Mundo de ficçãoIniciar sessãoChristin es una chica buena, heredera de un conglomerado y está estudiando para tomar su lugar en la empresa de su familia. Es ingenua, amable y dulce. Todo cambia cuando se reencuentra con su primer amor en una fiesta, Aaron, quién le propone una noche inolvidable. Lo que ella no sabe es que Aaron está comprometido con Cindy... ¡Su media hermana! Y la cereza del pastel, esa noche tuvo sus frutos.
Ler mais[CHRISTIN]
Cepillé mi cabello luego de usar la secadora, me coloqué mis jeans rotos que, ante la sociedad universitaria, significaban "seguridad, atrevimiento" y me hacía ver como toda una chica extrovertida (algo que sin dudas no era), y me coloqué una blusa blanca, escotada, de mangas cortas, pegadas por un elástico que figuraba un pequeño revuelo en la orilla. Me la había prestado Susan, mi compañera de cuarto, la única persona con la que me llevaba bien en este lugar, y con la que compartía horario en todas las clases de la universidad.
Estudiaba "Relaciones Internacionales" en la facultad de "Economía y Jurisprudencia" en la Universidad de Cambridge. Había ganado una beca hace unos años y, separándome de mi loca familia, había viajado hasta acá para continuar con mis estudios.
Ahora comenzaba el último trimestre antes de la graduación, y eso solo podía significar que muy pronto debía regresar a casa, algo que no me emocionaba en lo absoluto.
No es que no quisiera ver a mi familia, por el contrario, amaba a mis padres, los extrañaba bastante, pero sentía que no había vivido lo suficiente fuera de la jaula, y ya debía regresar a ella, encerrada en la misma casa que mis hermanas, quienes me miraban por sobre su hombro por no tener aún mi vida resuelta, como la tenían ellas.
—¡Vaya! ¡Mírate! —Susan entró al dormitorio con una sonrisa perfecta y un semblante que denotaba, a su vez, sorpresa—. ¡Te desconozco, Chris!
—No es para tanto —le resté importancia, con un movimiento de mi mano—. Lo cierto es que me siento extraña.
—¿Extraña? ¿De qué hablas? ¡Te ves genial! —juntó sus manos bajo su mentón—. Ahora solo falta la combinación perfecta de zapatos.
"Que no sean de tacón", rogué en mi mente al cielo.
Normalmente, la mayoría de ridículos que tenía presentes en mi historial y, por mis antecedentes de desastre, la mayor parte habían sido caídas, y el objeto de ellas, los tenebrosos tacones que me prestaba la castaña de ojos marrones y cuerpo de modelo.
Ella los sabía manejar a la perfección, yo, en cambio, sabía caer a la perfección.
—Te llevarás los de color beige…
—¡No! ¡Olvídalo!
—Vamos, Chris, o de lo contrario te haré un muñeco vudú. —Me extendió el par de zapatos.
Desvié mi mirada hacia el escritorio repleto de papeles, folders y bolígrafos, y volví a negar, pero esta vez con una sonrisa en mi rostro.
—Es inútil, Su, todos saben que el efecto de esos muñecos acaba cuando te cambias de ropa.
—No si no lo permito. —Rió como bruja mala de cuento.
—No funcionará, Su, olvídalo.
Suficientemente malo es tener que ir a esa fiesta con esta ropa, como para ir con esos zapatos.
(Mis peores enemigos). Aún tenía una tonta imagen que guardar, o al menos debía conservar la dignidad que aún me quedaba.
A pesar de no ser notada en las fiestas o alborotos juveniles, mi vida estaba situada en el foco de la fama de mis padres, y odiaba que fuera así, porque sí, mis padres tenían dinero, pero, aunque yo me considerara independiente de ellos, los medios siempre estaban buscando mis peores momentos para relatarlos en pantalla. Claro que casi siempre conseguían el material necesario.
¡Y esos malditos tacones tenían la culpa!
Susan enarcó una ceja y llevó sus manos a su cintura, y fue entonces cuando supe que, dijera lo que dijera, me haría usar esos zapatos del infierno.
—Te verás hermosa, ya verás, ¡desprendes fuego!
Vergüenza era lo que iba a desprender después.
Le di el beneficio de la duda y tomé los zapatos de sus manos, me senté en una orilla de la cama y me los puse, para luego pedirle su opinión al espejo, y al ver que la chica en él no se miraba tan mal, le di un asentimiento rápido a mi amiga y sonreí complacida.
—¿Te irás conmigo?
—No, Marti vendrá por mí. Si quieres, puedes irte con nosotros.
—No. —Negué con la cabeza—. Me iré por mi cuenta, gracias, Su. —Tomé mis cosas, me despedí de ella y salí del dormitorio, pensando en que quizá era buena idea no ir al baile, después de todo. Solo iría a estar sentada al lado del ponche, viendo cómo los demás estudiantes se divertían y disfrutaban de la compañía, como era lo usual.
• ────── ✾ ────── •
Las cosas no podían ser más… ¿cómo decirlo?
