Mundo ficciónIniciar sesiónKiara Dervishi, criada entre lujo y la devoción de su padre, es rebelde, libre… y también su mayor debilidad. Pero nunca imaginó que enamorarse del chico nuevo, Landon Hale, la apartaría de todo lo que ama y le rompería el corazón. Criado en el odio, la misión de Landon es clara: destruir a Eros. Y para lograrlo, usará el corazón de Kiara como carnada. Por eso la seduce, la engaña y la ata en matrimonio… pero no calculó que su presa fuera una loba con colmillos más afilados que los suyos. Porque Kiara no llorará en un rincón. Ella es una hija de la mafia, y le enseñará a su marido que nadie juega con una Dervishi y sale vivo. El problema es que, entre desafíos y secretos, el amor se enreda como un cuchillo en la garganta: duele, pero soltarlo es peor. Y cuando la venganza se consuma… Landon descubrirá demasiado tarde que arruinar a Kiara fue su sentencia de muerte, porque una mujer herida no perdona… exige sufrimiento. Y si quiere su perdón, tendrá que pagar incluso con su vida. Y aún así… ¿Será suficiente?
Leer másC1: ERRORES DE UNA NOCHE
En la habitación más grande del piso superior, dos chicas de diecisiete años se preparaban como si el mundo fuera suyo. Kiara, de ojos grises y cabello castaño lacio, estaba frente al espejo, ajustándose el delineado con precisión de cirujano. Tenía unos labios naturalmente rosados, una belleza que no necesitaba filtros, y una actitud que le hacía ver como si todo le perteneciera. A su lado, sentada sobre la cama de plumas, Aria abrazaba un peluche con forma de corazón, un regalo de su padre cuando cumplió diez años. Su cabello caía en ondas suaves, del mismo castaño de Kiara, pero sus ojos eran color avellana, grandes, dulces como los de su madre.
—Kiara, ¿estás segura? —preguntó Aria, aferrada a su peluche—. Sigo pensando que es una mala idea... si papá se entera...
Su hermana se giró con ambas manos en la cintura.
—Aria, deberías cambiar esa actitud de monjita en retiro. Esa es justo la razón por la que no tienes novio —le soltó, dejando la frase como un gancho directo al estómago—. Ningún chico se atrevería a salir con una chica con complejo de santa.
Aria le lanzó el cojín con fuerza y Kiara lo esquivó entre risas, sin perder ni un ápice de elegancia.
—No tengo complejo de monja, me gusta seguir las reglas. Y papá fue muy claro. No quiere que salgamos. Ahora hay problemas con las otras organizaciones y si...
—¡Ay ya, Aria! —interrumpió Kiara, rodando los ojos mientras se dirigía al vestidor—. De verdad que eres aburrida. A veces es necesario un poco de adrenalina... eso te hace sentir viva.
Aria se puso de pie, cruzándose de brazos, mirando con desconfianza a su hermana.
—Sí, claro. ¿Adrenalina? Mejor di que vas a verte con ese chico... Landon. ¿Papá sabe que tú y él... son novios?
—Por supuesto que no —respondió Kiara, abriendo una caja con accesorios—. Si papá lo supiera, le rompería las pelotas. Ya sabes cómo es con nosotras, nos trata como si fuéramos de cristal... y el Santo Grial de paso.
—No seas mala. Él solo nos cuida, Kiara. No quiere que nos hagan daño. ¿O es que olvidas quiénes somos? —Aria se acercó y le lanzó una mirada de advertencia—. Además... ¿qué tanto conoces a ese Landon? Ingresó este año a la universidad y nadie sabe mucho de él.
Kiara sacó un vestido negro ajustado que parecía diseñado para romper mandamientos y lo levantó con una sonrisa divertida en los labios.
—Sé lo necesario. Su padre es dueño de una empresa de seguridad privada y su mamá es pintora, de esas medio hippies que se la pasan en exposiciones —se encogió de hombros—. No tiene hermanos, y es un poco rebelde... como me gustan.
—Ja. Ja —resopló Aria con sarcasmo—. Mira quién lo dice. La chica que aún guarda su tarjeta V. ¿A quién quieres engañar, Kiara? Te muestras como una chica liberada y ruda, pero... te guardas para tu hombre perfecto.
