Luego de dos años de matrimonio Gladys Bustamante perdió su apellido por la avaricia, su dinero por la envidia y su esposo le pidió el divorcio por su amante. Dos años después Gladys regresa con su hija en búsqueda de retomar lo que alguna vez fue suyo sin saber que ahora el hombre que alguna vez despreciaba su amor ahora es un hombre que muere por ella: arrepentido su ex esposo vuelve para reconquistarla. Juan Pablo Villareal, endemoniadamente atractivo, el director ejecutivo de una empresa del sector agrícola de Colombia de renombre y prestigio, calla o te destruyo, una presencia impotente por el poder que logró construir desde joven es el hombre que se convenció de nunca amar a Gladys Bustamante. Creía que tenerla atrapada durante su matrimonio sería su venganza por haberle arrebatado su felicidad. Sus ojos que antes despreciaban a Gladys ahora brillan por ella, el corazón que se volvía piedra por verla tiembla ahora con su presencia, pero ahora es tarde. Muy tarde. Lo que fue alguna vez desprecio y odio se vuelve una obsesión, un desvelo, un deseo para Juan Pablo quien no está dispuesto a perderla por más que su ex esposa sea quien ahora lo desprecie y lo odie. —Te lo daré todo, lo juro. Pero te ruego, te suplico y te imploro…que me perdones. —¡Yo perdonarte! —ella se echa a reír con burla al interrumpirlo. Sus ojos centellean odio—. Lo único que voy a aceptar es tu muerte por haberme hecho tanto daño. —Volveré a ser tuyo. Eso te lo juro, pero ahora muero por hacerte mía —Juan Pablo la interrumpe con un beso apasionado.
Ler maisCAPÍTULO 1
—Esmeralda Torres es la amante de tu esposo. Y ella le acaba de dar el hijo que tú nunca pudiste —exclama tajante Josefina Villareal. Se pone de pie—. ¿Lo ves? Juan Pablo jamás te amó y te convenciste de eso. No le has dado un hijo y ella, por lo menos, lo hizo padre.
—E-esto no es verdad. Dios Mío. Esto no es verdad —Gladys Bustamante tartamudea. El aire se le va de los pulmones con las imágenes que su suegra le acaba de entregar—. ¡¿Qué es esto?! Juan Pablo, é-el…¡Él no pudo hacerme esto! —Gladys se toma del vientre—. ¡¿Quién les dio estas fotos!? ¿Son falsas!
— Esmeralda si es una mujer de verdad. Tú solo lo distrajiste. No eres nadie en esta vida, ni en esta familia. No sé qué pensaba mi hijo al casarse contigo —su suegra le exclama—. Quiero que te divorcies de mi hijo ahora-
Gladys lanza las fotos a un lado y corre a la puerta de la oficina.
—Eso no es verdad. Juan Pablo me ama, yo lo amo a él. Esto es mentira —Gladys enerva del dolor—. Usted nos quiere ver a mí y él separados. ¡Pero esto no es verdad! —no espera un segundo más para correr hacia la oficina de su esposo.
Dos años de matrimonio. Dos años donde el corazón frío de Juan Pablo Villareal ha permanecido inquieto, frívolo e indiferente con ella. Este matrimonio lo quiso desde siempre. Juan Pablo amaba a otra mujer antes que ella. A Esmeralda. Y éste matrimonio sólo empeoró su relación. Gladys tenía la certeza que podría amarla de vuelta, de olvidar su antiguo amor. ¿Es justo? ¿¡Es justo todo esto?! Logra ver al hermano de Juan Pablo afuera de la puerta de la oficina de su esposo.
—¿Gladys? ¿Qué vas a hacer? —él pregunta palideciendo.
Pero Gladys lo empuja y abre la puerta de la oficina. Sus manos dejan la puerta, sus piernas tiemblan, y el amor que alguna vez creyó que podía alcanzar se quiebra en mil pedazos. Su corazón se quiebra en dos. Gladys abre los ojos hasta más no poder y se lleva la mano a la boca.
—¿Juan Pablo…? —pronuncia Gladys cuando finalmente lo sabe.
Su esposo besando a la única mujer que le ha hecho la vida imposible. Su amante. Esmeralda. Aquí, frente a todos los demás, delante de todos, dejándola en un precipicio sin salida.
—Juan Pablo —el corazón de Gladys se quiebra—. ¡¿Qué estás haciendo?! ¡¿Cómo pudiste?!
Finalmente, su esposo se da la vuelta, rompiendo el beso. Cuando sus ojos se encuentran, los frívolos de Juan Pablo se oscurecen más y más, como siempre fue. En todo éste matrimonio jamás la vio con amor. Su mirada fue un constante veneno de rencor.
—¿Qué haces aquí? —Juan Pablo arremete con desdén.
—¡¿Qué hace ella aquí?! ¿Cómo puede besarla? ¿Cómo puede traer a tu amante? —Gladys se acerca dispuesta a lanzarse contra Esmeralda—. ¡¿Cómo puedes meter a tu amante delante de mí?!
