En un país donde las jerarquías juegan un papel importante en la sociedad, nacer siendo omega podría considerarse una maldición. Lieve es una preciosa omega, nacida en lo más bajo de la sociedad. Obligada a sobrevivir de las migajas y habitar en la zona marginada de la ciudad, piensa que su vida está destinada a la miseria. Kyros es un poderoso alfa, rey de todo el Imperio y una criatura tan antigua como triste. Lleva años en busca de una persona, la única que podrá sanar su fraccionada alma y salvarlo de su eterna maldición. Cuando el destino haga de las suyas, Lieve solo tendrá dos opciones para salir de la miseria: Vender su cuerpo a cambio de dinero, o seguir el consejo de su amiga y volverse una "marcada". Una joven dispuesta a casi todo por una mejor vida, y un rey solitario. Una pasión abrasadora. Un futuro inesperado. Y un amor inmarcesible.
Leer másNota de Autora:
Hola, un saludo. Antes de comenzar a leer me gustaría dejar esclarecidos algunos aspectos fundamentales de la trama que deberán conocer para comprender en su totalidad la historia. 1. Las jerarquías que conocemos dentro del género de hombres lobos, serán manejadas de manera diferente en esta historia. Ser Alfa, Beta u Omega, no solo serán rangos sino que serán características de nacimiento que le otorgarán a cada individuo un lugar en la sociedad. 2. Los alfas son la jerarquía menos común, así como los más poderosos, por ende son venerados, respetados y colocados en la casta más alta de la sociedad. Los betas son la jerarquía más común, la mayoría son personas comunes, ciudadanos promedios, uno que otro noble, y servidumbre de palacio. Los omegas son la jerarquía menos apreciada, usualmente nacer siendo uno se podría considerar una maldición, han sido discriminados, alejados de la sociedad y tratados como inferiores. 3. Aunque normalmente este género se maneja contando historias a través de las manadas, aquí no funcionará así. Sino que en su lugar la historia se centrará en todo un Imperio y la realeza que lo maneja. 4. Cuando los personajes hacen referencia a su "lobo interno", se refieren a su parte lobo, esa que permanece en su interior mientras están en forma humana. Los lobos interiores suelen tener una personalidad a parte de la de su dueño, así como nombre diferente, ideas y actitudes. Es decir que son criaturas que habitan en el interior de cada persona, a veces influyen en los pensamientos de sus dueños. 5. El Imperio se maneja con los sistemas de monarquía comunes, es decir: Rey, reina, duques, condes, etc. Aunque solo los que nacen siendo alfas pueden ser parte de la realeza. 6. La marca, que se menciona varias veces dentro de la historia, es un vínculo que hacen los alfas con los omegas. Cuando un alfa posee a un omega, lo muerde, poniendo en sí su marca. Aunque la herida sana, queda impregnado el omega del aroma del alfa, dándole a saber a los demás que ya tienen una pareja. ---------------------- Capítulo 1: En Rhevnar, un Imperio poderoso y basto, las jerarquías se habían vuelto el principal eslabón que sostenía a la sociedad. Así que el rango social que ocuparías estaría siempre basado en la jerarquía que tuvieras al nacer. Cincuenta años atrás comenzó el reordenamiento de la sociedad, cuando el número de alfas comenzó a decaer considerablemente, y en su lugar el número de omegas aumentó casi inmediatamente, creando un desnivel en la sociedad clasista. Así que cuando la superpoblación de omegas azotó la ciudad, la mayoría fueron desterrados al llamado Distrito 0, o Zona Muerta. Durante los años siguientes debido a la mala vida, las enfermedades y las condiciones de pobreza extrema, la población de omegas comenzó a decaer, pero aún así los descendientes de los desterrados continuaron naciendo y creciendo en aquella zona pobre. A día actual el Distrito 0 era el área casi olvidada de la ciudad, nadie respondía por ellos, ni los dirigentes ni el mismísimo rey, aquel a quien nadie jamás había visto ni por asomo. Lieve nació y creció allí, vio a sus padres morir de miseria y tuvo que valerse por sí misma desde muy temprana edad. Sobrevivía como podía y acumulaba en el interior de su alma el creciente odio hacia los alfas y los dirigentes del Imperio, principalmente aquel rey cruel que no se preocupaba por los suyos. Cada