Los pechos de Agustina rebotaban con intensidad delante de Julián, habían parado la lancha en un sitio donde nadie aliviaron la tensión. En medio de donde nadie escuchará sus gemidos, decidieron sucumbir ante su lascivia.
Julián levantó a Agustina y la puso sobre una silla, mirando al estribor, y se hizo sx oral a ella. Tocó su clít*r mientras metía su lengua en su orificio.
Agustina se dedicó a acariciar su cabello ondulado y negro solo para guiarlo a complacerla.
Exploró con saliva cada rincón de su vagina, hasta que Agustina deseó de su duro pene.
Se pusieron en posición de misionero, y la penetró con ahínco, sonando su abdomen con el suyo, aplaudiendo con sus cuerpos hasta el él eyaculó en sus senos.
—Tienes la mala costumbre de ensuciarme los senos, Julián.
—Cállate, te traeré toallas húmedas.
Ella sólo se rió de él, ya que no duró mucho en venirse.
El regreso al Palazzo fue silencioso. Julian condujo la lancha a toda velocidad, la rabia de la acusación de Nicolás y la f