Después de volver a nacer, cuando vi que mi pareja Nicolás Herrera trajo a casa a una mujer que conocía desde que era pequeño y que, además, estaba embarazada... yo no dije nada. Incluso fui yo la que decidió romper el vínculo con él, solo para complacerlo, ya que en realidad amaba más a esa mujer, Paloma Requena. Yo misma me encargué de organizar cada uno de sus encuentros a solas y, mientras tanto, preparaba mi partida en silencio. Hice todo eso porque, en mi vida pasada, cuando estaba a punto de morir, Nicolás todavía me echaba en cara que no hubiera permitido que la mujer con la que creció viniera a nuestra casa mientras pasaban los meses de su embarazo. En el camino, Paloma perdió al bebé y quedó estéril para siempre. Él dijo que, cuando yo muriera, estaría con Paloma y la cuidaría bien, para compensar el daño. Por eso, en esta vida, no me opuse y preferí apartarme para que él no viviera arrepentido… Pero entonces, ¿por qué después de que los dejé estar juntos, Nicolás se volvió loco buscándome por todo el mundo y rogándome que volviera?
Leer másTadeo y yo empezamos a viajar juntos y recorrimos muchos lugares. Dos años después, llegamos a la Tribu Fuegoluna y ahí nos encontramos otra vez con Nicolás. Él estaba vuelto nada. Cuando me vio, ya no estaba tan alterado como antes, solo me saludó con calma:—Aitana, cuánto tiempo… Y él es… —dijo, mirando a Tadeo. Abrió la boca como para preguntar algo, pero no le salieron las palabras.Yo, sin darle vueltas al asunto, tomé la mano de Tadeo y le mostré nuestros anillos de matrimonio.—Tadeo es mi pareja. —Luego lo presenté—: Él es Nicolás, es el Alfa de la Tribu Fuegoluna.Pero en ese momento la luz de sus ojos se apagó y me interrumpió con voz ronca.—No… ya no soy el Alfa.Me enteré de que le había dado el titulo a su hermano y que ahora Nicolás vagaba por ahí, solitario. Asentí, sin mostrar interés por su situación, y estaba a punto de llevarme a Tadeo cuando me dijo:—Aitana, yo también soñé con lo que pasó en esa otra vida.Me detuve cuando lo escuché.—Cuando desperté, sentí un
Así seguimos viajando por diferentes lugares, disfrutando cada momento. Tadeo resultó ser un guía increíble, y gracias a él descubrí muchas cosas que jamás había vivido, nuestro viaje se volvió cada vez más dulce y alegre.Cuando íbamos rumbo a otro destino turístico, vi frente a la entrada del aeropuerto a un hombre que parecía un lobo sin hogar. En cuanto me vio, se le aguaron los ojos.—Aitana, te he buscado tanto… ¡por fin… te encontré! —dijo con la voz ronca y la garganta seca.Por un instante ni siquiera lo reconocí. Le respondí, algo molesta:—¿Nicolás? ¿Qué haces aquí? —pregunté, sorprendida. En estos días había estado viajando sin quedarme mucho en un mismo lugar, y aun así había logrado encontrarme.—Aitana, ¡Aitana! —repitió varias veces, con los ojos llenos de esperanza. Pero yo, seguí empujando mi maleta.Él, persistente, me siguió, me agarró la mano con fuerza y me abrazó, estaba desesperado.—Aitana, ten un poco de compasión conmigo. Te fuiste de mi vida sin decir nada.
