Sofía Morales, en la fiesta de celebración de su graduación, ebria y drogada por uno de sus compañeros quien intentó abusar de ella, se entregó a su héroe y salvador, Rafael Rincón, quien también se encontraba bajo los efectos del alcohol. Al mes exacto de esta celebración, ella comenzó a experimentar los primeros síntomas de su embarazo múltiple, lo cual fue un escándalo para toda la familia, sobretodo, porque nadie sabía quién era el padre de su hijo, ni siquiera ella misma. Estando en su sexto mes de embarazo, su padre fallece, dejándola heredera y billonaria. Como era su única hija debió asumir el cargo de CEO, lo cual no era bien visto por los otros accionistas de la Naviera, para quienes ella era una irresponsable debido a su fallido error: ser madre soltera. Por su parte, Rafael Rincón, hombre enigmático, ganadero, quien había perdido a su novia en un accidente aéreo, no dejó nunca de pensar en la bella y virginal jovencita a quien rescató y luego hizo suya en una noche de copas en una discoteca de la Ciudad. De la cual solo sabía se llamaba Sofía.
Ler maisSofía:
Comenzando el equinoccio de primavera, en el hemisferio norte, en Ciudad La Rosa, con presencia de una fuerte tormenta, llegué por fin al Centro Cultural La Rosa. Lugar donde se llevaría a cabo, mi acto de grado y recibiría el título de Contadora Público, con apenas veinte años.
Al entrar en el auditorio, miro hacia un lado y hacia el otro y nada que observo a mis padres, entre los presentes. Mi padre quería que fuera abogada, pero decidí estudiar lo que a mí me gustaba.
Este es un acto muy importante en mi vida, aunque hasta ahora, lo que es importante para mí, no lo es para ellos. Pero, deseaba que estuvieran aquí conmigo. Desilusionada, tragué en seco.
Así que por lo visto, decidieron ignorarme otra vez. No les interesa nada de lo que haga, salvo cuando los complazco. Sacudiendo mi melena, la cual llevaba suelta, con mis cabellos teñidos y planchados, me coloqué el birrete.
Me ubiqué en el lugar que me fue asignado y no me preocupé más por saber, si ellos asistieron o no. En todo caso, ya tenía mis propios planes, me iría con mis compañeras de residencia, a una discoteca. Posteriormente, dándose inicio al acto me concentré en el mismo.
Luego, fui llamada por el presentador oficial del magno evento, para recibir mi título:
—Sofía Morales Borbón, la más joven graduanda de la Universidad en esta promoción y quien además se graduó con la mención “Summa cum laude” —anunció él por el micrófono, por lo cual recibí una fuerte ovación de los presentes.
Tres horas después, concluía el acto. Justo antes de dar por concluido todo el acto protocolar, me uní al grupo que se quitó el birrete y lo arrojé hacia lo alto, para que cayera de nuevo en mis manos. Después, salí del teatro con mis compañeras para celebrar en una discoteca nuestra graduación.
—¡Sofía! ¡Felicitaciones! Creo que fuiste la más ovacionada —manifestó uno de los graduandos, quien por cierto, me caía muy mal, porque tenía la costumbre de mirarme con una mirada lasciva, daba la impresión que me desnudaba.
—¡Gracias! —contesté sin dar importancia a su comentario, caminando junto a mis dos inseparables compañeras, hacia el estacionamiento, para buscar mi coche.
Al llegar, donde estaba aparcado mi vehículo, me quité la toga y el birrete, guardándolo en el maletero, junto al de mis amigas. Una vez, sin la vestimenta protocolar del acto, me sentí la reina de la noche, hermosa, coqueta y elegante, enfundada en un traje corto, elegante y a mi medida, hecho por un gran diseñador.
Soy una mujer espectacular, con medidas de una reina de belleza, sin ser tan delgada, tengo una estatura promedio y mis facciones son finas, donde destacan mis hermosos ojos azules, mis labios gruesos, pero delineados perfectamente, con una melena, de cabellos rubios teñidos y planchados.