Kiara le sacó el dedo medio y empezó a vestirse.
—Me divierto, sí. Pero una cosa es divertirse y otra es andar abriéndole las piernas a cualquiera —dijo sin tapujos, mientras dejaba caer su sujetador al suelo—. Lo haré con alguien especial, solo eso.
Aria sonrió divertida, pero luego la miró entrecerrando los ojos.
—¿Y Landon es ese "alguien especial"?
Kiara se quedó en silencio unos segundos. Sintió cómo el pecho se le llenaba con una mezcla extraña de nervios y emoción. Lo pensó. Imágenes cruzaron por su mente: la forma en que Landon la miraba, ese beso en su auto, sus manos temblando al tocarle la cintura. Nunca habían pasado de eso, pero ella lo sabía, lo sentía cada vez que el bulto en su entrepierna se tensaba y él se apartaba, con los ojos cargados de deseo y control.
—Puede ser —dijo al fin, con una sonrisa ladeada mientras se ajustaba el escote del vestido frente al espejo—. Voy a asegurarme esta noche.
Aria soltó un suspiro largo y se acercó otra vez, mirándola a través del espejo.
—Ten cuidado, Kiara. A veces eso que nos hace sentir vivas... también puede destruirnos.
Pero Kiara solo se giró, se puso los tacones y le guiñó un ojo.
—Solo si no sabes jugar, hermanita. Y yo nací para ganar.
Más tarde, Kiara la arrastró por los pasillos riéndose como si acabaran de cometer un delito.
—¡Corre, que si papá se despierta estamos muertas! —susurró Kiara mientras empujaba la puerta trasera del servicio.
—Muertas tú, yo solo vine porque me chantajeaste —respondió Aria, intentando acomodarse el vestido mientras bajaban las escaleras.
Una vez afuera, el aire frío de París les golpeó el rostro. Un taxi las esperaba, y Kiara, emocionada, le gritó la dirección en francés sin dejar de sonreír como si estuviera a punto de vivir la noche de su vida.
Ya en el auto, Aria resopló.
—Este vestido está ridículamente escotado, Kiara. Se me ven las tetas.
Su hermana soltó una carcajada.
—¡Ese era el objetivo, hermanita! Es un look "mírame y sufre".
—Es un look "mírame y arrepiéntete", querrás decir —rezongó Aria mientras se acomodaba inútilmente el escote—. Si mamá me viera...
—¡Relájate! Nadie que conozca a papá entra en este club. Y Landon me dijo que el dueño es un amigo suyo. Cien por ciento libre de tíos sobreprotectores.
—No lo sé, Kiara. Siento que... que algo malo va a pasar.
—Ay, ya vas a empezar. Todo va a estar bien. Disfruta la noche, lo necesitas. Así cuando algún día te cases y tengas hijas, si es que las tienes —sonrió traviesa—, podrás contarles sobre tus grandes escapadas nocturnas.
Aria le lanzó una mirada helada.
—No me voy a quedar solterona, si eso es lo que estás insinuando.
Kiara fingió pensar.
—Pues... ya vas en camino, hermanita.
Ambas rieron mientras el taxi frenaba frente a la entrada iluminada del club. Había una fila enorme, pero el guardia de seguridad las dejó pasar con solo una mirada a Kiara.
—Seguro este no es de los amigos de papá —susurró Aria al oído de su hermana mientras entraban.
—¡Claro que no! —replicó Kiara con una sonrisita—. ¿Me crees tonta? Este es totalmente ajeno a los del tío Stefan. Es de un amigo de Landon. Así que estamos seguras...
Pero Aria no se sentía segura. Siguió a su hermana en silencio, con esa incomodidad metida como espina en el estómago. No era el lugar, ni el ambiente, era... una intuición.
El club estaba repleto. Luces moradas y azules bailaban en las paredes, la música vibraba en los huesos, y la pista de baile brillaba bajo una bola de espejos gigante.
Kiara, como si tuviera radar, escaneó el lugar hasta que lo vio.
Landon estaba recostado en uno de los sofás VIP, rodeado de amigos y chicas. Llevaba una camiseta negra ajustada que dejaba ver sus brazos tatuados, jeans oscuros, y esa sonrisa de chico rebelde con encanto.
