Perspectiva de Elio
Bajo la influencia de Isabela, los sirvientes en la casa de la manada fueron dejando de prestarle atención a los dos cachorros.
No solo dejaron de llevarlos a la academia lobuna, sino que poco a poco dejaron de prepararles las comidas especiales y nutritivas que requerían los cachorros lobunos. Solo podían comer algunas sobras después de que Isabela terminaba su propio alimento.
La desnutrición empezó a hacer que el pelaje de Manuel y Marta se volviera opaco y sin vida.
En su oficina, Elio atendía unos asuntos de negocios cuando su teléfono vibró, era el mayordomo.
—Alfa, Manuel tiene fiebre, 39,2 grados. Estamos muy preocupados de que le pueda pasar algo malo… la temperatura anormal en un cachorro puede afectar el desarrollo de su lobo…
El ceño de Elio se frunció. —¿Han llamado a un sanador?
—Sí, pero la señorita Isabela dijo que no hay prisa… ella… fue a una fiesta.
—¿Qué? —La expresión de Elio cambió al instante, y su voz se tiñó con la furia característica de un