Logan estaba decidido a denunciar a la mujer que le había robado algunos documentos de su empresa, y nada de lo que le dijera la hermana de la delincuente, Lucía Rossi, podría cambiar su decisión. Sin embargo, Logan no anticipó la valentía y determinación de Lucía, ni las seductoras curvas que ocultaba bajo su amplio abrigo. Este detalle intrigó a Logan, lo que fue suficiente para que decidiera dejar que Lucía “ganara” la libertad de su hermana. Por supuesto, en el mundo de Logan, todo tiene un precio… sea justo o no. Él necesitaba una pareja temporal, alguien que lo ayudara a tranquilizar a su madre. Una vez que Lucía se vistiera con ropa elegante y a la moda, sería perfecta para cumplir con sus expectativas. Pero el implacable y frío CEO no estaba preparado para que la naturaleza amable y dulce de Lucía transformara el rumbo de ese chantaje… sensual. **** Obra registrada en Safe Creative. Se prohíbe la copia total o parcial. Ante cualquier tipo de plagio, se tomarán las medidas necesarias
Leer másHabía aprendido que las lamentaciones no lo conducirán por ningún buen camino y cuando su padre falleció, dejándolo a él al mando de la empresa, optó por dejar las emociones y sentimientos a un lado y se convirtió en un hombre nuevo. En un hombre incapaz de demostrar algún tipo de emoción o sentimiento.
En el mundo de los negocios, Logan Parisi era uno de los CEOs más respetados y distinguidos, sobre todo porque era el tipo de hombre que imponía solo con su presencia y elegancia. Un rostro de facciones cinceladas, duras y toscas. Una mirada azul acero que parecía doblegar a cualquier persona. Cabello cobrizo, siempre peinado pulcramente… Un cuerpo atlético, músculos definidos y proporcionados en su estatura de metro ochenta y siete. Porte y elegancia. Logan Parisi era un sueño húmedo para muchas mujeres, incluso para hombres, pero era solo eso. Un sueño húmedo. Logan llevaba una vida ocupada y ajetreada. Convertirse en el CEO de Atlantic Metal había sido, en un principio, un poco caótico, sobre todo porque la muerte de su padre fue inesperada. Tuvo que hacerse cargo de la empresa casi de la noche a la mañana y le llevó todo un año adaptarse. Estar al mando de una empresa metalúrgica no era nada sencillo y después de ocho años de haberse convertido en el CEO, todavía se consideraba un novato. Sin embargo, y a pesar de todo, el prestigio y renombre de la empresa había crecido gracias al propio mérito de Logan. Respecto a la familia… Ese era otro asunto. Su madre fue diagnosticada hace poco más de dos años con leucemia. Cuando Logan se enteró de esto, movió cielo y tierra para que su madre recibiera la mejor atención médica. Había hecho todo lo posible y más para que su madre estuviera, dentro de lo que cabe, bien y estable. Pero las cosas comenzaron a agravarse hace tres meses atrás, el tratamiento no estaba funcionando, no del todo. Por lo tanto, Logan tuvo que prescindir de algunos asuntos de su apretada agenda y dedicar más tiempo a su entorno familiar. Había estado yendo a ver a su madre y a su hermana menor. Pasando tiempo de calidad con ellas, sobre todo por su madre. En el ínterin, pudo contactar con otra clínica en la que estaban probando un nuevo tratamiento y no dudó en comentar esto con su madre. Geraldine era un poco reacia a visitar la ciudad, ella prefería quedarse en su casa de campo con Elisa, su hija menor. Sabía que su enfermedad le estaba causando estragos y eso influía, de alguna manera, en su hijo mayor. También estaba al tanto de todo lo que había estado haciendo Logan para conseguirle una cita con otros especialistas. Logan le contó que las posibilidades de que ella fuera candidata para un nuevo tratamiento con un