día miraba desde su ventana el paisaje que le brindaba la ciudad fuera de la Zona Muerta. Las luces, las casas y allá, a la lejanía, pareciendo casi intocable, los altos muros del palacio, majestuoso y descomunal. Aquellos que habitaban en su interior vivían una vida llena de caudal sin preocuparse o siquiera imaginarse la cantidad de personas que morían en el área olvidada, a la que ellos mismos los habían condenado. Quizás después del reordenamiento no todos los omegas tuvieron que pasar por la misma desgracia, los que habían tenido la suerte de no ser desterrados forjaron familias en otras ciudades del Imperio, pero esos fueron solo los suertudos, porque los desgraciados como los antecesores de Lieve, habían sufrido de maneras inimaginables. Lieve miró desde su ventana el cielo nocturno, antes de emitir un suspiro de añoranza que la dejó sorprendida incluso a ella misma. Era otro de esos días en que sentía un enorme vacío en su interior. Aunque desde su nacimiento experimentaba aquella sensación de vacío y tristeza, habían días en los que era peor. No comprendía el porqué de aquella emoción. No sabía porqué se sentía como un ser incompleto, en busca de una mitad perdida. —¿En qué tanto piensas? —preguntó la joven asomándose a la ventana en la que se encontraba recostada Lieve. —Jen —dijo para bajar la vista a ella —, me sorprendiste. —Estás más distraía de la cuenta últimamente. —Tienes razón, incluso yo lo estoy notando —mordió su labio inferior con frustración —. Es un sentimiento inexplicable pero cada día siento un hueco crecer aquí —colocó una mano sobre su pecho —, y duele. —¿Te sientes enferma? —preguntó ella arrugando la frente —. Espero que no, porque ya sabes lo difícil que la tenemos. —No es un dolor físico, es algo más... —¿Un dolor emocional? —Sí. —Pues te comprendo créeme —emitió ella un gruñido de frustración —, es decir mira este lugar —señaló los alrededores de aquel barrio pobre —. Nadie en su sano juicio estaría bien aquí. —No es a eso a lo que me refiero, pero tienes razón. —Pues sabes qué, vengo a hacerte una sugerencia que puede cambiar tu vida. —¿Qué clase de sugerencia? —Bueno, está de más sabido que últimamente la tienes difícil, en realidad la vida aquí se torna cada día más difícil para nosotros, pero tú puede que tengas una oportunidad de salir de esta porquería. —Si vienes con la misma propuesta que aquel proxeneta mi respuesta es no —sanjó arrugando las labios, ofendida. —¡No! —chilló ella rápidamente —. Yo jamás te propondría algo como la prostitución, ¿por quién me tomas? —Lo siento —se pasó una mano por el cabello —, estoy algo paranoica, pero es que no dejo de recibir esa clase de propuestas. —Era de esperarse, esos tipos de la ciudad vienen al Distrito buscando omegas hermosas para llevarse a sus negocios sucios. —Es lamentable que muchas caigan. —No podemos juzgarlas, nadie quiere morir de hambre ni ver a su familia hacerlo, así que esa es la solución desesperada de muchos. —Si te soy sincera han habido momentos en los que me lo he planteado, pero... —se abrazó a sí misma mientras negaba —, no podría hacer algo así. —Te entiendo, yo tampoco. —¿Entonces cuál es esa propuesta que venías a contarme? —preguntó Lieve. —Ha comenzado de nuevo —pronunció con seriedad y ella arrugó lo frente confusa. Le tomó segundos entender a lo que se refería. —¿Estás hablando de...? —Sí eso mismo que piensas, la selección de los marcados comenzó. —No —se apresuró en negar —, no voy a ser una candidata para algo así, nunca. —¿Por qué? —cuestionó algo enojada —. Es tu oportunidad de salir de esta miseria y ascender. —No pienso volverme una marcada, además ni siquiera sabemos si sea elegida. —Lieve, estamos hablando de ti. Eres por mucho la omega más hermosa que he visto nunca, podrás vivir en la pobreza pero tienes un porte único, figura delicada, eres fértil; tienes todo para ser elegida. —No Jen —gruñó exasperada —. Odio a esos bastardos que dirigen el país con todas mis fuerzas. Si crees que entraré a una ridícula selección para ser elegida por alguno, estás mal. —Quien está mal eres tú. Te la pasas en este cuartucho que está a punto de caerse, mirando hacia el castillo e imaginando sabe Dios qué cosas, pero ahora tienes la oportunidad de vivir allí dentro —señaló en dirección