En el quinto año de mi vínculo con el Alfa Tomás, su amor de infancia, Beatriz Beltrán, apareció en todos los tabloides del territorio. Embarazada. Sin pareja. Y acusada de haber destrozado el lazo de otra unión. Los rumores llegaron como una emboscada de un lobo renegado. Pero fue su reacción lo que verdaderamente me destrozó. —El padre de Beatriz me salvó una vez. —Dijo. —Ella no tiene manada, ni familia. Todo lo que ha conseguido… lo logró con sus propias garras. Sola. Mis dedos se aferraron con más fuerza a la prueba de embarazo escondida en mi bolso. —Y la única manera de protegerla ahora, —continuó sin siquiera mirarme a los ojos, —es casándome con ella. Debo reclamar al cachorro como mío. —¿Y qué hay de mí? —Pregunté, apenas un susurro. La voz se me quebró. La Manada Fuego Solar y la Manada Colmillo Dorado —mi manada— habían sido aliadas por más de un siglo. —¿Cómo voy a explicar este rechazo repentino a mis padres? ¿A mi manada? ¿A los ancianos? Todos saben que tenemos un vínculo de pareja. Tomás inhaló con fuerza. —Diles que siempre fue un arreglo por conveniencia. Que nunca hubo amor verdadero entre nosotros. Mi loba mostró los dientes al escuchar eso. Él tuvo el descaro de apartar la mirada. —Cuando pase la tormenta mediática, iré por ti. Te traeré de vuelta a la Manada Fuego Solar y te daré la boda grandiosa que mereces. Lo miré fijamente. Este Alfa… ¿en serio me estaba diciendo que se casaría con otra loba, reclamaría a su cachorro, me dejaría destrozada por el chisme y la especulación de las manadas, y luego qué? ¿Me ofrecería su matrimonio como si fuera un acto de caridad? Mis dedos temblaron, deseando lanzarle la prueba de embarazo. Pero no lo hice. Me reí. Durante tres años, había sido la mujer a la que él descartaba—una y otra vez. Y ahora, hasta mi matrimonio sería sacrificado por ella. Entonces lo sentí, como una daga helada clavándose en mi pecho: era hora de dejarlo.
Leer másVolví a ver a Tomás mucho tiempo después de que todo hubiese terminado.Ocurrió durante una gran y romántica confesión—una de esas que iluminan el cielo nocturno.Tres palabras centelleantes cruzaron el firmamento como si la misma Diosa de la Luna nos hiciera pareja:«Graciela, te amo».Parpadeé al leer el mensaje, con el corazón golpeando fuerte. La última chispa se apagó, y bajé la mirada hacia el hombre que tenía frente a mí.Alfa Lorenzo. Mi Lorenzo. Normalmente lleno de arrogancia y sonrisas pícaras, ahora se tironeaba del cuello de la camisa con nerviosismo, como un cachorro sorprendido colándose en una reunión de lobos de alto rango.—Bueno, ¿Alfa Lorenzo? —Bromeé, alzando una ceja.—¡Dilo! ¡Dilo ya!—¡No te acobardes ahora, Lorenzo!—¡Encendimos fuegos artificiales para esto!Nuestros amigos gritaban desde un lado, e incluso algunos lobos se habían detenido a mirar. Teléfonos en alto. Sonrisas por doquier.Pero mi loba… se tensó. Apenas. Un cambio sutil en el viento trajo su ar
Mi hermano no preguntó qué había dejado para Tomás. Sabía que no se lo diría.La verdad era que no podía.Si alguna vez descubriera lo del cachorro que perdí —ese cuya existencia fue negada por el hombre que prefirió una mentira ajena a nuestra verdad—, perdería el control. Y yo no quería que incendiara el mundo. Aún no.La noche en que terminé en el hospital… dioses. Todavía recuerdo el olor a cloro y sangre. Estaba acurrucada en esa cama demasiado blanca, con mi loba gimiendo en lo más profundo de mí, mientras Tomás —mi supuesto compañero de alma— paseaba a Beatriz como si nada.Ni un mensaje. Ni una maldita palabra.Y fue entonces cuando lo entendí.Para él, yo era desechable.Quizás para él ambos lo éramos. Yo y el cachorro.Mira, cuando alguien es amado de verdad... se vuelve temerario.Beatriz se atrevió a fingir un embarazo para atrapar a un Alfa.Y Tomás se atrevió a ignorar la posibilidad de que yo estuviera embarazada solo para perseguir su mentira blanca.En la caja fuerte,
