Definitivamente había perdido la cabeza… No, de hecho, era perfecto. Simplemente perfecto. Quizá hace unos minutos atrás todo lo que había pasado por su mente se podría considerar una completa vesania, pero una vez que parte de ello salió de su boca, pudo ver muchos puntos a su favor. Si bien había dicho que sería un beneficio para ambos, Logan sabía que él era quien saldría ganando más. Lo único desfavorable que encontró fue tener que confiar en alguien desconocido, aunque, por supuesto, no dejaría que ese alguien hiciera algo en su contra. Había mucho en juego y él se consideraba un excelente jugador, con una mente estratega por naturaleza.
—Sigo sin entender, señor Parisi —habló la mujer, ocupando nuevamente la silla. Logan solo la observó por unos segundos, realmente la observó. Se había cuestionado qué era lo que ocultaba ese largo y enorme abrigo, imaginando que tal vez la mujer estaba preparada para seguir los pasos de su hermana y tratar de seducirlo. Bueno, ahora sin el abrigo puesto, era evidente que esto último no era una opción. La vestimenta era demasiado ordinaria. Estaba vestida con un tipo de camisa o blusa de color turquesa; una falda que le llegaba hasta las pantorrillas en color gris oscuro y, como complemento, un saquito de hilo en color blanco. Con solo una mirada, Logan se dio cuenta que ella no sabía nada sobre cómo vestirse bien e incluso estaba seguro que ella no tenía idea de nada sobre moda. Ciertamente, nunca miraría a una mujer vestida así por la calle, pasaría completamente desapercibida para él y para cualquier otro hombre. —¿Siempre se viste así? —preguntó, haciendo un gesto hacia ella con una mano. —¿Disculpe? —Eso es un gran problema —espetó con desdén, haciendo caso omiso de la mirada llena de odio que ella le estaba dando—. Su hermana, al menos, tenía conocimientos básicos sobre moda y cómo vestirse apropiadamente. —Me está faltando el respeto, señor, y me está ofendiendo. —Logan se acomodó en la silla y se cruzó de brazos—. Ya le he dicho todo, no veo un solo motivo para quedarme más tiempo aquí. —Iré al punto, entonces, señorita —profesó, manteniendo su tono desinteresado y su mirada fría sobre ella—. La salud de mi madre es inestable y no sé cuánto tiempo podrá continuar con el tratamiento sin que tenga una recaída de la que no podrá recuperarse tan fácilmente. Lo único que quiere es verme con alguien que ella considere una buena mujer para mí. En otras palabras, quiere verme con una mujer capaz de estar conmigo en las buenas y malas, que se interese realmente por mí y no por el dinero. —Soltó una especie de risita sarcástica y la miró fijamente—. En mi mundo no existe tal mujer, como supongo se dará una idea. —¿Qué está tratando de…? —Estoy diciendo que usted es la candidata perfecta para cumplir con ese rol —interrumpió, ladeando la cabeza hacia un lado—. Siendo honesto, no se parece ni por asomo a ninguna mujer con la que he salido antes. Lo que la hace perfecta. —Lo siento mucho, señor Parisi, pero en lo que a mí respecta, usted se ha equivocado conmigo. —Logan continuó mirándola indiferente—. No puedo ser partícipe de una mentira, mucho menos si se trata de engañar a su propia madre. ¿En qué está pensando en primer lugar para decir semejante barbaridad? —Precisamente en la tranquilidad de mi madre, señorita. —No. Yo no puedo… —Oh, pero se está olvidando de que su hermana irá a la cárcel por robo —inquirió, percatándose del estupor que cubrió el rostro de ella—. Imagino que no quiere que eso ocurra, ¿cierto? Además, ¿usted sería capaz de condenar a su hermanita al horror que se vive en una celda de prisión? Todas esas criminales están allí por delitos mucho más graves, imagine a su hermana… Será, como dicen, carne fresca. —¡Me está chantajeando, señor