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Un Trato con el Diablo y la Amenaza de Circe

—¡¿La Corporación Perseus?! ¡Abuelo, es imposible conseguir un contrato como ese! Nosotros, aunque tenemos cierto poder, no somos siquiera dignos de mostrarnos ante la familia Perseus. ¡No somos nada ante ellos! —La voz cargada de desespero de Víctor Nikolái resonó en el lugar.

Selene, contrario al escándalo que montaba su esposo, permanecía en silencio.

Su rostro era inexpresivo, sin mostrar un ápice de la molestia que resurgía en su interior al escuchar las palabras de aquel viejo astuto.

—¿Por qué estás tan alterado? Si tuviste el descaro de escaparte por tres años con tu amante, es imposible que no puedas conseguir un contrato como aquel… —Sin duda, el anciano era un hombre astuto, usando la humillación como un arma.

Solo encontrarse con un hombre como Zander Perseus era todo un reto. ¿Cómo podrían ellos siquiera considerar tener una conversación con un hombre como aquel?

El rostro de Selene era un enigma, más al ver que el anciano la observó a ella, con lo que parecía una burla impresa en su rostro, como si le dijese un "no lo tendrás tan fácil", ella respondió al desafío.

—Abuelo, si así lo deseas, dalo por hecho…

—¡Selene! ¡qué estás…! —Pero Víctor se detuvo, cuando Selene levantó su mano hacia su esposo, con un gesto lleno de autoridad.

—Selene, tú…

—¡Silencio! Los adultos estamos hablando… —Víctor no podía creer el descaro de Selene, más cuando ella sonrió hacia el Abuelo, como si aceptara un reto que estaba segura de que ganaría—. Hecho, Abuelo. Conseguiremos el contrato con la familia Perseus, pero debo decirte que después de conseguirlo, no puedes seguir dando vueltas a nuestro divorcio, ¿está hecho?

Aunque parecía que el anciano diría un "pero", él estaba convencido de que con esto conseguiría su cometido: su nieto notaría a la mujer perfecta que tenía y, con ello, Selene se quedaría con ellos para siempre. Pues no permitiría que un diamante como Selene abandonara la familia.

—Es un trato, cariño. Después de todo, somos personas de negocios y sé perfectamente que no faltaré a mi palabra —El anciano levantó su mano. Sabía muy en el fondo que aquel contrato era imposible.

La familia Perseus no haría negocios con una constructora insignificante como la familia Nikolái.

Por lo que sabía que Selene pronto se rendiría y solo volvería a él, aceptando seguir en la familia.

Sabía que era un tanto cruel y que incluso era un juego muy bajo, pero el anciano estaba desesperado.

Selene era mucho mejor que su nieto: era inteligente, vivaz y muy buena en los negocios.

Había logrado que las empresas Nikolái se dieran a conocer de manera magistral en unos cuantos años, sabía que lograría cosas impresionantes.

Y perderla era una locura que no estaba dispuesto a permitir.

—Bien… debemos irnos, nos vemos, Abuelo… —Víctor observó a Selene frustrado. Su Abuelo, quien le mostró una mirada hostil, solo hizo que siguiera a Selene de cerca, mientras salía de la oficina por temor a ser lastimado de nuevo.

Pero en el momento en el que salieron de la oficina, la expresión de Víctor había cambiado por completo.

—¿Qué se supone que haces, Selene? ¿Tienes idea en lo que nos has metido? ¿Cómo conseguiremos un contrato con la familia Perseus? ¡No eres más que…!

—¡Cállate de una buena vez! Es la única manera. Tú quieres el divorcio tanto como yo. Cuando al Abuelo se le mete algo en la cabeza, no hay nada que logre que este cambie de parecer, así que no nos quedaba de otra.

—Pudimos rogarle un poco más… —Las expresiones de Selene cambiaron por completo ante las palabras de Víctor. Sin duda, era un hombre demasiado patético. No sabía qué veía su hermana en él.

—¿Qué está ocurriendo? ¿Ha pasado algo? —Pero antes de que Selene pudiera siquiera replicar hacia Víctor, Circe ya había aparecido ante ellos. Su expresión, cargada de lo que parecía temor, era sin duda una buena fachada.

Mientras Selene solo la ignoraba, escuchaba cómo Víctor iniciaba a contar a su amante todo lo ocurrido en la oficina del patriarca de la familia, y cómo Selene, según él, había arruinado todo.

—¿Qué has dicho? ¿La familia Perseus? ¡Eso es imposible! La familia Perseus jamás recibiría a alguien tan insignificante como Selene. ¿Cómo podría ella hacer algo semejante? ¡Hermana… ¿acaso has pensado lo que has hecho y dicho? ¿Por qué deseas arruinar con tanto ahínco nuestro amor?! —Selene no podía creer las palabras de Circe. ¿De verdad tenía siquiera conciencia para decir algo semejante?

—¿Qué quieres decir? ¿Por qué querría yo arruinar su amor?

—¡Porque es así! ¡Nosotros nos amamos, y como notas que Víctor no te ama, ahora quieres arruinarlo de esta manera! Estoy segura de que tal vez fuiste tú quien le dijo al Abuelo que colocara algo imposible para no conseguir el divorcio, ¡eres muy mala! —Las palabras de Circe iniciaron a salir en medio de sollozos, mientras Selene no podía creer la locura que podía pasar por aquel par de amantes locos y tontos.

—¿Es eso cierto, Selene? ¿Tú acaso hiciste algo semejante? ¡Si es así, no te lo perdonaré, yo…!

—Ya cállate. Pronto será la fiesta de cumpleaños de la matriarca de la familia Perseus. Ella me ha invitado, así que aprovecharemos y le daremos un regalo tan maravilloso que incluso logrará que la Señora nos dé su bendición y, con ello, una oportunidad para negociar con el joven Señor de la familia. Se dice que su nieto escucha a su abuela, por lo que no será tan difícil en ese caso.

Víctor no podía creerlo, ¿de verdad Selene había sido invitada a aquella fiesta? Muy pocos lo eran. ¿Cómo ella había conseguido tal invitación? A Circe, al notar el interés de su amado, no le había agradado nada la situación. Por lo que decidió hablar llena de molestia:

—¿Cómo pudiste tú conseguir una invitación como aquella? ¡No te creo! Hablaré con mis padres y haré que ellos me ayuden a preparar el negocio. Haré que sea Víctor quien consiga el negocio y, con ello, no solo el Abuelo concederá el divorcio, también me recibirá con amor en la familia…

Era claro que Circe deseaba una pelea ante la situación, pero a Selene no le importó. Si Circe conseguía el favor o no de la gran señora de los Perseus, era una ventaja para ella, pues no había persona que deseara el divorcio más que la misma Selene.

—Muy bien… entonces que gane el mejor. Nos vemos pronto en la fiesta, buena suerte con lo de la invitación…

Circe apretó las manos en puño.

Era cierto, conseguir una invitación sería un gran problema, pero no había nada que su padre no concediera a la caprichosa Circe, aquella que estaba segura de que ahora que había vuelto, la tratarían con un amor incondicional.

Pronto Circe sería la dueña de todo aquello que le pertenecía a Selene, pues ella se lo había propuesto desde el primer momento que la vio.

Ya había iniciado con su esposo, quitarle el prestigio no sería gran cosa.

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