Desperté de nuevo en mi cuerpo en el momento en que tenía 27 años. En ese tiempo, tenía a mis cachorros gemelos, y mi pareja, Elio, era el Alfa más poderoso del Noroeste. Él siempre estaba en la cima del ranking del Consejo de Lobos. La revista Alfa Semanal incluso lo nombró “Pareja Ideal Número Uno del Continente.” Hasta la Manada Real quería que la princesa se casara con él. Por lo que todos en la manada me decían que tenía suerte. Pero lo primero que hice al despertar, fue tomar el contrato sagrado para disolver nuestro vínculo de pareja y entregárselo personalmente a su antiguo amor. Puse el contrato delante de Isabela y dije con calma. —Voy a pedirle a la Diosa Luna que rompa nuestro vínculo. Elio es tuyo, y los cachorros también. Isabela me miró, atónita. No podía creer que la persona que había sido Luna durante seis años, simplemente le entregara todo. Solo añadí en voz baja. —Ya que a todos les gusta más tu aroma, me apartaré de tu camino. Solo haz que Elio ponga su marca de Alfa en el contrato, una vez que termine la ceremonia de ruptura del vínculo, me iré de este territorio. Esta vez, no iba a cometer los mismos errores. Ya no sería la Luna a la que todos ignoraban.
Leer másPerspectiva de AnaCada pregunta fue como una bofetada, dejando a Elio sin palabras, hasta su autoridad como Alfa quedó destrozada.Los dos cachorros lloraron con más fuerza, aferrándose a mi ropa, sus instintos de pequeños lobos los hacían tratar de recuperar a su madre desesperadamente.—Nos equivocamos… mamá… —sollozó Marta sin aliento, con las pequeñas orejas lobunas caídas por la tristeza—. A partir de ahora, solo te amaremos… nunca más te haremos daño.Mis ojos se llenaron de lágrimas, pero mi determinación no flaqueó.Gabriel me pasó un pañuelo en silencio, y ese pequeño gesto enfureció a Elio por completo.—¿Quién te crees que eres? —Exigió saber, arremetiendo contra Gabriel con su presión Alfa—. ¿Qué derecho tienes para interferir en los asuntos de nuestra familia?Gabriel se acomodó las gafas con calma, enfrentando la presión de Elio sin titubeos. Su voz fue firme.—Soy amigo de Ana. En cuanto a derechos… —miró a los dos cachorros empapados en lágrimas—, creo que quienes la l
Perspectiva de AnaLa puerta se abrió y las campanillas tintinearon al instante.Alcé la mirada y mi sonrisa se congeló. De inmediato, mi loba captó un aroma familiar.—¿Marta? —Mi voz tembló levemente.Mi vista atravesó a la cachorra, posándose en Elio. Pero mi expresión no era feliz, era de fría resistencia. Incluso solté un aroma defensivo instintivamente.—¿Q-qué hacen aquí? ¿Cómo me rastrearon?Curiosa, Sofía miraba a los extraños que habían irrumpido, ocultándose instintivamente detrás de mí. Con su sensibilidad, la niña percibió la tensión en el aire.Gabriel se levantó, colocándose sutilmente delante de nosotras, su aroma lobuno se volvió alerta.—¡Mamá! —Manuel también entró corriendo, abrazando mi pierna con fuerza, sus ojos estaban llenos de lágrimas. El aroma caótico de sus emociones urgentes llenó el ambiente.—¡Te extrañamos mucho! ¿Has estado con estos dos todo este tiempo? ¿Fue por ellos que te fuiste?Miró a Sofía con hostilidad, la posesividad del pequeño cachorro lob
