Capítulo 05: Una nueva oportunidad.
El aire olía a tinta y papel nuevo. En un enorme salón del área de diseño de “Casa Dorata M”, Fiorina estaba sentada frente a una mesa llena de bocetos.
En fichas hojas, habían diseños plasmados. Dibujos hechos con precisión, con delicadeza, con cariño y ambición.
Tenía su mirada fija en el papel sobre el escrito, con un lápiz de dibujo especial. Terminaba de agregar los últimos detalles.
Un mes había transcurrido desde que trabajaba ahí. Y aunque NADIE la veía con dignidad, y tan siquiera como el ser humano que era… ¡ELLA ESTABA DECIDIDA!
La palabra “rendirse” no estaba en su vocabulario. Cuando Fiorina Cassini quería algo, lo haría suyo sin importar un carajo cuán duro sea el camino.
—Uff, terminé… —murmuró para sí misma.
Había finalizado el trabajo de diseños para la próxima selección de la empresa de verano.
Uno que por supuesto, Donatella le encomendó trabajar en conjunto, pero hasta ahora… ¡Esa mujer, su nueva jefa, brillaba por su ausencia!
Clack~
La puerta se abrió de golpe y Donatella Bianchi, la diseñadora estelar, entró con sus tacones resonando en el mármol.
Con su cabellera negra corta en estilo pixie elegante y sus ojos celestes gélidos, clavó su mirada en Fiorina.
—¿Y? ¿Hay avances? —preguntó, extendiendo la mano con impaciencia.
Fiorina se levantó de la silla, apiló todos los diseños, y los extendió hacia su jefa.
Donatella los hojeó con desdén.
—Jum… no están tan mal, pero… son demasiado sencillos, y…
—Hubieran estado más a su gusto si se dignara a aparecer para dar su opinión, jefa —replicó Fiorina, sin dejarse humillar.
—Tienes razón, mi “atenta asistente” —soltó Donatella con un gesto de burla—. Los retocaré yo misma.
Donatella comenzó a alejarse. Pero antes de salir se detuvo, girándose levemente hacia atrás.
—¡Oh, casi lo olvido!, no faltes a la reunión con el CEO esta tarde. Es la primera vez que te presento oficialmente. No me avergüences.
Fiorina asintió levemente.
…………
✧✧✧ Reunión de directorio. ✧✧✧
Fiorina entró al lujoso salón de juntas y sintió que todas las miradas se clavaban en ella.
Donatella se acercó con una sonrisa falsa al CEO Marchesani, que estaba de pie junto a la mesa.
—¡Señor Marchesani! —lo llamó Donatella con tono meloso—. Ya conoce a mi nueva asistente, ¿verdad? Fiorina Cassini. Lleva un mes con nosotros.
Giorgio se giró. Sus ojos grises, fríos y penetrantes, recorrieron a Fiorina de la cabeza a los pies con una calma aterradora. Era la mirada de un depredador evaluando a su presa.
—Señorita Cassini —saludó él, con una voz tan gélida que cortaba el aire. Extendió su mano en un gesto puramente protocolario.
—Es un gusto, CEO —respondió Fiorina, estrechándola con firmeza, manteniendo la mirada.
—Señor Marchesani —la corrigió él, soltando su mano—. Espero ver lo mismo… ese esfuerzo que mostraba en su anterior empresa.
Fue una advertencia clara y directa del CEO.
Fiorina sintió un escalofrío al entender: «O rindes, o estás fuera.»
—No tiene que preocuparse, señor Marchesani. Soy una profesional —respondió con calma, pero con la barbilla ligeramente elevada.
Él asintió levemente y se dio la vuelta para iniciar la reunión. El mensaje estaba claro: estaba en observación constante.
La reunión comenzó. Donatella se puso frente a la pantalla gigante.
—Damas y caballeros. Estos son mis diseños para la próxima temporada.
¡EL SALÓN ENMUDECIÓ AL VER LA PRESENTACIÓN DE LOS BOCETOS!
Un vídeo profesional, una música llamativa de fondo. Donatella sonriendo con altivez.
—¡WOW! ¡Impresionantes! —soltó uno de los directivos.
—Realmente son buenos. Se ha lucido, señorita Bianchi —comentó otro.
