La anciana no dudó en ofrecerle un asiento a su lado. Selene le dedicó una pequeña sonrisa divertida a Circe y tomó asiento junto a la anfitriona con una expresión de niña buena.
―Abuela, espero te guste mi regalo. Es un tanto humilde, pero sé que te agradará... —Selene mostró una pequeña caja de repostería frente a la anciana.
Al abrirla, un pequeño pastel de pistacho se mostró ante ella.
Mientras algunos invitados parecían no poder creer lo que veían, sintieron que era una humillación y una burla hacia la anciana Perseus.
―¿Cómo es posible que le regale algo tan humilde a la señora Perseus? —dijo uno de los invitados con un tono cargado de indignación.
―Es cierto, parece que se burla de la familia Perseus. ¿Acaso la señorita Sartori quiere arruinar a su familia? —dijo otro.
Todas las palabras de los invitados se escuchaban con claridad, haciendo que el murmullo interno de Circe se transformara en una gran idea.
Ella creyó que aquello era el golpe final que necesitaba para humillar a