Subimos a mi Bugatti Veyron el cual me obsequió mi padre en mi cumpleaños número veinte, en diciembre del año pasado y salimos directamente a la disco. Al llegar a esta, casi todos nuestros compañeros se encontraban ahí, brindando y bailando.
Si algo me afecta, es entrar a un lugar donde hay mucho humo. En la discoteca había demasiado. No obstante, para olvidar la decepción que me causaron mis padres al no asistir a mi acto de grado, no le concedí importancia a esto, dedicándome junto a los demás a disfrutar la noche.
Nos ubicamos todos en un área común, para estar pendientes unos de otros y comenzamos a pedir tragos, los cuales dejábamos en la mesa, mientras bailábamos.
Tres horas después, Sofía:
Sintiéndome mareada, con dificultad para hablar y hasta para moverme, pero con fuerte dolor de estómago, me levanté de la silla para ir al baño, viendo todo borroso y con la audición distorsionada, alguien se acercó para ayudarme…
—¡No, no, déjame! Yo… yo… yo voy sola —grité, no quería la ayuda de nadie, empujando sus manos. Con tanto ruido y grito, en la disco, nadie me escuchó. Me sentía como drogada, sé lo que se siente, porque en una oportunidad lo experimenté, para probar, pero en definitiva, no me gustó.
—Yo te llevo —refutaba con un eco la persona, que me quería llevar, pero a quien no podía distinguir bien, porque todo estaba muy oscuro o borroso, no sé, además, había mucho humo.
Aun así, seguí caminando hacia el área de los baños para lavarme la cara, porque sentía mi rostro y mi cuerpo caliente. Era algo extraño, jamás me había sentido así. Antes de llegar a estos, alguien me tomó por la cintura y me arrastró hacia las escaleras.
—¡Suéltame! ¡Estúpido! ¡No me toques! —grité, pataleando, tirando golpes, pero el desconocido acercó su boca a la mía para hacerme callar, con lo cual le mordí fuertemente los labios, hasta hacerlo sangrar.
—¡Maldic…! —Gritó el desconocido quejándose de la mordida que le di— ¡Esto me lo pagarás Sofía! —y me abofeteó fuerte, partiendo mi labio inferior, con lo cual quedé aturdida por unos segundos.
—¡O sea…! ¿Me conoces? ¿Quién eres imbécil? —pregunté tratando de ver quién era, pero mi visión y mi audición estaban fatales esa noche, todo lo veía y lo escuchaba muy confuso.
Esto me llevó a concluir que alguien le agregó alguna droga a mi bebida. Porque además de este malestar, estaba sintiendo algo peor, una necesidad fuerte de tener sexo, algo que hasta ahora no había experimentado, me sentía caliente y mi piel se erizaba.
—¡Dios! ¿Qué me pasa? —murmuré sin poderme zafar de las garras del imbécil que me llevó a la parte alta donde están las áreas privadas de la disco.
Me sentía tan mal, el dolor de estómago seguía ahí. Además, no podía ver claro quién me llevaba. Atormentada y sintiendo que mis piernas flaqueaban, sentí mucho miedo y temor.
Comencé nuevamente a forcejear con el hombre que me arrastraba. Le veía el rostro distorsionado, a pesar de que me parecía conocido. Él quería levantarme en sus brazos, pero no lo permití, comencé a lanzar puños y patadas, otra vez, para no dejarme llevar.
Unos minutos antes, en una de las salas privadas…
Rafael:
—¡Rafael, no sigas bebiendo! —Solicitó mi asistente Leonel al ver cómo me embriagaba— ¡Por favor, vamos! Tu madre se podrá como una fiera al verte así —exclamó nuevamente.
—¡No me interesa! —Le respondí— Mi madre me quiere gobernar y que haga su santa voluntad —contesté llevando la botella de whisky a mi boca para beberme un trago.
