―No puedo creer que tenga que ir alguien como tú a un lugar tan especial... —Las palabras de Víctor Nikolái resonaron de nuevo en el auto—. ¿Tienes idea de los planes que tenía para mi próxima fiesta? No hay duda de que no eres más que un estorbo en mi vida y en la de mi perfecta Circe. El abuelo no debió obligarme a subir a este auto contigo. ¿Qué se supone que busca con esto?
Selene lo observó con una pequeña sonrisa y se encogió de hombros, indicándole con aquel gesto que no tenía la menor idea sobre la última pregunta.
―Odio ese cabello rojo. No tiene nada que ver con el color rubio de Circe. Si te parecieras tan siquiera un poco a ella, esta situación sería un poco más llevadera.
Aquellas palabras no le afectaban en lo más mínimo. Después de todo, desde el día en que la habían nombrado su prometida, Víctor había repetido sin cesar que Selene no se parecía en nada a Circe.
Que Circe, con sus hermosos ojos azules, parecía un ángel dulce y amable, mientras que ella, con su cabello r