta vez había traído a la niña para que le revisaran las erupciones que, desde hacía varios días, no dejaban de extenderse. En la otra mano apretaba la ficha de atención que había logrado conseguir con esfuerzo en el mostrador. Tomo asiento en las frías sillas de metal, acomodo su falta y respiro profundo en un intento de calmarse así misma. Justo cuando aún se debatía entre si sería una alergia o una enfermedad hereditaria, la fría voz del altavoz del hospital interrumpió sus pensamientos. —Clara, a consulta médica… repito, Clara, a consulta médica.Leonor sintió un nudo en el estómago. Se puso de pie, apretó la pequeña mano de su hija y se dirigió
Último capítulo