Perspectiva de ElioElio permanecía de pie frente al ventanal de cuerpo entero en su estudio, tamborileando los nudillos sobre el escritorio de caoba.La Luna llena se acercaba y su lobo estaba especialmente inquieto. Acababa de expulsar a Isabela de la casa de la manada, pero ahora tenía algo aún más importante que hacer.Su asistente entró apresurado, extendiéndole una carpeta. —Alfa, hemos confirmado la ubicación de la antigua Luna. Está en un estudio de terapia artística en la Costa Oeste. Nuestros rastreadores finalmente captaron su rastro.Dentro del expediente había una foto instantánea en la que Ana estaba agachada frente a una niña pequeña, limpiando restos de pintura de su rostro con delicadeza.Junto a Ana se encontraba un hombre alto, de gafas, que las observaba sonriendo. Incluso a través de la imagen, se podía percibir un sutil aroma lobuno emanando de él.La luz del sol se filtraba por la ventana, bañando a los tres en un resplandor cálido.A Elio, aquella escena domésti
Perspectiva de ElioBajo la influencia de Isabela, los sirvientes en la casa de la manada fueron dejando de prestarle atención a los dos cachorros.No solo dejaron de llevarlos a la academia lobuna, sino que poco a poco dejaron de prepararles las comidas especiales y nutritivas que requerían los cachorros lobunos. Solo podían comer algunas sobras después de que Isabela terminaba su propio alimento.La desnutrición empezó a hacer que el pelaje de Manuel y Marta se volviera opaco y sin vida.En su oficina, Elio atendía unos asuntos de negocios cuando su teléfono vibró, era el mayordomo.—Alfa, Manuel tiene fiebre, 39,2 grados. Estamos muy preocupados de que le pueda pasar algo malo… la temperatura anormal en un cachorro puede afectar el desarrollo de su lobo…El ceño de Elio se frunció. —¿Han llamado a un sanador?—Sí, pero la señorita Isabela dijo que no hay prisa… ella… fue a una fiesta.—¿Qué? —La expresión de Elio cambió al instante, y su voz se tiñó con la furia característica de un
Perspectiva de IsabelaDespués de ese día, Elio a menudo usaba lo de “estar ocupado con el trabajo” como excusa, y gradualmente pasaba menos tiempo en la casa de la manada.Su lobo se volvió excepcionalmente inquieto; solo correr parecía calmarlo un poco.Frecuentemente estaba fuera de casa, y a Isabela le encantaba tener su libertad, pasando los días en el spa o arreglándose el cabello.No tenía ni idea de cómo manejar una manada.Manuel y Marta ya no tenían a un lobo que los llevara a la academia. Antes, tratando de ganárselos, Isabela solía conseguir que se ausentaran de la escuela en secreto, para sacarlos a jugar. Así, los dos pequeños cachorros lobunos siguieron su ejemplo, faltando a la academia de lobos, escabulléndose de las clases para divertirse. Por lo que sus naturalezas lobunas comenzaron a volverse rebeldes y fuera de control.Isabela se enteró, pero no le importó en lo más mínimo.—Luna, los cachorros del Alfa han estado faltando a clases frecuentemente. Los maestros d
Perspectiva de ElioPasó todo un mes desde que Ana desapareció para que Elio siquiera notara que algo andaba mal. Había pensado que solo estaba jugando a hacerse la difícil, pero cuando se dio cuenta de que no podía localizarla, ni rastrear su familiar aroma a jazmín, finalmente se tomó el asunto en serio. Envió a los mejores rastreadores de la manada a buscarla, sin embargo, todos regresaron con las manos vacías. Contactó a los lobos con quienes Ana solía ser cercana, no obstante, nadie la había visto. Cortó el enlace mental con impaciencia, se volvió hacia su Beta y revisó la cuenta bancaria de Ana: cero gastos en la tarjeta negra que le había dado. Ana solo había tomado sus propios ahorros al irse, nada más.—Así que al final, sí tiene dignidad —se burló Elio, su orgullo negaba el dolor del vacío en su pecho—. Solo quiere que los cachorros y yo corramos tras ella, ¿verdad? Un truco infantil que no funcionará.A la mañana siguiente, en el desayuno, Manuel y Marta charlaban animadame
Último capítulo