—¡Vete, Leonel! —Grité— Estoy esperando a alguien y no quiero que te vea aquí ¡Estoy bien! —le manifesté preocupado, de que viera a la mujer que había contratado para que estuviera ahí conmigo.
—¡No quiero dejarte solo! —me contestó él, con sus cejas totalmente fruncidas y su boca tensa.
—Te lo digo por última vez ¡Vete! —grité enojado, con lo cual hice que saliera apresurado de la sala privada.
Unos minutos después…
Sofía:
Al caer al suelo, pateé duró la puerta que estaba frente a mí y salió un hombre enojado y hecho una fiera, a quien tampoco le distinguía bien sus rasgos, pues mi visión estaba peor.
—¿Quién jode tanto? —gritó el hombre abriendo la puerta de par en par.
—¡Nadie! —gruñó mi atacante, tratando de levantarme del suelo. Pero, pude gritar…
—¡A-a- ayúdame!…
—¡Cállate, Sofía! —interrumpió gritando, mi agresor, tratando de taparme la boca, pero lo volví a morder y me soltó, reflejando en su rostro el dolor que sentía.
—¡Me-me-me quiere violar!… —grité con todas mis fuerzas.
Rafael: —¡Papi, tú dijiste que nunca nos separaremos! —afirmó mi hijo Rafael Ángel, sentándose en mi regazo, en la carroza y moviendo sus manitas para saludar. —¡Sí, mi amor, así será! ¡Siempre estaremos los cinco juntos! Obviamente, también tu abuelita —añadí, sonriendo, haciendo lo mismo que ellos. —¡Entonces, papi! En tu viaje de luna de miel, te acompañaremos —exclamó este, de un solo golpe, dejando de sonreír y mirándome a la cara. —¿Cómo así? —Interrogué, mirando primero a mi mujer, quien, se llevó su mano a la boca para ocultar una sonrisa y luego, lo miré a él, expresando— Cuando seas un hombre y te cases, no querrás llevarte a nadie, ¡te lo aseguro! —Sin embargo, papi, tú has dicho que no te quieres separar de nosotros y estamos dispuestos a hacer el sacrificio de ir contigo, para no dejarte solo —agregó él, dejándome asombrado de su astucia. —¡No estaré solo hijo! Tu madre vendrá conmigo —aclaré, a punto de soltar una fuerte carcajada, al igual que Sofía. —¡Yo lo cuida
Dos semana después: Sofía: —¡Mami, por favor dame algo para los nervios! Tengo un susto muy fuerte en el abdomen y no lo puedo controlar, pon tu mano sobre mi lado izquierdo y siente como tengo unos latidos ahí —exclamé, luciendo mi extraordinario, exclusivo y precioso traje de novia blanco, el cual será una sorpresa para mi amado esposo. «Él, es un hombre celoso y posesivo conmigo. No obstante, es todo un caballero, detallista, responsable y cariñoso. Le fascina estar a mi lado, apoyarme, comprarme de todo, lo cual luego, luzco ante él. Sin embargo, este vestido, será mi sorpresa». —¡Calma hija! —suplicó mi madre, sacándome de mis pensamientos— Es normal, que las novias el día de su boda sufran esta crisis, pero debes poner de tu parte —me aclaró ella, con una sonrisa y lista para acompañarme a la catedral junto con Benjamín. Ese domingo, había un sol extraordinario en la Isla, mucho más brillante que en otros días. No obstante, no se sentía tan caliente, por cuanto había mucha b
Rafael: —Cuando comience el juicio contra tu amiga, vendré por ti —anuncié con rabia y pesar, a mi madre observando su actitud. —¿Para qué? ¿Es que acaso me van a devolver lo que me robaron? —interpeló ella con ira. —¡Obvio que no! Sin embargo, deseo que escuches de sus propios labios lo que hicieron con los padres de Martín Elías, ya que a mí no me crees —aseguré. —¡Si te creo, hijo! ¡Yo confío en ti! Solo que dudo, de la filiación de esos niños contigo. Pudieron hacerles el tatuaje, para hacerte pensar que son tuyos —me replicó ella con terquedad. —¡No te voy a dar más explicaciones, mamá! Me basta con saber que son míos. Es más, cuando los conozcas, te convencerás sin ninguna otra prueba, que son mis hijos —añadí, levantándome de su lado, para retirarme. —¡No hijo, por favor, no te vayas! Quiero volver a vivir contigo, en mi casa, mi hogar, la que compró tu padre para mí —exclamó ella angustiada y con lágrimas en sus ojos. —¡No, madre, lo siento! Sabes muy bien, que papá me d
