La luz tenue del hotel más cotizado de la ciudad se fundía a la perfección con los gemidos entrelazados de la pareja.Los besos apasionados resonaban en la habitación, cargados de un deseo voraz. Selene Santorini se entregaba por completo al hombre que había sido su amante por tres años, la única persona que la hacía suya casi todas las noches y que la ayudaba a eludir la miseria de su matrimonio.―Dame un poco más... solo un instante más...La voz varonil y ronca, en medio de aquella súplica, hizo que el cuerpo de Selene se arqueara, buscando el éxtasis, exactamente como aquel hombre lo pedía, el mismo que había conocido tres años atrás.―Toma, toma todo lo que desees...Esas palabras eran un bálsamo para aquel que la poseía. El hombre, al terminar, sintió cómo todo su cuerpo se tensaba y explotaba en felicidad y deseo, al igual que Selene, quien no podía comprender la magnitud de placer que él le ofrecía.Su esposo jamás la había tocado; la noche de bodas, él se había marchado con s
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