A su lado, todos reían por alguna broma.
Kiara llegó directo a Landon, se sentó en sus piernas sin decir más, y lo besó.
—Perdón por tardarme... es que mi hermana no quería venir.
Landon miró a Aria y sonrió con simpatía.
—Entonces gracias por convencerla —dijo con tono relajado—. Me alegra que estés aquí, Aria.
Ella apenas asintió, incómoda, sobre todo cuando sintió la mirada del amigo de Landon clavada en ella. La recorrió sin disimulo, no era vulgar, pero sí intensa, como si pudiera ver a través de ella.
Aria frunció los labios y se sentó junto a Landon, cruzándose de brazos.
—Solo te digo que no intentes nada con ella, ¿de acuerdo? Puede que me veas con cara de tonta, pero te parto el culo si te pasas de listo.
Todos estallaron en carcajadas, incluso él, que sonrió de lado sin decir nada, como si esa amenaza le pareciera entretenida.
—Relájate, tigresa —murmuró Kiara, haciéndole una mueca de "por favor" a su hermana—. No estás en modo mamá gallina.
Landon rodeó la cintura de Kiara y añadió, señalando a su amigo:
—Esta noche él es tu acompañante, Aria. No va a morder... a menos que tú quieras, claro.
C8-DIEZ MINUTOS.Kiara estaba sentada junto a la ventana, con los codos apoyados en el alféizar y la mirada fija en el cielo gris. Sus ojos ardían. No había dormido nada. Pasó toda la noche imaginando rutas de escape, pensando en puertas, pasillos, cámaras… cualquier cosa que la sacara de aquella casa. Su cabeza dolía, pero su furia la mantenía despierta.La puerta se abrió sin aviso y Landon ahora su desgraciado marido, apareció en el umbral, con el cabello despeinado como si también hubiera dormido poco, aunque en él hasta el desorden parecía intencional. Sus ojos verdes, profundos y atentos, recorrieron la habitación antes de caer sobre ella.Llevaba un traje oscuro, elegante y caro, con las manos metidas en los bolsillos, como si la situación no fuera más que un juego.—Buenos días, cariño… —soltó en tono burlón—. ¿Qué tal tu primera noche como casada?Kiara giró la cabeza despacio. Sus ojos estaban hinchados y rojos, pero seguían cargados de rabia y no se molesto en ocultarlo.—E
C7: PRISIONERA.El dolor en la cabeza era punzante, y Kiara abrió los ojos despacio, intentando enfocar. Se encontró con un techo alto, molduras doradas y cortinas de terciopelo.No era el avión.Se incorporó con esfuerzo; el cuerpo le pesaba. Y pronto los recuerdos la golpearon uno por uno. La huida. La estación. El matrimonio exprés. El vídeo para sus padres. El avión. Landon sonriendo y la... aguja entrando en su cuello.Su estómago se tensó.—No… —susurró.Giró la cabeza y entonces lo vio.Su esposo estaba recostado en la pared, sosteniendo una copa de whisky. La luz cálida iluminaba su rostro, pero no había calidez en sus ojos, solo frialdad.—Despertaste, moglie (esposa) Kiara intentó levantarse, pero sus piernas flaquearon y tuvo que apoyarse en el borde de la cama.—¿Dónde… dónde estamos? ¿Por qué… por qué me drogaste en el avión?Landon dejó el vaso sobre la mesa con un golpe seco y avanzó despacio. Cuando llegó frente a ella, se inclinó un poco, tomándole el rostro con una
