Mundo ficciónIniciar sesiónSelene Santorini fue humillada la noche de su boda, abandonada por su esposo Víctor y traicionada por su hermanastra Circe. Tres años después, su única vía de escape ha sido un apasionado romance con un amante anónimo. Cuando su esposo regresa pidiendo el divorcio, Selene impone un reto: conseguir un contrato con la poderosa Corporación Perseus. Lo que ella ignora es que su amante es, en realidad, el temido CEO, Zander Perseus. Tras ser desechado con un cheque, Zander ha encontrado a su presa. Ahora, el juego de la venganza de Selene choca con el plan de Zander, quien no se detendrá hasta reclamar a la mujer que lo abandonó. La guerra por su libertad acaba de empezar, pero Zander está listo para ganar la batalla por su corazón.
Leer másEl bullicio en el exclusivo bar élite no le hacía justicia; la hermosa mujer sentada en la barra parecía completamente indiferente a la efervescencia que la rodeaba.
Sus ojos estaban fijos en el vaso que tenía delante, inmutable desde hacía cerca de dos horas. Aún no lo había probado.
Sus pensamientos acaparaban toda su atención, incluso la capacidad de notar a los diversos hombres que la acechaban sin disimulo.
No habían podido ignorar la deslumbrante belleza de Selene, ni cómo su figura parecía clamar por algún tipo de atención.
Fue por ello que la trivial apuesta entre dos patanes apenas iniciaba, y no dudaron en acercarse a ella en busca de fortuna.
―Hola, belleza, ¿quieres que te invite un trago?
La hermosa mujer de cabello rojizo salió de su ensimismamiento. Sus ojos castaños, casi dorados, observaron al hombre.
Su mirada logró calar muy hondo en él.
El deseo incontrolable de poseerla y convertirla en suya, aunque fuese solo por una noche, lo consumió, mientras la mujer solo le dedicaba una pequeña sonrisa burlona, como si conociera a la perfección la indecencia de sus pensamientos.
Con un tono jocoso y despreocupado, habló a los hombres frente a ella:
―Muchas gracias, pero me temo que ya tengo uno...
El hombre parecía manifiestamente insatisfecho con la respuesta, mientras ella solo lo observaba con creciente diversión.
Selene Santorini era una mujer hermosa y astuta.
Consideraba que no se necesitaba ser una mente brillante para intuir lo que estaba por suceder, pues todos los hombres que se le habían acercado en toda la noche seguían el mismo vil patrón.
―Creo que no me has entendido. Quiero invitarte un trago. Una mujer femenina y cordial debe decir: “Acepto y con gusto lo tomaré”. Y después de eso, pues ya vamos pensando qué pasará...
Selene sonrió sutilmente ante aquella desfachatez.
Al menos aquel hombre era ligeramente más directo.
Escuchó la risa del amigo que lo acompañaba, y la molestia comenzó a incrementarse en ella, tanto que su sonrisa se borró por completo.
Un recuerdo doloroso irrumpió en su mente: la amarga coincidencia de estar en aquel bar la noche de su boda, y el abandono por parte de su inútil prometido, ahora esposo, quien se había fugado con su amante, aquella que resultaba ser su hermanastra.
Toda la humillación regresó a su memoria: la razón por la que estaba en aquel tugurio, ahogando su furia y sus deseos de ir tras ellos para causarles un gran perjuicio.
Tantas penas pasaban por su cabeza, sobre todo la realidad de que su propia familia, su padre, jamás la había amado lo suficiente como para comprender el dolor de su hija, y solo apoyaba a la que tenía con su nueva esposa, mientras ella era la burla de toda la ciudad.
―No estoy de humor. Vete de una vez...
La advertencia había sido clara. Selene no quería compañía. Se lo había dicho a varios, pero aquel hombre parecía ser más que pertinaz.
―Tú... ¿¡Qué no te dije que debías responder!?
El hombre levantó la mano; parecía estar dispuesto a golpearla.
Así fue, hasta que fue detenido por alguien más. Selene observó al hombre que se encontraba de espaldas hacia ella.
Su cabello azabache y su espalda imponente lograron captar su atención. No entendía cómo un traje de sastre impecable podía llegar a verse tan bien en una persona.
