Abrí los ojos de nuevo, la luz blanca y fuerte me hizo entrecerrarlos.
El fuerte olor a hierbas desinfectantes llenaba mi nariz, y el pitido constante del monitor cardíaco indicaba que mis signos vitales eran estables, por ahora.
—¿Estás despierta? —Un anciano sanador perteneciente a la manada, se acercó para revisar mis pupilas—. Tu columna está gravemente dañada y tienes tres costillas rotas. Por suerte, tus instintos de lobo sanador son fuertes y protegieron tu corazón. Además, te trajeron rápido. De no ser así… quizás nunca habrías podido transformarte de nuevo, incluso podrías haber quedado paralizada.
Miré al techo blanco, con los últimos momentos antes de la caída del ascensor repitiéndose en mi mente.
Elio escogió salvar a Isabela sin dudarlo. Y cuando el metal retorcido cayó sobre mí, ni siquiera miró atrás.
Intenté moverme, pero un dolor agudo se disparó desde mi pecho y espalda, extendiéndose por todo mi cuerpo. Pero extrañamente, me sentí tranquila por dentro, ni siquiera p