Parisi! —¿Quién mencionó algo como el chantaje? —preguntó, la ironía pincelada en su tono de voz—. Lo que yo le ofrezco es un beneficio muy generoso. Mire el lado positivo de las cosas. Su hermana podrá librarse de la cárcel y usted tendrá la única oportunidad en la vida de salir con un hombre como yo. —La había dejado sin palabras y Logan aprovechó para ponerse de pie nuevamente. Rodeó su escritorio, caminando lentamente hacia la mujer que tenía la mirada perdida en algún punto frente al escritorio. No lo siguió con la mirada y Logan se colocó detrás de la silla en la que ella estaba sentada. Otra vez, se dio cuenta de que no sería tan simple. Esta mujer no tenía nada que le llamara la atención. No era ni siquiera bonita, aunque se preguntó cómo sería su cuerpo sin toda esa ropa anticuada. —Sin embargo, en caso de no aceptar este beneficio, le aseguro que su hermana pagará por lo que hizo. Irá a la cárcel por el delito que cometió —profesó, siendo su voz mucho más déspota y fría—. Porque usted podrá hablar y decir cuántas cosas buenas sobre su hermana, pero en el fondo sabe muy bien que ella merece recibir un castigo por lo que hizo. Y en cuanto a mí, no dudaré ni un solo instante en hacer caer todo el peso de la ley sobre ella. —Usted… —La mujer volteó en torno a él y él alzó la barbilla altivamente, mirándola desde arriba—. ¡Es un vil cerdo chantajista! —No. De hecho, estoy siendo muy generoso ahora mismo —refutó, dirigiéndose hacia los ventanales—. No todos los días un delincuente sale libre de la cárcel. Piénselo, señorita, no es tan difícil hacerlo. —No, no puedo… —Logan contempló el panorama, dándole la espalda a la mujer—. Las cosas no se resuelven de esta manera, señor Parisi. No se resuelven con más mentiras. Además, ¿cómo siquiera puede estar pensando en mentir a su propia madre, sabiendo que ella está enferma? —Todo es por su tranquilidad. —Logan giró sobre sí, mirando a la mujer—. Si mi madre sabe que estoy en una relación estable, ella quedará tranquila y se concentrará en su salud. Por supuesto, no pretendo que se trague el cuento tan fácil. Habrá que comportarse como una pareja enamorada frente a ella. Algo que, estoy seguro, a usted no le costará mucho. —¿Qué está insinuando? ¿Qué me enamoraré de usted? —La mujer rió por lo bajo, negando con la cabeza mientras Logan volvía a ocupar su cómoda silla de cuero—. Es un asqueroso cerdo egocéntrico. No tiene ni la más leve noción de nada. Me da pena, señor Parisi. —Hasta aquí con los insultos, señorita —dictaminó, la indiferencia siendo parte de su voz y rostro—. Entonces, ¿qué decide? ¿Acepta este gentil y generoso beneficio que le ofrezco? —Para sorpresa de Logan, la mujer se levantó de la silla, murmurando por lo bajo mientras se colocaba el enorme abrigo. —Tengo respeto por mí misma, señor Parisi. —Logan sonrió mentalmente, viéndola fijamente—. Muchas gracias por su tiempo. Con permiso. —Bien. Ahora mismo haré las llamadas correspondientes y podrá visitar a su hermana en la cárcel esta misma tarde, señorita —sentenció, provocando que ella se detuviera en la puerta de su despacho—. Los delincuentes siempre tienen su merecido castigo. —N-no, no llame a nadie… —La mujer giró sobre sí, volviendo sobre sus pasos hasta situarse delante de su escritorio—. Dígame, ¿qué es lo que tengo que hacer exactamente? —Ahora estamos en la misma página —imperó, señalando la silla—. Hay mucho que hablar. —Siempre ganaba. Logan Parisi no era conocido en el mundo de los negocios solo por ser un hombre apuesto. Logan Parisi era conocido por ser el CEO de Atlantic Metal, un hombre con una mente estratega, ágil, elocuente y contundente para cualquier negocio. Este caso no era diferente, aunque, tal vez, las cosas no serían tan sencillas…