Aun estando de espaldas, se veía magnífico; tenía algo brillando en su oído, tal vez una perforación, y su mano portaba lo que parecía ser la seña de un tatuaje.
Era un chico malo, pero aquel hombre peligroso parecía estar dispuesto a ayudarla. Solo se preguntó: ¿cuál sería el precio por librarla de aquellos dos matones?
―Parece que no entendieron las palabras de la dama... quiere que la dejen sola...
La voz, llena de autoridad y con un tono armonioso que se alineaba con su cuerpo, logró que algo en Selene despertara.
Jamás imaginó que lograría sentir tanta fascinación por un hombre cuyo rostro ni siquiera había visto. Pero lo cierto era que lo que había escuchado y percibido hasta ahora le parecía soberbio.
―¿Tú quién eres? No te metas o si no...
El hombre se quedó a medio terminar sus palabras. Su amigo, quien estaba a su lado, le susurró algo al oído mientras su rostro se cubría con una expresión de pánico.
―Lo lamento, señor. Fue mi error. No volveré a inmiscuirme en sus asuntos. Lo lamento...
La sorpresa de Selene fue desmedida, más aún cuando los hombres se marcharon sin mediar palabra.
Ella se preguntó qué había sucedido. La incógnita permaneció en su cabeza hasta que su salvador se giró hacia ella.
Observó aquellos hermosos ojos verdes y cómo su cuerpo bien formado era cubierto con un traje que le quedaba de maravilla.
Su rostro, tan perfectamente dotado, solo le demostró que no se había equivocado.
Aquel hombre, pensó Selene, “era un espécimen perfecto”. Y era justamente lo que Selene estaba buscando para consumar su venganza contra su esposo.
Un chico malo que le diera no solo placer, también que le ayudara a olvidar su pena al ser abandonada, pues Selena no sería un mártir que esperaría por su esposo a su regreso
No… ella se divertiría, mientras su esposo de dignaba a regresar para su tan anhelada venganza
El Grupo Perseus era conocido por ser uno de los consorcios más poderosos y, a la vez, más peligrosos. Las personas que trabajaban en el lugar eran automáticamente consideradas figuras de élite y acaudaladas.Eran la envidia de todos.Al ser un círculo tan cerrado, las posibilidades de siquiera conocer al heredero de la familia eran ínfimas.Solo se sabía que era un hombre imponente, uno peligroso con el que no se podía cruzar camino, pues los riesgos eran demasiado altos.―¡Mi señor Perseus! —dijo uno, bajando la cabeza y mostrando una expresión cargada de sumisión.El hombre no prestó mayor atención al enorme guardia que se apresuraba a abrir la puerta para él, ni mucho menos a la mujer de prominentes curvas que, al verlo en recepción, intentaba llamar su atención y lo saludaba con voz sedosa.―Buenas tardes, mi señor Perseus...Todo era ignorado en el camino de Zander Perseus. No parecía estar de buen humor; su rostro mostraba un gesto aterrador, y mientras caminaba, muchos podrían
—¡¿La Corporación Perseus?! ¡Abuelo, es imposible conseguir un contrato como ese! Nosotros, aunque tenemos cierto poder, no somos siquiera dignos de mostrarnos ante la familia Perseus. ¡No somos nada ante ellos! —La voz cargada de desespero de Víctor Nikolái resonó en el lugar.Selene, contrario al escándalo que montaba su esposo, permanecía en silencio.Su rostro era inexpresivo, sin mostrar un ápice de la molestia que resurgía en su interior al escuchar las palabras de aquel viejo astuto.—¿Por qué estás tan alterado? Si tuviste el descaro de escaparte por tres años con tu amante, es imposible que no puedas conseguir un contrato como aquel… —Sin duda, el anciano era un hombre astuto, usando la humillación como un arma.Solo encontrarse con un hombre como Zander Perseus era todo un reto. ¿Cómo podrían ellos siquiera considerar tener una conversación con un hombre como aquel?El rostro de Selene era un enigma, más al ver que el anciano la observó a ella, con lo que parecía una burla i
