Bloque de hielo.

Logan estaba tratando de hallar algún parecido entre la mujer que tenía delante de él con la que tenía en su recuerdo. No, no se parecían en nada y si no fuera porque la mujer dijo que era la hermana de Pía Rossi, Logan nunca lo hubiera adivinado. Sin embargo, había cierta similitud en el color de ojos y cabello, pero eran detalles insignificantes.

Al principio, estaba convencido de que sería Pía Rossi quien estaría en su despacho, tratando de recuperar su empleo, pero no. E incluso estaba decidido a descargar toda la frustración que llevaba sobre sí con Pía, hacerla rogar por compasión y, luego, llevarla ante la ley. Sin embargo, la mujer que tenía delante y que ahora no podía devolverle la mirada, era alguien tan… distinta. Aun así, no tendría un solo gramo de misericordia. Tal vez no hubiera un parecido físico entre las hermanas, pero Logan estaba tan agotado de toda la situación que le era inaceptable que ahora esta mujer estuviera dando la cara por su hermana delincuente. A eso debía sumarle que la mujer se encontraba… avergonzada al descubrir que su hermana había tratado de seducirlo con tal de conseguir algo de él.

¿Qué era lo que realmente quería esta mujer de él? Honestamente, no conseguiría nada o…

—No es… posible que mi hermana haya caído tan…

—Oh, lo hizo —interrumpió, manteniendo su mirada fijamente en la mujer—. Intentó robar a mi empresa y eso tiene un castigo.

—Pero no robó nada. No sé si Pía se lo contó, pero ella fue utilizada por alguien. Había alguien más implicado en todo este asunto, aunque no estoy segura de cómo sucedieron las cosas. Ese hombre solo…

—Seré bueno y la ayudaré a esclarecer este asunto. —Logan observó los documentos que estaban sobre su escritorio, documentos que, por suerte, no fueron a parar a manos de la competencia—. ¿Está consciente, señorita Rossi, de la pérdida monetaria que hubiera tenido mi empresa si esos documentos hubieran terminado en las manos de la competencia?

—Pero nada se perdió, ¿cierto? ¿Eso no cuenta?

—Dígame, ¿qué clase de argumentos superficiales está tratando de emplear para salvar de la cárcel a su hermana? —preguntó, sin un atisbo de piedad—. ¿El hecho de que estaba con alguien que no le convenía o que al final no haya pasado nada? Déjeme decirle que ninguno servirá. Es cierto, sin embargo, no conocía mucho a su hermana, pero no me parece ni creo que sea una víctima. Es más, ella me dio la impresión de ser una vil cómplice sin la materia gris suficiente para llevar a cabo sus planes. —Al fin tuvo una reacción de la mujer.

Ella volvió a centrar su mirada en él y Logan pudo ver el odio emerger en esos ojos marrón claro.

—Mi hermana puede que no haya actuado racionalmente, pero ella no me ha pedido que venga a dar la cara por ella, señor Parisi —imperó la mujer—. Fue mi decisión venir aquí porque le juro que ella está desesperada. Y ya ha recibido su castigo, ¿acaso no se da cuenta, señor Parisi? Usted la despidió sin siquiera darle la oportunidad de explicarse. Este trabajo era todo para ella, era su primer trabajo de verdad.

—Creo que está muy equivocada, señorita. Su hermana tuvo su oportunidad y la desperdició por intentar seducirme —espetó, su tono de voz con desdén y una frialdad propio de sí—. Además, según la ficha de su hermana, ella tiene 26 años. Entonces, dígame, ¿qué ha estado haciendo en los últimos ocho años de su vida desde que dejó la universidad? Según RRHH¹, ella llegó con una impecable carta de recomendación de una empresa del rubro automotriz. Esto último fue lo que la llevó a ser contratada en esta empresa.

Logan se percató de que había dando en el blanco y ahora solo era cuestión de esperar…

(…)

Lucía no podía creer lo que estaba oyendo. Esto era demasiado. Todo lo que había hecho su hermana era… nefasto. Pía había ido muy lejos. No solo intentó robar, también mintió sobre su experiencia laboral. Dios, ¿qué iba a hacer ahora? Pese a todo, Lucía no podía decir que aquello era verdad. Que su hermana mintió descaradamente con tal de conseguir el empleo. Un año. Pía solo duró un año en esta empresa y Lucía no podía entender por qué su hermana optó por engañar a todo el mundo cuando podría haber sido paciente hasta obtener un puesto mejor y crecer como profesional.