medicamento experimental eran altas, pero estaba el hecho de tener que dejar la comodidad de su casa y viajar a la ciudad. Aun así, aceptó ir a esa clínica a realizarse un chequeo y a someterse a nuevos exámenes de laboratorio, todo por complacer a su hijo. Después de hablar con el médico que atendería a su madre, Logan hizo los arreglos necesarios para que ella pudiera estar cómoda y tranquila en uno de sus departamentos. Hubiera preferido que su madre se quedara con él, pero ella le dejó claro que eso no estaba en discusión. Habiendo hecho todo lo que podía, Logan concretó la cita para dentro de una semana y ahora solo era cuestión de tener paciencia y sobre todo esperanza. En cuanto a Elisa, ese era otro asunto porque… —Señor, lo están esperando en la sala de juntas. ¿Señor? —Volviendo en sí y dejando de lado sus pensamientos, Logan giró en torno a la voz suave de Charlotte, su secretaria—. ¿Todo bien, señor? Logan Intentó sonreír, pero hacía mucho tiempo que no lo hacía. Logan ni siquiera recordaba cuándo fue la última vez que sonrió. —Ya lo veremos —replicó. Agarró unos documentos que estaban sobre su escritorio y salió de su oficina. Los asuntos familiares a un lado. Ahora mismo había otro problema que necesitaba resolver. Un asunto que, de solo recordarlo, le provocaba un enojo inmensurable y sería implacable ante la toma de decisiones.Había sido un viaje de los más aburrido y tedioso, sobre todo porque no veía la hora de poder sentirse liberado y retomar su vida donde la dejó casi nueve meses atrás. Tal vez podría salir por ahí, ir a algún bar o discoteca. O bien podría llamar a una de sus amigas y pasar un momento agradable. No sonaba tan mal, además, ya no tenía esa “obligación” de comportarse bien. El trato caducó y ahora solo debía buscar la manera de decirle a su madre que la relación con Lucía no funcionó, pero tenía tiempo de sobra para pensar en algo. Por el momento, todo lo que quería hacer era llegar a su departamento, ducharse y salir a despejar su mente como bien se lo merecía. Así que posterior a bajar la maleta y dejar a Lucía en la puerta de su casa, diciéndole que recibiría una buena recompensa por todo lo que hizo, se dispuso a irse. No tenía nada que…—Aguarda, Logan… —Frunció el ceño, deteniendo los pasos—. Quieres… ¿quieres pasar a beber un café?No esperaba tal invitación, de hecho, estaba segu
Estaba segura de que algo se había arrastrado hasta su boca y había muerto allí. El sabor amargo y el olor a rancio de su aliento mañanero le provocó náuseas, por no mencionar que cuando se levantó de la cama, una fuerte punzada le atravesó la cabeza… Corrió al cuarto de baño, cerró apenas la puerta y cayó de rodillas frente al retrete. Dios, era un desastre y era malo, muy malo. Cuando se percató de que nada más saldría de su boca, se puso de pie y otra punzada sintió en la cabeza. El dolor era insoportable, pero hizo lo posible para mantenerse de pie, lavarse la cara y los dientes. Meditó unos segundos frente a la cortina que separaba el cubículo de la ducha… Un buen baño con agua caliente estaba a la orden del día.Veinte minutos después, salió del baño envuelta con una bata. Al menos su aliento ya no olía a rancio y los mareos menguaron considerablemente. No recordaba mucho de los sucesos de anoche. Solo tenía vagos retazos de recuerdos rondándole la mente, como que había estado b