Sofía: —¡Lo sé, mi amor! Tú no eliges a cualquiera para tu círculo de amistades. ¡Eso mismo me pasa a mí! Soy muy selectivo —exclamó Rafael, besando mis labios muy suavemente. »Esto lo he analizado, al ver las pocas personas que integran tu círculo de amistades, que incluso no consideras así, sino como parte de tu familia —aclaró él— Es lo mismo, que estoy viviendo con Martín Elías, siempre ha sido más que un amigo. —¡Sí, también, me he dado cuenta, de eso! Tú estimas a Martín como a un hermano, igual a lo que siento por Shayla y Sheyli —afirmé, dando un beso de piquito. —¡Somos muy selectivos! —sentenció Rafael, sonriendo. —En eso, salí a mi padre —añadí con una sonrisa, pegando mi cuerpo al de él, reaccionando este con un fuerte abrazo, restregando su parte íntima, en mi vientre, en donde pude sentir, la dureza de su erección. —¿Me sientes? —me preguntó él, con un susurro y su voz ronca, grave, que dejaba evidenciar lo excitado que estaba. Él mordió suavemente el lóbulo de mi
El Narrador: Al continuar escuchando las declaraciones, salió a relucir que Reyner recomendó a Silvia, la joven esposa de Milko, que contratara a Josefina Rondón, como servicio doméstico. Ella, la contrató para complacer a quien creía era un buen amigo. Esta, vulgar delincuente, tenía como objetivo eliminar al magnate, para que Reyner disfrutara su fortuna. Para esto, requería la ayuda de sus dos inseparables y cómplices amigos: Popeye y Brutus. Estos eran dos delincuentes que formaban parte de la banda de Josefina, alias Chepa Rondón. Ellos fueron traídos a Ciudad La Rosa, simultáneamente con ella, para acabar con la vida de Milko. Por lo tanto, fue Reyner quien costeó todos los gastos del viaje, traslado y alojamiento de ellos en la Ciudad. Los tres, eran cómplices en todos los delitos de robo, e****a y fraude cometidos en la Isla. Además, que ella dirigía un burdel y ejercía la profesión más antigua del mundo: la prostitución. Según, las declaraciones de Brutus, Reyner era el a
En Ciudad La Rosa, el Narrador: Ese domingo, muy movido para ser fin de semana, tanto en Isla Paraíso como en Ciudad La Rosa, al ser las siete de la noche, Martín Elías, llegó al edificio donde reside Sheyli, con su hermana Shayla, para llevarla a un lugar muy especial. Cuando llegó, Sheyli estaba afuera, hermosa, elegante, de pie a un lado de la garita de vigilancia, esperando por él. Ella lo saludó muy efusivamente, además de sentir que sus piernas le temblaban. Este, se bajó, le saludó con un beso en la mejilla, la tomó de la mano y le acompañó hasta su Ferrari, abriendo la puerta para que ella subiera. —¡Hola! ¡Gracias por esta invitación! —agradeció ella, con una hermosa sonrisa, dejando ver la hilera de sus dientes blancos y perfectos. —¡Hola! ¡Estás muy hermosa! El que está agradecido que le acompañes, soy yo —confesó él, mostrando también una amplia sonrisa. —¿Adónde me llevas? Como no sabía dónde iría, me vestí así —aclaró ella. —¡Estás perfecta! Ya lo verás, es un luga
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