C6: PERDER ALGO QUE AMAS.Kiara entreabrió la puerta del baño, espiando hacia el auto desde la rendija.—Nos vemos en la estación de autobuses vieja, por la avenida Northwood. Estaré allí en diez minutos. No te tardes, ¿de acuerdo?—No lo haré, nena… voy por ti.Más tarde ese día, el grito de Eros irrumpió en toda la sala, su mirada ardía por la furia contenida.—¡¿Cómo carajo pasó esto?! —rugió con una voz que heló la sangre de todos en la sala.Los dos guardaespaldas que escoltaban a Kiara temblaban visiblemente. Uno intentó hablar, pero Eros ya estaba encima de él.—¡¿Dónde mierda está mi hija?!Sin darle tiempo a responder, le asestó un derechazo directo al rostro. El hombre cayó contra el sofá, sangrando del labio y el otro retrocedió, pálido, pero Eros lo agarró del cuello de la camisa.—¡Inútiles! ¡Para qué les pagó, ¿eh? ¿Para qué?—S-señor… ella nos dijo que iba al baño… no pensamos que…—¡No pensaron!! ¡Ese es el maldito problema!Lucy apareció en la sala, pálida, la expresi
C5-VOY POR TI.—¡¿Qué?! —Kiara dio un paso atrás, fulminándolo con la mirada—. ¿Estás loco? ¡¿Nos vas a encerrar?! ¡¿Qué mierd4 te pasa?! ¡No estamos en la Edad de Piedra! ¡Yo no soy una presa!—Pero eres mi hija —gruñó Eros—. Y no vas a volver a ver a ese tal Landon. Nunca más. ¿Entendiste?Y sin más, se giró, tomó la mano de Lucy, que seguía en shock, y subió las escaleras con paso firme. La tensión que quedó en la sala era como pólvora flotando en el aire.Aria tragó saliva, aun temblando, y miró a su hermana, que seguía tiesa como una estatua, con los ojos húmedos.—¿Por qué le dijiste eso a mamá? —susurró—. No tenías derecho.Kiara cerró los ojos un segundo y se pasó una mano por el rostro y suspiró con frustración.—Lo sé —admitió—. No debía… pero estaba enojada. Porque papá siempre quiere dictarnos la vida, como si fuéramos robots. Como si no tuviéramos ni voz ni voto.Se quedó en silencio un instante y luego, giró hacia ella con una ceja levantada.—Y tú… —la miró con suspicac
C4: APRENDE A VALORAR.Aria tensó los hombros. Kiara, desde el sofá, le hizo un gesto sutil con los dedos, un “no digas nada” casi imperceptible.—Bueno… yo… —respiró hondo—. Fui a la Librairie des Archives, en el distrito 4. Está abierta 24 horas. Kiara me insistió… pero no me gustó esa discoteca y me fui, pero me dio miedo regresar sola, así que me quedé en la librería… y cuando vi que amanecía pensé que Sabine ya estaría despierta para dejarme entrar…Eros entrecerró los ojos.—¿La Librairie des Archives?Ella asintió.—Ajá…Eros se acercó, demasiado, y ella tragó.—Papá…Y entonces, lo hizo. Se inclinó hacia ella y la olfateó, como un sabueso.—¡¿Papá, qué haces?! —protestó Aria, retrocediendo.—Asegurándome que no huelas a alcohol… o drogas… o peor aún… a algún maldito.El corazón de Aria dio un vuelco y pensó en Zade. Si se enteraba, su padre lo mataría. No, lo borraría del mapa, como si nunca hubiera existido.—Estoy bien, de verdad.Fue cuando Lucy alzó la voz, incapaz de cont
C3: REBELDÍALa mansión se alzaba silenciosa cuando el auto se detuvo frente a la entrada. Nadie habló durante el trayecto, solo se oía el motor y la respiración contenida.Entraron y Eros se detuvo en medio del salón, clavando los ojos en Kiara.—Habla.Su hija alzó la barbilla.—¿Sobre qué? Ya gritaste suficiente en el club.—Sobre lo que estabas haciendo —espetó él—. ¿Qué mierda hacías sentada sobre ese tipo?—¿Landon? —respondió con ironía—. Estaba con mi novio. ¡Como cualquier chica normal!Eros dio un paso al frente. Kiara no se movió, pero su respiración se aceleró.—Tú no eres cualquier chica —siseó—. Así que olvida esa idea cuanto antes.—¿Ah, sí? ¿Por qué? ¿Porque vivo en una jaula de oro? ¿Porque tu mundo apesta y tengo que pagar por eso?—¡Kiara! —Lucy la reprendió.Eros clavó las manos en la mesa, inclinándose hacia ella.—Porque si alguien quiere joderme, va a empezar por ti. ¡Y no les voy a dar la oportunidad!—¡¿Y qué hago, papá?! ¿Me encierro? ¿Vivo con escoltas hasta





Último capítulo