—Señor Ferrer... ¿puedes ser mi papá? El niño lo miraba con una seriedad que ninguna persona de su edad debería tener, como si aquella pregunta fuera lo más importante del mundo. —Lucas... —Alejandro comenzó, pero las palabras se le atascaban en la . En medio las presiones familiares y un pasado que aún lo atormenta, Alejandro Ferrer, un exitoso empresario, se encuentra dividido entre el futuro que su familia ha diseñado para él y la vida que comienza a vislumbrar junto a Clara y su hijo Lucas. Lo que comenzó como una relación casual y distante, pronto se convierte en algo más profundo cuando Lucas, un niño que anhela una figura paterna en su vida, decide que Alejandro es el hombre perfecto para ocupar ese lugar. Pero las cosas no serán tan sencillas. Javier, el padre biológico de Lucas, regresa inesperadamente, con intenciones que van más allá de la simple redención, mientras Sofía, la mujer elegida por la familia Ferrer para Alejandro, se niega a aceptar que su prometido la ha dejado por otra mujer. En una historia cargada de emociones, secretos y decisiones difíciles, Alejandro deberá enfrentar no solo a sus propios demonios, sino también las expectativas de su poderosa familia. Lucas, con su inocente pregunta, pone en marcha una cadena de eventos que cambiará la vida de todos para siempre.
Leer másEl sol se deslizaba suavemente por el horizonte, bañando el jardín con una luz dorada que parecía haber sido pintada con los colores del amor y la felicidad. Era un día como cualquier otro, lleno de risas y juegos, pero para Clara, el momento se sentía excepcional. Cinco años habían pasado desde que su vida dio un giro inesperado, llevándola a crear una familia que siempre había soñado tener.Alejandro estaba en el centro del jardín, riendo a carcajadas mientras jugaba a la pelota con Lucas, su hijastro de diez años. Lucas había crecido tanto en tan poco tiempo, y su energía parecía inagotable. La pelota iba de un lado a otro, mientras Lucas mostraba habilidades que ya hacían que su padre sintiera un atisbo de orgullo. Cada pase, cada tiro, era un reflejo de los días que habían pasado juntos, un testimonio de la relación que habían cultivado: un lazo fuerte y lleno de complicidad.Mientras tanto, Clara observaba la escena desde la sombra fresca de un árbol frondoso, sintiendo cómo e
Mientras se abrazaban, Clara se dio cuenta de que no solo estaban celebrando su amor, sino también la familia que habían construido juntos. Lucas, su pequeño, estaba en el corazón de todo, y aunque a veces era difícil encontrar momentos a solas, sabían que lo que compartían era especial.— ¿Qué haríamos sin Lucas? — preguntó Alejandro, rompiendo el silencio, su voz llena de ternura.— Lo haríamos todo por él — respondió Clara, sonriendo mientras acariciaba el rostro de Alejandro —. Nunca me di el tiempo de agradecerte por… ser esa figura paterna que él tanto anhela. Es asombroso.— Sí, lo es — coincidió él, sintiendo que su corazón se llenaba de amor —. Y quiero que siempre sepa cuánto lo amamos. Quiero que crezca sabiendo que su mamá y su papá están aquí para él, siempre.Clara asintió, sintiendo que sus corazones latían al unísono.— Y quiero que siempre sepa que su mamá es feliz, porque tiene a su lado a un hombre increíble.Alejandro la miró con ternura, sintiendo un profundo agra
La mansión Ferrer, con su majestuosa fachada y exuberantes jardines, estaba llena de vida en la víspera de la boda de Clara y Alejandro. Los preparativos se desarrollaron por toda la casa; las flores estaban colocadas con esmero, y el aroma de la comida recién preparada llenaba el aire. Sin embargo, en medio de toda esa actividad, Clara y Alejandro encontraron un momento de escape en el patio trasero, donde la risa y la emoción eran su refugio.— ¡Vamos, Clara! — gritó Alejandro, riendo mientras corría, con su corazón latiendo a mil por hora. Clara lo seguía de cerca, su vestido blanco ondeando detrás de ella como una nube. La emoción de la inminente boda y la alegría de estar juntos hacían que el mundo a su alrededor desapareciera.— ¡No dejes que Lucas te atrape! — exclamó Clara, con una risa contagiosa mientras esquivaba un arbusto. Desde que había recuperado su memoria y se habían vuelto a encontrar, había algo mágico en su relación. Era como si volvieran a ser niños, llenos de en
La emoción y los nervios se entrelazaban en el corazón de Alejandro mientras se preparaba para la cena de esa noche. Había esperado este momento durante tanto tiempo. Clara, la mujer que había esperado por él hasta recuperar su memoria, la mujer que había hecho todo lo posible por recuperar su amor, era su reina. No podía dejar que esta oportunidad se le escapara. La idea de proponerle matrimonio lo llenaba de alegría, pero también de ansiedad. Quería que todo fuera perfecto. Después de todo, no era un simple gesto; era un compromiso de vida.Clara, por su parte, estaba igual de nerviosa. Había pasado por tanto en los últimos años, y aunque había tenido que hacerse a un lado para proteger a Lucas y a Alejandro, su corazón siempre había pertenecido a él. El día en que recuperó sus recuerdos fue como un amanecer después de una larga noche. No podía imaginar su vida sin Alejandro. Sin embargo, el miedo a que las cosas no salieran como ella deseaba la mantenía inquieta.— ¿Crees que sea b
El sol apenas se había asomado por el horizonte, y la luz tenue que entraba por la ventana iluminaba la habitación de Lucius. A sus once años, la vida le había enseñado más de lo que un niño debería saber. Sabía que el día que nunca esperó finalmente había llegado, el día que lo separaría de todo lo que amaba.— ¡No quiero irme! ¡Mamá, por favor! — gritaba Lucius mientras se retorcía en los brazos de un militar, un hombre de rostro impasible que lo sostenía con fuerza.Sus ojos estaban llenos de miedo y desesperación, mientras sus pequeñas manos luchaban por liberarse de aquel agarre que parecía un abrazo mortal.La madre de Lucius, de rodillas en el suelo, lloraba desconsoladamente.— Por favor, déjenlo en paz. Es solo un niño, no puede irse. ¡No puede! — suplicaba, su voz quebrada por la angustia. La imagen de su madre, desgarrada y vulnerable, era un dolor punzante que atravesaba el corazón de Lucius.— ¡Papá, por favor! — gritó una vez más, su voz llena de desesperación —. Al menos
Mientras tanto, Sofía seguía resistiéndose, pero Lucius la mantenía firmemente sujeta.— Quédate quieta, zorra asquerosa — graznó —. Mientras más te rehúses, menos compasión te tendrán,— ¡No me hables de compasión! No necesito tu lástima — respondió ella, su mirada llena de rabia —. He perdido todo lo que amaba. No me importa lo que me hagan. ¡Ya no tengo nada que perder!Lucius soltó una carcajada.— No pierdes algo que nunca has tenido; pero si hablas de tus padres, tranquila, ellos tambien irán presos.Más tarde, la tensión en el aire del hospital era palpable. Alejandro había insistido en que Lucas recibiera atención médica, y no solo eso; también necesitaba apoyo psicológico para lidiar con los traumas que había vivido. Lucius, por su parte, caminaba de un lado a otro en la sala de espera, sus pensamientos agitados, como un torbellino en su mente. Sofía había sido trasladada a su país para cumplir con su condena, junto con su familia, había caído como un rayo en medio de su torm
Último capítulo