Lucía miró fijamente los ojos azul acero… Eran los ojos más hermosos que había visto en su vida, pero eran fríos y carentes de cualquier emoción o sentimiento. Este hombre, a pesar de ser apuesto, era un bloque de hielo.

—¿Y bien? —inquirió el CEO—. La escucho, señorita.

Lucía reprimió un suspiro y deseó que el suelo se abriera y la tragara completa. La vergüenza ajena la estaba consumiendo y temía colapsar ahí mismo. Pero era su hermana. Haría lo que fuera por Pía. A eso había venido a esta oficina, a buscar alguna compasión, pero…

—Escuche, señorita… —Lucía pinceló un mohín en sus labios cuando el hombre exhaló un suspiro y se inclinó hacia delante, mirándola de esa manera tan fría—. Es muy meritorio de su parte venir hasta aquí y dar la cara, pero debe reconocer que su hermana es una estafadora y lo que ha hecho merece la pena de cárcel.

—Estoy consciente de que Pía puede ser algo manipuladora, lo sé, señor Parisi, pero créame cuando le digo que ella es todo lo que me queda en la vida. Es mi única familia y no pudo perderla solo porque cometió un error —profirió, sintiéndose enferma.

Lucía ya no podía contenerse más y las lágrimas empañaron sus ojos. Esto era mucho para digerir. Ingenuamente creyó que podría hacer algo por su hermana, algo que no terminara con Pía en una solitaria celda de alguna prisión.

—Estoy seguro de que su hermana ha cometido muchos errores y siempre ha salido con la suya, ¿verdad? Seguramente se ha librado de todo con un par de sonrisas seductoras y mostrando las piernas o los senos.

—No permitiré que hable así de mi hermana, señor Parisi —enunció Lucía, sintiendo las lágrimas deslizarse por su rostro.

Pese al llanto que le nublaba un poco la vista, Lucía vio cómo el hombre se encogía de hombros y la miraba con absoluta frialdad e indiferencia.

—Hablo como quiero y usted no me dirá cómo hacerlo cuando se trata de la verdad, señorita Rossi —dictaminó el hombre.

No podía detener las lágrimas… En este punto, Lucía se sentía tan desdichada y dolida que no le importó que el CEO la viera llorar. Como pudo, trató de secarse el llanto con las manos y ahogó un sollozo. Fue inútil venir hasta aquí buscando un atisbo de compasión. No había tal cosa en el hombre delante de ella.

—¿Qué va a suceder con… mi hermana? —preguntó, entre balbuceos.

—Eso, estoy seguro, ha quedado esclarecido, señorita. Caerá todo el peso de la ley.

—Todo el peso de… la ley —musitó, más para sí misma.

Lucía no podía creer, no podía entender, no podía comprender… Estaba impactada con las duras y gélidas líneas en el rostro del apuesto hombre. Era… un maldito bloque de hielo. Un hombre sin corazón…

—La cárcel. ¿Por qué andarse con tantos rodeos? —No, no y no… —. Será una buena lección para su hermana y un ejemplo por si a alguien más se le ocurre intentar robar en mi empresa.

—Por favor, señor Parisi, tenga un poco de compasión —intentó, mirándolo con angustia mientras nuevas lágrimas rodaban por su rostro.

Sabía que su semblante debía estar rojizo, pero no le importó. Lucía continuó mirando al hombre, rogando mentalmente por alguna señal de piedad…

«Por favor, por favor… Dios, no quiero que mi hermana vaya a la cárcel», suplicó en su mente.

Sintió lástima de sí misma, pero Lucía aún no estaba dispuesta a rendirse…

*****

¹RRHH: es la abreviatura de recursos humanos. Dentro de una organización gestiona todas las actividades relacionadas con el personal que trabaja en ella. Los profesionales de los rrhh llevan a cabo la contratación, el despido, las vacaciones, remuneraciones y todas las áreas relacionadas.

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