Rápidamente el salón se llenó de halagos, de murmullos positivos sobre los diseños.
Pero Fiorina se quedó helada en su asiento. Eran sus diseños.
¡Fue ella la que los trabajó por un maldito mes! Donatella se había atribuido todo el crédito.
“¡M@ldita mujer! ¡Es una aprovechada, ya debí imaginar lo que pasaría!”
En ese momento, la voz del CEO cortó los aplausos.
—Señorita Bianchi, estos bocetos tienen un estilo… diferente al suyo habitual. ¿Podría explicarlo? —llevó él sus dedos a la barbilla.
¡Donatella se puso pálida, todos volvieron a verla fijamente!
—Bueno, yo di las directrices… mi asistente solo hizo los trazos —se excusó, mirando con desprecio a Fiorina—. Para eso está.
Fiorina apretó los puños bajo la mesa, sabía que no era momento de dar mala imagen en su primera reunión. No iba a ser despedida.
Guardó silencio. Pero su mirada fría y retadora se clavó en Donatella. Que la evadió al instante, viendo hacia otro costado.
…….
—Quédense —ordenó Giorgio a ambas cuando terminó la reunión—. La próxima semana hay un desfile importante de la marca “Bellavance” en París. Irán las dos.
—¡No puedo! —protestó Donatella—. Tengo la selección de telas.
Giorgio se levantó, ajustándose su saco grisáceo. Viéndola seriamente.
—En ese caso, irá Fiorina en tu lugar. Después de todo, demuestran trabajar tan bien en equipo.
Donatella frunció el ceño, su rostro se puso ligeramente rojizo ante su molestia.
¡Por supuesto que quería ir al evento en París! ¡Pero sabía la importancia del trabajo de elección de telas!
Ella soltó un suspiro tenso.
—De acuerdo, señor.
¡CLICK! La puerta se cerró tras el CEO. Donatella giró hacia Fiorina con rabia.
¡PUM! La empujó contra la pared.
—¿Qué crees que haces? —preguntó Fiorina, esforzándose por mantener la calma.
En segundos, Donatella la arrinconó. Su mirada celeste se volvió gélida.
—¡Te conozco, perra! —le escupió—. ¿Crees que no sé lo que intentas? ¡No te aprovecharás de esto para arrastrarte al CEO!
Fiorina la apartó con frialdad.
—Las cosas no sucedieron como cree. Soy profesional.
—¡Ya veremos! —rugió Donatella—. ¿Crees que el CEO te protegerá? ¡Él está prometido! ¡Y haré que su prometida sepa que una cualquiera como tú le sigue los pasos!
Fiorina la miró con desprecio.
—Haga lo que tenga que hacer. Yo solo estoy aquí para trabajar.
Y dando media vuelta, salió de la sala, dejando a una Donatella furiosa atrás.
………..
✧✧✧ En ese mismo momento. En el piso ejecutivo. ✧✧✧
Giorgio Marchesani acababa de terminar una videollamada transatlántica cuando el interfono de su escritorio emitió un suave tono.
—¿Dígame?
—Señor Marchesani —la voz de su asistente personal, Marco, sonó clara—. El informe que solicitó sobre la nueva dinámica en el departamento de diseño.
—Proceda —respondió Giorgio, sin apartar los ojos de la pantalla de su portátil.
—La señorita Bianchi y su asistente, la señorita Cassini, acaban de tener un… enfrentamiento en la sala de juntas. Bastante intenso.
Una ceja de Giorgio se arqueó levemente. Su tableta mostró al instante un resumen de lo ocurrido, junto con el plano de la ubicación.
—¿Y el desenlace? —preguntó, su tono era de pura evaluación comercial.
—La señorita Cassini no cedió. Salió de la sala con la cabeza en alto. La señorita Bianchi parece… extremadamente alterada.
Una sombra de interés, frío y calculador, cruzó los ojos grises del CEO. Su instinto le decía que la ex obsesión de Massimo Bernardi era un activo más interesante —y potencialmente más leal— de lo que los rumores pintaban.
—Bien. Continúe con la observación discreta —ordenó—. Y Marco… que la próxima invitación a “Bellavance” en París le llegue directamente a la señorita Cassini. A título informativo.
—¿Sin copia para la señorita Bianchi?
—Esatto (Exacto).