Víctor Nikolái no podía creerlo. ¿Cómo Selene podía traicionarlo de aquella manera? Su Abuelo, el patriarca, ¡estaba seguro de que lo mataría!—¿Qué has dicho? ¡Tú, maldito niño! ¿Acaso he criado a una bestia en vez de a un nieto? ¿Cómo puede haber alguien como tú en mi familia? ¿Cómo puede existir alguien tan poco filial? —El anciano gritó lleno de furia.Mientras Selene, con las manos sobre el hombro del viejo, intentaba calmarlo de manera disimulada, seguía buscando que el hombre reprendiera un poco más a su esposo.Era una pequeña venganza.Después de todo, ella había sufrido demasiadas burlas durante aquellos años por culpa de aquel hombre cínico y su descarada hermana. ¿Por qué no podría vengarse de aquella manera?—Abuelo… perdóname… Es solo que yo soy un hombre enamorado, solo soy alguien que no ama a esa mujer tan frívola y descarada. ¿Cómo puedo amar a una mujer como esa? —La voz de Víctor sonó como la de un pequeño niño que suplicaba perdón, pero el descaro estaba allí, pal
El Aeropuerto Internacional de la Ciudad A se mostraba en todo su esplendor dorado, un reflejo de la opulencia de la alta sociedad.La expresión de Selene Santorini era todo un poema: una máscara helada de cortesía que apenas ocultaba el fastidio y el frío metal de su peor humor.¡Aquel día había tenido que cortar con su único escape, su amante, por la molesta presencia del hombre al que la sociedad llamaba su esposo!Un ser que ella consideraba nada más que una piedra en el zapato, con el que nunca se llevaría bien, ni en un millón de años.—Al fin estás aquí. ¿Sabes cuánto tiempo te hemos estado buscando? Por lo general, la gente decente espera a los pasajeros con carteles en la mano indicando el nombre, ¡no se arrastra como un caracol! —La voz cargada de molestia de su esposo, Víctor Nikolái, resonó en el lugar.La expresión de Selene se endureció, pero en lugar de mostrar fastidio, esbozó una sonrisa brillante, mientras su voz sarcástica se dio a conocer sin ningún tipo de piedad:
La luz tenue del hotel más cotizado de la ciudad se fundía a la perfección con los gemidos entrelazados de la pareja.Los besos apasionados resonaban en la habitación, cargados de un deseo voraz. Selene Santorini se entregaba por completo al hombre que había sido su amante por tres años, la única persona que la hacía suya casi todas las noches y que la ayudaba a eludir la miseria de su matrimonio.―Dame un poco más... solo un instante más...La voz varonil y ronca, en medio de aquella súplica, hizo que el cuerpo de Selene se arqueara, buscando el éxtasis, exactamente como aquel hombre lo pedía, el mismo que había conocido tres años atrás.―Toma, toma todo lo que desees...Esas palabras eran un bálsamo para aquel que la poseía. El hombre, al terminar, sintió cómo todo su cuerpo se tensaba y explotaba en felicidad y deseo, al igual que Selene, quien no podía comprender la magnitud de placer que él le ofrecía.Su esposo jamás la había tocado; la noche de bodas, él se había marchado con s
El bullicio en el exclusivo bar élite no le hacía justicia; la hermosa mujer sentada en la barra parecía completamente indiferente a la efervescencia que la rodeaba.Sus ojos estaban fijos en el vaso que tenía delante, inmutable desde hacía cerca de dos horas. Aún no lo había probado.Sus pensamientos acaparaban toda su atención, incluso la capacidad de notar a los diversos hombres que la acechaban sin disimulo.No habían podido ignorar la deslumbrante belleza de Selene, ni cómo su figura parecía clamar por algún tipo de atención.Fue por ello que la trivial apuesta entre dos patanes apenas iniciaba, y no dudaron en acercarse a ella en busca de fortuna.―Hola, belleza, ¿quieres que te invite un trago?La hermosa mujer de cabello rojizo salió de su ensimismamiento. Sus ojos castaños, casi dorados, observaron al hombre.Su mirada logró calar muy hondo en él.El deseo incontrolable de poseerla y convertirla en suya, aunque fuese solo por una noche, lo consumió, mientras la mujer solo le
Último capítulo