Perspectiva de Isabela
Después de ese día, Elio a menudo usaba lo de “estar ocupado con el trabajo” como excusa, y gradualmente pasaba menos tiempo en la casa de la manada.
Su lobo se volvió excepcionalmente inquieto; solo correr parecía calmarlo un poco.
Frecuentemente estaba fuera de casa, y a Isabela le encantaba tener su libertad, pasando los días en el spa o arreglándose el cabello.
No tenía ni idea de cómo manejar una manada.
Manuel y Marta ya no tenían a un lobo que los llevara a la academia.
Antes, tratando de ganárselos, Isabela solía conseguir que se ausentaran de la escuela en secreto, para sacarlos a jugar. Así, los dos pequeños cachorros lobunos siguieron su ejemplo, faltando a la academia de lobos, escabulléndose de las clases para divertirse. Por lo que sus naturalezas lobunas comenzaron a volverse rebeldes y fuera de control.
Isabela se enteró, pero no le importó en lo más mínimo.
—Luna, los cachorros del Alfa han estado faltando a clases frecuentemente. Los maestros d