Después de deshacerse de Paloma, Nicolás se quedó parado en la sala, con la mirada perdida. No tenía ni idea de dónde podía encontrarme... Yo era huérfana, sin padres ni familia, y él no quería imaginar cómo me las arreglaría después de irme de la tribu.Miró a su alrededor y, por primera vez, sintió su casa vacía y extraña.Paloma había hecho y deshecho a su antojo: cambió la alfombra por una rosada porque era su color favorito, quitó la cortina de flecos que yo adoraba y puso una de gasa diciendo que los flecos eran feos, y hasta mandó fundir la escultura de lobo de plata que yo había hecho para él y la convirtió en unos adornitos pequeños.Sin darse cuenta, en la villa ya no quedaba ni rastro mío y las cosas de Paloma estaban por todas partes, como si ella fuera la verdadera dueña de la casa. ¿Por qué no se había dado cuenta antes? Incluso se había sentido orgulloso de que Paloma y yo pudiéramos convivir en paz.Sin embargo, había ignorado por completo mis sentimientos. El dolor en
Paloma se sobó la mejilla y miró a Nicolás sin poder creerlo. No entendía cómo él, que siempre la había tratado tan bien, ahora estaba furioso y se había atrevido a pegarle. De repente, se puso pálida. ¿Acaso Nicolás había descubierto lo que ella había hecho? Y sí, él le mostró el video de las cámaras de seguridad.—¿Por qué quisiste lastimar a Aitana? ¿Por qué escondiste una serpiente venenosa en la caja de regalo? Además, esa maldita serpiente casi la mata. ¡Paloma! —dijo.Nicolás estaba furioso, tanto que no se dio cuenta y le apretó muy fuerte del cuello. Paloma forcejeó sin parar; la cara se le puso roja y luego morada, hasta que él la soltó y la dejó caer en el sofá.Quedó ahí tirada como una muñeca rota, hasta que empezó a toser sin parar, como si se le fuera a salir el alma por la garganta. Llena de miedo, se arrastró hasta los pies de Nicolás, temblando y suplicando.—Nicolás, me equivoqué, perdóname, te lo ruego. Hazlo por lo que hemos vivido desde que éramos niños… y por el
Aún no me habían encontrado, pero Nicolás se topó con algo que no esperaba. Mientras buscaba grabaciones de seguridad para seguir mi rastro, el dueño de la casa de subastas le envió un video y, sin aguantarse, le dijo:—Alfa Nicolás, tu amante tiene muchos secretos, ten cuidado. Puedes divertirte con ella, pero no dejes que te engañe.Nicolás le respondió, confundido:—¿Qué carajos estas diciendo? Paloma es mi hermana, no mi amante. Mi pareja es Aitana, y nadie más.El dueño de la subasta lo miró como si estuviera hablando con un ingenuo.—Toda la tribu sabe que tu relación con ella no es normal. ¿Quién va a creer que son solo hermanos? Y, además, está claro que ella no te ve como un hermano.Un mal presentimiento le recorrió el cuerpo a Nicolás. Y, en efecto, cuando vio el video, se quedó paralizado. En la grabación de la subasta se veía claramente cómo yo compraba una pulsera de rubí carísima y la guardaba dentro de una caja de regalo.Nicolás reconoció al instante esa caja: era la q
Certificado de divorcio… Nicolás casi no podía creer lo que veía, le estaba temblando la mano con la que sostenía el papel. Rápidamente lo abrió y ahí estaba el sello del ayuntamiento. La fecha de solicitud coincidía justo con el día en que llevó a Paloma a la casa. Sintió que el mundo se le venía encima.—Aitana, ¿me estás tomando del pelo? ¿O quieres provocarme? —dijo con los dientes apretados.Subió furioso a la habitación y, cuando abrió la puerta, se quedó paralizado. Todas mis cosas habían desaparecido. El tocador estaba vacío, la mitad del clóset también, y en el baño no había ni rastro de mis cremas y jabones.Pensó que estaba alucinando, pero después de revisarlo varias veces tuvo que aceptar que era verdad. ¡Yo había terminado con él y me había ido! Se quedó parado recordando cuando firmó los papeles del divorcio. Él no lo habría aprobado, ¿cómo podía haberse hecho válido? El pánico lo invadió. Con las manos temblorosas, sacó el teléfono y me llamó. Pero yo ya lo había bloq
Último capítulo