Honestamente, Logan bien podría aprovechar la situación, aprovecharse de Lucía, pero no quería. Algo dentro de sí se lo impedía. Si Lucía hubiera sido cualquier otra mujer, Logan no hubiera dudado un solo segundo.—No así —profesó, quitándose de encima de ella—. Solo… No hagas que cometa un error.—¿Estás insinuando que tener sexo conmigo sería un error? —Ella soltó una risita sarcástica—. ¿En serio? Pero si fuiste tú quien lo propuso.Logan salió de la cama, murmurando algo por lo bajo y sintiendo el bulto duro en su entrepierna. Sí, estaba excitado y listo para una noche apasionada, pero no quería tener sexo con Lucía.Comenzó a caminar de un lado al otro por la habitación, tratando de calmarse y despejar su mente. La imagen del cuerpo desnudo de Lucía emergió dentro de la broza de su cabeza y maldijo en voz baja. Dios, la tentación era demasiado para su lado racional y estaba haciendo todo cuanto podía por no sucumbir al deseo y la lujuria. Porque sí, Logan quería hacerle de todo,
Exhaló un suspiro cuando todo quedó limpio y reluciente. No le molestó ponerse a limpiar el desastre que había hecho Lucía, sobre todo porque lo hizo escuchando las risitas e incoherencias de esta. Era un poco mucho más hilarante y Logan, de alguna manera, estaba disfrutando de la situación, en el buen sentido, por supuesto.—Oye, lo siento. No quise, ya sabes, hacer un desastre. —Logan asintió, mirándola risueño—. Creo que es la primera vez que me dejo llevar por el vino. Era un vino muy delicioso y consideré que si no lo bebía, sería un desperdicio. ¿Me perdonas por haber vomitado en este reluciente piso de madera pulida, Logan? Prometo que no lo volveré a hacer. Te doy mi palabra de girl scout¹.Logan dibujó una fina línea con los labios, todo para no echarse a reír del intento de saludo de Lucía.—No hay nada que perdonar, Lucía —profesó, sonando lo más sosegado posible—. Vamos, te ayudaré a llegar a la habitación. —Dio un paso hacia ella, con toda la intención de rodearla con un
La acomodó en una de las sillas de la isla, cuidando de que no cayera hacia el costado. Cuando se dio cuenta de que no ocurriría ningún accidente, se dispuso a preparar café. Buscó el ibuprofeno y le sirvió un vaso con agua.—Sé buena chica y bebe esto, por favor —pidió, optando por ser “amable”.—Aww, dijiste por favor, Logan —canturreó ella, riendo por lo bajo.Él solo asintió, viéndola beber el agua y tragarse la pastilla. Conforme con eso, Logan buscó dos tazas y sirvió el café. Se sentó frente a ella y le alcanzó una de las tazas humeantes. Lucía aceptó, bufando algo por lo bajo.—Yo… En serio no quise decir eso de que vendré el próximo fin de semana —espetó ella, todavía arrastrando las palabras—. Pero tú tampoco ayudaste.—No era a mí a quien le hicieron la pregunta, Lucía, y no creí que responderías afirmativamente cuando sabes que para ese entonces nosotros ya no estaremos juntos —refutó, encogiéndose de hombros.—Sí, tienes razón. Además, no es como si realmente hubiera esta
La velada estaba siendo afable y la charla era, dentro de todo, banal. Su madre era quien más hablaba, narrando anécdotas familiares. Su hermana, en cambio, no había dicho más que dos o tres cosas. En cuanto a Lucía, ella parecía estar sumida en algo que estaba diciendo su madre y Logan aprovechó para escrutarla minuciosamente. Llevaba un vestido ancho, de mangas tres cuartos y de escote redondo. Se asemejaba mucho al atuendo con el quel la conoció esa mañana en su despacho hace tantos meses atrás.Cuando terminaron de cenar, se trasladaron a la sala de estar. Se acomodaron en los sofás y continuaron bebiendo vino tinto. La chimenea estaba encendida, brindando calor a la estancia.—Siento que esta semana pasará demasiado rápido para mi gusto —acotó su madre, mirándolo expectante.Era la única que no estaba bebiendo vino. No podía hacerlo por los medicamentos, pero a su percepción, no parecía disconforme con su taza de té.—Entonces hay que aprovechar cada minuto, mamá —comentó, ponién
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