Los ojos de Tomás se abrieron con incredulidad ante mi petición.Jamás pensó que hablaría con tanta firmeza.Pero no lo dije esperando una respuesta.El mundo era grande, y yo no era una omega indefensa sin respaldo ni garras. Nací en la Manada Colmillo Dorado, entrenada por mi hermano, un lunático con alma de comandante, y criada por una Luna que una vez mató a un renegado con un tacón de aguja. ¿Evitar a mi ex? Por favor. Era lo más fácil de ser yo.Me di la vuelta y me alejé sin mirar atrás.El sol estaba cálido, la brisa suave: un día perfecto para comenzar un nuevo viaje.Tomás siempre había supuesto que después del divorcio, volvería a la Manada Colmillo Dorado, esperando pasivamente a que viniera a buscarme.Lo que no sabía era que... bueno, el perdón no era precisamente una tradición en mi familia. Especialmente para mi hermano, Damián, cuya idea de “justicia” solía implicar explosivos y francotiradores.No me metía en sus planes. Asuntos de familia, ya sabes.Cuando llegué a l
El día en que se finalizó el divorcio amaneció claro y luminoso, con la luz del sol atravesando las nubes y calentando nuestra piel.Todo transcurrió sin contratiempos. Yo había dejado la división de bienes completamente en manos de mis abogados. En cuanto a las pertenencias de la villa, mi organizadora personal las manejó bajo una única instrucción: vender todo lo que Tomás me hubiera regalado, joyas, propiedades, lo que fuera, y depositar el dinero en mi cuenta.Guardé el acta de divorcio en mi bolso y me giré para marcharme tras una breve despedida.Tomás intentó alcanzarme; su mano se quedó suspendida en el aire antes de caer.—Graciela, tenemos que hablar. Aquel día en el hospital... no quise dejarte esperando. Había reporteros; no era el momento para que nos vieran juntos.Sus palabras salieron atropelladas.—¿Sigues enojada? He estado saturado... El embarazo de Beatriz ha sido difícil para ella. Los rumores en línea la tienen deprimida, y está aterrada de que la deje por ti.—Gr
El tiempo transcurrió en silencio en casa.Deliberadamente evité todas las noticias relacionadas con él. Cada vez que su nombre aparecía en los foros de la manada o en algún titular exagerado —«El alfa Tomás y su pareja modelo dan la bienvenida a un cachorro misterioso»— simplemente deslizaba más rápido la pantalla.En cambio, me enfoqué en prepararme para mis estudios en el extranjero. La universidad de la Manada Corona Sombría no era solo una escuela; era el centro para cada cambiaformas ambicioso con cerebro y linaje. Estaba lista para volver a empezar.Una semana antes de que se finalizara el divorcio, estaba acurrucada en mi cama con un libro en la mano.Entonces vibró mi teléfono.Un mensaje de un número que debería haber borrado hace lunas.—¿Dónde estás?—Me quedé mirando la pantalla y luego dejé el teléfono boca abajo en la mesita de noche. Que se quede con la duda.Otro zumbido.—No olvides que tenemos cita en el registro civil.—Aun así, no respondí.Ambos sabíamos qué día e
Cuando salí del aeropuerto, percibí el aroma familiar antes de siquiera verlo.Mi hermano, el alfa Damián.Con el teléfono pegado al oído, estaba recargado en su camioneta SUV negra mate.En cuanto me vio, sus ojos se fijaron en los míos y una sonrisa lenta se dibujó en su rostro. Sin decir nada, estiró la mano y despeinó mi cabello como si aún fuera su hermanita, esa que solía morder las patas de la mesa en las noches de luna llena.—Sí, acaba de aterrizar. —Decía al teléfono. —No le he preguntado todavía… Déjala descansar, fue un vuelo largo… No te preocupes. Pronto estaremos en casa.Colgó y miró el pequeño bolso que colgaba de mi hombro. Alzó una ceja.—¿Eso es todo lo que trajiste? ¿Te dejó sin nada?Bufé. —Por favor. Si alguien se fue con las manos vacías, fue el alfa Tomás.Tal vez había perdido mi título, mi lugar en la Manada Fuego Solar y alrededor del noventa por ciento de mi dignidad, pero las propiedades… Me fui con las garras llenas.Tomás renunció a casi todo. Aparte de
Último capítulo