¡¿Aburridas?!
Mis predicciones habían sido acertadas, nadie notaba mi presencia. Y no es que eso me molestara, en absoluto, pero ni siquiera miraba a Susan y a Marti, o a mis otras compañeras en la fiesta.
Ya me había tomado al menos cinco vasitos de ponche y cuatro mojitos, ya había probado las botanas y había intentado bailar sin morir en el intento, pero daba igual, me movía cual lagartija con ataques; aun así, seguía sintiéndome aburrida.
Pensé en tomar mi cartera, mi decepción y la escasa dignidad que me quedaba, y salir de la fiesta cuando, como si fuera una clase de espejismo —un muy brillante y hermoso espejismo—, llegó él.
Aaron Flesher, el sujeto del que había estado enamorada desde que lo vi, en mi primer año de secundaria.
¿Qué estaba haciendo aquí?
¿Qué clase de extraña alucinación era esta?
Que no me vea, por favor, ¡que no me vea!
Junté mis manos al cielo y rogué porque se perdiera entre los demás chicos, pues si cuando llegaba a casa a hacer tareas con mi hermana me escondía de los nervios en mi habitación, tenerlo aquí, casi frente a mí, sin Cindy y sin mis padres cerca, era una tortura para las mariposas en mi estómago.
Quise esconderme aún más en la oscuridad de aquella esquina, detrás de la tarima, cuando choqué con el hombro de alguien.
—¡Fíjate! —exclamó furioso.
—¿Yo? En primer lugar, ¿tú qué haces aquí? Este lugar está prohibido. —Me crucé de brazos y lo reté con la mirada.
Sí, había sido mi culpa, y sí, yo también estaba ahí, pero no le iba a dar la razón a ese sujeto tan engreído.
Sus ojos eran grises, su cabello negro azabache y tenía un hermoso lunar cerca de su barbilla, que lo hacía ver jodidamente guapo. En todos mis años de estudiar acá, era la primera vez que lo veía, pero eso no quitaba que me estaba viendo con altivez y, encima, se riera en mi cara, como todo un idiota.
—Estás temblando, gatita, solo mírate. —Trató de tocar mi rostro y lo aparté enseguida.
—¡Gatita la más vieja de tu casa! —exclamé fúrica.
Se encogió de hombros y miró hacia la salida de aquel oscuro lugar. —Como sea, tú me chocaste a mí, tú tienes la culpa, y tomaré tu silencio como una disculpa.
—Yo no…
—Hasta luego, gatita.
¡Ese idiota!
Esperaba no volver a verlo en mi vida.
Me giré molesta, con los puños apretados y mi rostro rojo por la furia, sin darme cuenta de que él estaba ahí… atrás de mí.
—Aaron...
—Hola, Chris.
Su mirada era penetrante y su cuerpo estaba casi pegado al mío.
Relamió sus labios y dio un paso frente a mí, dejándome atrapada entre sus brazos, rozando el bulto de su entrepierna a mi centro.
Tragué saliva, invoqué todo mi autocontrol, coloqué mi mano en su pecho e intenté alejarme, pero la debilidad volvió a mi cuerpo al sentir su virilidad rozar mi feminidad de nuevo.
Por alguna razón, sentía que esta noche marcaría un antes y un después en mi vida, un desastroso después.
[CONTINUACIÓN][CHRISTIN]Ya no bajamos a la sala, nos quedamos un rato en la habitación, comiéndonos las golosinas que Christian había comprado en la gasolinera, y no le dejaríamos nada. Se lo merecía por idiota. Lo amaba, pero era de aceptar que su comportan era el de uno.—Afuera se mira animado. — Susan miraba por la ventana y suspiraba. — fuera de tu hermano y el idiota de Aarón, creo que tu familia es linda, hubiera sido lindo nacer en un ambiente así.Sonreí.La historia de ellos era más compleja, sabía lo que habían sufrido en el pasado y lo mucho que les había gustado ser felices, sabía que se amaban y que seguían haciéndolo y sabía que aquella amistad que se tenían iba mucho más allá que cualquier cosa, entonces le si la razón a la castaña. Aarón no arruinaría mi estadía con mi familia, viajaba una vez al año para estar un poco de tiempo con ellos y los extrañaba el resto, y él no sería quien me alejara de ellos, y tampoco dejaría que el tonto de mi hermano arruinara la esta
[CHRISTIN]Le explicamos a Susan un poco sobre los integrantes de la familia, sobre las cosas que solíamos hacer en grupos y las actividades que realizabamos cuando veníamos aquí, en realidad le expliqué, porque Christian estaba mas concentrado en su teléfono que en nuestra conversación.Nos terminamos de instalar, nos cambiamos de ropa a una un poco más cómoda y veraniega, y bajamos a la sala, yo como siempre, pegada del brazo de mi hermano.—¡Vaya! — levanté la mirada y ví a Ethan, mi primo, acercarse a mí con una sonrisa de oreja a oreja. — mírate Christin, ya no eres la misma chica de brackets y trenzas que se fue hace años a londres. Te ves genial. — me tomó de los antebrazos y me abrazó muy fuerte.Sonreí y le regrese el abrazo, pues él era casi de mi edad y siempre fuimos juntos a la preparatoria, éramos muy unidos, quizá no como lo era con mi hermano, pero se asemejaba.Ethan se inclinó y dejó un beso en mi mejilla, y fue suficiente para sentir la presión de una mirada intensa