al palacio —, de tener la vida que desearía cualquier otra persona en este sucio Distrito, y ni siquiera piensas antes de decir que no. —Jen —susurró viendo a su amiga, la cual lucía realmente enojada —. Entiende lo que me sugieres. Ser seleccionada significa permitir que un bastardo que no conozco, me use como un juguete y me embarace en busca de un hijo alfa, si le doy un hijo omega seré desechada y en la nueva selección otra persona tomará mi lugar. Es un destino horrible. —Quizás pero es una mejora, puede que sea verdad y si fallas seas sustituida, mas no regresarás aquí nunca más, te dejarán vivir dentro de palacio a pesar de todo. —No quiero ser solo un vientre fértil. —Es peor ser una escoria. —Jen, tú nunca me habías insistido tanto por nada. ¿Hay algo que no me digas? Lieve escrutó el rostro de su amiga, la joven bajó la mirada cuando sus ojos al toparse se llenaron de lágrimas. Ella quería esconderlo por cuanto tiempo le fuera posible, pero no sería por mucho, así que deseaba que Lieve se fuera de allí lo antes posible, antes de verla sucumbir. —Estoy muriendo Lieve —susurró ella llorosa. —¿Qué? —abrió los ojos y la boca a la par, estupefacta. —Estoy enferma, mi salud declina cada día más, me siento débil y siento que no viviré mucho más. Quizás allá en la ciudad haya alguna medicina para ayudarme pero aquí sabes que no la hay, moriré como tantos de los nuestros. —No puede ser —sollozó. Los ojos negros de Lieve se bañaron en lágrimas, que rápidamente rodaron por sus mejillas. —Por eso quiero que te vayas, huye de aquí antes de que te suceda lo mismo. Tienes la oportunidad de irte de este Infierno, aprovéchala. —No te dejaré así. —Sí, lo harás, si no es por ti aunque sea hazlo por mí, es lo único que te pido. —Lo siento pero no —negó. Jen la miró por última vez antes de alejarse de la ventana con una dolorosa mueca en el rostro. Sin decirle una palabra más echó a caminar lejos de aquel lugar. Lieve se quedó mirándola, contemplando la manera en que se alejaba y debatiendo entre si seguirla o no, pero al final decidió darle su tiempo y su espacio. Entendía que Jen quería lo mejor para ella, pero pedirle volverse una marcada, era mucho más de lo que podía aceptar. Quizás por su mente había pasado fugazmente la idea de vender su cuerpo, pero al final nunca lo habría hecho. Y para ella aceptar participar en la selección era casi igual a prostituirse. No se veía siendo sumisa a un alfa desconocido de esos que tanto odiaba, y menos aceptando ser solo un vientre fértil para procrear más alfas. Ella jamás aceptaría algo así. ¿O sí?Lieve avanzó con cautela hacia el interior de la habitación, alejándose instintivamente de Kyros. No podía explicarlo con certeza, pero su sola presencia la envolvía de una manera que le resultaba imposible ignorar. El aroma del alfa, profundo y dominante, se infiltraba en sus sentidos, desatando un torbellino de emociones que no estaba lista para enfrentar. Por más que intentara convencerse de lo contrario, una sospecha comenzaba a instalarse en su mente: ¿podría él ser su pareja predestinada?No. No quería ni pensar en esa posibilidad.Ignoraba cada señal, cada indicio que el destino colocaba frente a ella, pero Kyros no tenía intención de permitirle seguir fingiendo. Él la observaba con la certeza de alguien que conocía una verdad irrefutable: el lazo que los unía era ancestral, irrompible. Ni siquiera la muerte los había separado en el pasado.—¿Va a elegirme? —su pregunta fue directa, sus ojos fijos en los de él, desafiantes—. Cuando llegue el momento, ¿seré yo la elegida o exist
Después del descanso, las lecciones presenciales terminaron, pero a las jóvenes les fueron entregados varios libros de un considerable grosor, que tendrían solo un par de días para dominar a la perfección. La mayoría trataban sobre la historia del reino, una forma de enriquecer la cultura general de las omegas a través del estudio. Todo habría sido un desafío manejable si no fuera por un detalle que golpeó a Lieve con la fuerza de un balde de agua fría: no sabía leer. Hasta entonces, su analfabetismo no había representado un problema. Diana se encargaba de indicarle sus horarios, permitiéndole ignorar las instrucciones escritas que le asignaban. Pero ahora, con esos tomos pesados en sus manos, la realidad la aplastaba. No podía pedirle a Diana que le leyera cada página, y mucho menos admitir su incapacidad ante los demás. Con tantas miradas sobre ella, buscando defectos y debilidades, no se permitiría el lujo de mostrarse vulnerable. Con el rostro impasible, aceptó los libros en
Lieve debía empezar a temer más por su propia seguridad que por cualquier otra cosa. Verenice ya no sería su única enemiga dentro del palacio; su camino pronto estaría plagado de rivales peligrosas y, posiblemente, de múltiples intentos de asesinato apenas disimulados. Las miradas de las otras omegas no dejaban lugar a dudas. Algunas tal vez no llegarían tan lejos, pero otras llevaban la audacia y la amenaza grabadas en los ojos. La tensión que se había apoderado de la sala era casi asfixiante, y solo se rompió cuando la profesora entró, imponiendo silencio con su sola presencia. La lección comenzó, obligando a las jóvenes a enfocar su atención en algo más que sus propios resentimientos y estrategias. Durante más de dos horas, la instructora se encargó de moldearlas en lo que se esperaba de ellas. Les enseñó la etiqueta en la mesa, la manera correcta de sostener los cubiertos, de elegir el adecuado para cada plato. Incluso ordenó que les sirvieran el desayuno para demostrarles cómo
El silencio que se extendió entre ambos fue un vacío casi tangible, cargado de tensión y pensamientos no compartidos. Lieve seguía procesando las palabras de Kyros, aquellas que, aunque impregnadas de un romanticismo desconcertante, no dejaban de parecerle extrañas. Él, el rey, un alfa por derecho y linaje, hablándole con una calidez que parecía reservada para alguien cercano, alguien amado. Pero ella no era nada de eso. Ni siquiera se conocían más allá de esos encuentros fugaces que siempre dejaban más preguntas que respuestas. El comportamiento de Kyros rompía con todo lo que sabía sobre los alfas. Siempre distantes, altivos y revestidos por la arrogancia de su casta superior, los alfas trataban a los omegas como si fueran poco más que herramientas, prescindibles y desechables. En un mundo dividido por líneas sociales inquebrantables, Lieve, una omega y además una plebeya del Distrito 0, no era más que el polvo bajo los zapatos del imperio. Para cualquiera, ella sería invisible, pe
Esa mañana, Lieve despertó con el cuerpo pesado y la mente aún atrapada en el letargo. No había logrado dormir bien la noche anterior, y apenas los primeros rayos del sol se asomaron, Diana irrumpió en la habitación, descorriendo las cortinas con un movimiento decidido que inundó el espacio de luz y perturbó su sueño. —Buenos días, señorita —la saludó con suavidad. —Buenos días —respondió Lieve, incorporándose con lentitud y frotándose los ojos adormilada. Diana avanzó hasta ella, sosteniendo una taza de porcelana de la que se desprendía un aroma relajante. —Le he traído un té aromático de hierbas. Lieve aceptó la taza con una leve inclinación de cabeza. —Muchas gracias. El calor del líquido humeante le despejó los sentidos poco a poco. Mientras lo bebía, el silencio de la habitación le permitió acomodar sus pensamientos. Al levantar la vista hacia Diana, su curiosidad la llevó a preguntar: —¿Hoy tengo algo que hacer? —Sí, señorita. Tomará el desayuno con las demás om
Las omegas intercambiaron miradas cargadas de complicidad, alimentando la intriga de Lieve. Los rumores sobre ella parecían envolver las paredes del palacio, y ahora su curiosidad era más fuerte que nunca. —¿Y bien? —preguntó con los brazos cruzados, dejando claro que su paciencia estaba al límite. —Se dice que el general es el responsable de tu estadía, que él te elegirá y por eso estás aquí, a pesar de no haber pasado la selección. —¿El general? —La sorpresa en su voz era genuina. Había imaginado muchas teorías, pero esa superaba cualquiera de sus expectativas—. ¿De dónde sacan esas tonterías? —Oh, por favor. No intentes negarlo —insistió una de las chicas—. Todas estuvimos ahí el primer día de la selección. Él salió específicamente por ti. Y cuando te desmayaste, fue él quien te llevó en brazos al interior del palacio. No sabemos cómo, pero hay algo entre tú y el general Davian. —¡Por supuesto que no! —El tono exaltado de Lieve dejó a las demás sorprendidas. Había sido más
Último capítulo