[ CHRISTIN]—¡Vamos, Christian! — lo tomé del brazo y se soltó con brusquedad. — ¡No me puedes ignorar toda la vida!—De hecho sí. — Miro a la castaña que va en la parte trasera del auto, por el espejo derecho del auto. — lo siento es que, si es posible, mis padres me han ignorado toda la vida. — miró para ambos lados y luego levantó sus manos sobre su pecho. — lo siento, yo solo decía que sí era posible.Gracias, Susan. ¡En serio!—Escucha, sí es lo que imaginas, tuve algo que ver con ese sujeto, pero te juro, te juro, que no sabía que él y Cindy eran algo.— ¡Iban a la misma universidad! — habló por fin, o más bien gritó. — ¡Hacían las tareas en casa, juntos, se encargaban en su habitación! ¡¿Y nunca lo imaginaste?!.—¡Estaba enamorada! ¿de acuerdo? — detiene el auto y se parquea a la orilla de la calle. — ¿Qué haces? Mis padres se darán cuenta de que paraste.—Les diré que atendía una llamada. Todo el mundo sabe que es malo utilizar el móvil y manejar al mismo tiempo.Su semblante
[CHRISTIN]Me levanté de la cama, dejando a Susan bien cubierta, pues tenía la mala costumbre de desabrigarse a mitad de la noche, y justo ahora hacía un frío mordaz.Tomé mi bata y me cubrí con ella, pues llevaba puesto solamente un short pequeño con dibujitos de la torre Eiffel y una camiseta de dormir que me llegaba hasta el ombligo. Tomé un listón y amarré mi cabello en una coleta alta y me coloqué mis pantuflas.Me acometía una terrible hambre, y eso que había cenado; había comido mi langosta y la mitad de la de Susan. Eso sí, habíamos cenado en la habitación, y para que nadie preguntara, le había dicho a mamá que a Susan le daba pena comer frente a los demás cuando no había agarrado confianza, y por respeto a mi amiga, ella no había insistido más.Sin embargo, el estómago me reclamaba comida como si hubiera estado en huelga de hambre una semana. Así de desesperado se encontraba.Era de madrugada, así que dudaba que alguien estuviera levantado a esta hora. A hurtadillas, bajé las
[CHRISTIN]Nunca fuimos del todo unidas con mi hermana; días nos hablábamos, días discutíamos, y entre charlas nos decíamos lo que menos soportábamos la una de la otra, queriendo creer en la promesa de que trataríamos de mejorar para llevarnos mejor.Pero nunca pasó.Cindy era como mi heroína. Era mayor que todos nosotros, siempre fue la más madura, la más lista, la más cuerda y, lo más importante, la mejor en todo. Pero cuando la vi ahí, abrazada a ese cretino, supe que ella, al igual que yo, era imperfecta, y sus pésimos gustos en hombres la desacreditaban.Yo había estado enamorada de él, pero desde aquella vez abrí mis ojos y supe quién era realmente Aarón Fletcher.A mí ya no podía engañarme.—¿Bebé, estás bien? —mamá me sostuvo de los antebrazos.No sabía cuál era mi semblante en este momento, tampoco quería estar ahí, así que, haciendo uso de mis pocas fuerzas, me forcé a sonreír y pedí permiso para instalarme en mi habitación.—¿No felicitarás a Cindy y a Aarón? —cuestionó Luz
[CHRISTIN]Fue casi como una maldición, que acarreaba tantas cosas, y aquel incidente solo me daba la certeza de que algo estaba mal conmigo.—¡Tú la cerraste para fastidiarme! — vociferé, acusándolo con mi índice en su pecho. — ¡Abre ya!—¡Déjame en paz, loca! — bajó mi mano y caminó a la puerta. — ¿Crees que deseo estar encerrado contigo?—¡Creo que te encanta hacerme la vida imposible!—¡Apenas y te conozco…!Nos detuvimos cuando otra turbulencia, un poco más violenta que las anteriores, cerró con fuerza la tapa del baño y sacudió la cabina del baño.Lo empujé y arremetí contra la puerta, dando grandes palmadas pidiendo ayuda con mucha desesperación, esperando que en medio de todo aquel ajetreo, alguien me escuchara y abriera la puerta.—Es inútil, en este momento no deben estar dejando a nadie que esté fuera de su asiento.—¡Cállate! ¡Ayuda! — grité al borde del colapso.—¡Hubiera salido del baño al ver que estabas vomitando!—¡¿Y por qué no lo hiciste entonces? ¡Ni siquiera te co
Último capítulo