Juan Pablo le toma la mano a Gladys y así, ambos se miran a los ojos ebullendo uno de dolor y el otro de desprecio.
—Sal de aquí, Esmeralda.
Esmeralda sólo sonríe cuando Juan Pablo la defiende, y mira a Gladys con triunfo. “Yo gané, yo siempre gano.” Son los pensamientos de Esmeralda cuando Gladys la observa, tratando de quitarse a Juan Pablo de encima para quitarle esa sonrisa del rostro.
—¡¿Cómo pudiste?! —Gladys lo empuja—. ¡Meter a tu amante a mi empresa!
—Eres una mentirosa —Juan Pablo la sorprende. De los escritorios saca un papel y lo lanza al piso. Gladys, desconcertada, no puede entenderlo.
—¿De qué hablas? —balbucea Gladys—. ¿Qué son estos papeles? ¿Por qué me cambias la conversación?
—¡Eres una mentirosa! ¡Tu abuela es una mentirosa! ¡Huérfana y sin herencia! Tu abuela te casó conmigo a base de mentiras, creyendo que eras billonaria. ¡No eres más que una ladrona!
—¿¡De qué hablas?! —Gladys palidece, mirando los papeles—. Yo soy la heredera de mi compañía, la única Bustamante de mi familia. Lo soy yo. ¿Cómo puedes…?
—¿Así que esos papeles son falsos? ¿El acta de tu nacimiento es falso? Tu propia abuela lo falsificó porque la verdadera dueña del apellido Bustamante es Esmeralda.
Gladys deja caer los papeles al suelo, retrocediendo. Mente y cuerpo colapsan al suelo y Juan Pablo la agarra del brazo.
—Es mentira…
—Cómo te odio, Gladys…—Juan Pablo exclama—. Arruinaste mi vida, me arruinaste la vida desde que te casaste conmigo. Cada segundo de mi existencia soy un miserable. Irás presas por extorsión y falsificación de documentos. No eres heredera de nada, no eres billonaria, no tienes un apellido. No eres nadie ahora.
—No digas eso —Gladys solloza, en el suelo y negando una y otra vez—. No soy una mentirosa, mi abuela tampoco. ¡Mi abuela murió en coma y no puede decir defenderse y decir que esto es mentira! Esmeralda miente. ¡Ella miente! Tienes que creerme-
—Basta.
—Juan Pablo —Gladys lo toma de las muñecas—. ¡No miento! ¡No tengo a nadie! ¡Sólo te tengo a ti! ¡¿Cómo puedes desconfiar de mi cuando soy tu esposa?!
—Mi esposa por obligación. Herencias juntas para que cada uno herede así como lo estipula nuestros contratos. Ahora anulo por completo nuestro contrato de matrimonio.
—¿Divorcio…? —Gladys se toca el vientre—. Es imposible, Juan Pablo. No me pidas el divorcio. ¡No lo hagas! ¡Esmeralda miente! ¡Ella no es ninguna heredera de mi fortuna! ¡No es una Bustamante! ¡Juan Pablo! —cuando se levanta a tambaleos para tomar a su esposo de la muñeca, Juan Pablo se da la vuelta—. ¡No creas eso!
Las puertas de la oficina de su marido se abren de par en par. Un oficial que ya conoce y el mismo abogado que los casó dos años atrás los acompaña. Gladys no puede creerlo.
—Acompáñeme, señora Villareal. Todo lo que diga será usado en su contra —el oficial indica. Sólo así, Gladys se da cuenta que su pesadilla acaba de comenzar.
—Juan Pablo —súplica Gladys cuando intenta tomar su mano. Antes de tocarla, el oficial la arrima hacia atrás para esposarla—. ¡Juan Pablo, no dejes que me lleven! ¡No me dejes sola tú también! ¡Me están difamando! ¡No soy una mentirosa! Juan Pablo.
Su esposo se da media vuelta. Algo en los ojos de Juan Pablo centellean, ¿Quizás arrepentimiento? ¿Alguna duda? Pero no. El amor por Esmeralda Torres es más fuerte que cualquier sentimiento por haber y por existir. Él jamás amó a Gladys.
—Firma los papales del divorcio —Juan Pablo ordena—, porque ahora pagarás por tus mentiras.
La primera lágrima de Gladys desciende por sus mejillas. Sale esposada de la oficina casi sin aire, sin vida. ¿Qué se supone que está haciendo? ¿¡Qué le están haciendo?! ¿Quién fue capaz de hacerle algo así cuando nada ha hecho?! Oh, Dios Mío. Esto no poder. Tanto es su desesperación y llanto que colapsa al suelo. Así sin más. Su esposo tiene un amante y le tuvo un hijo. Le quitan su apellido, la dejan sin anda y ahora vivirá en prisión cuando es inocente.
Una vez abre los ojos, agotada, dándose cuenta de lo que ocurrió y sola, Gladys trata de ponerse de pie en la camilla.
—Señora —pronuncia una enfermera de inmediato—. No haga esfuerzo.
—¿Dónde estoy…? —Gladys solloza—. ¿Qué es este lugar?
—Es la reclusión de mujeres. Estamos en el hospital, pero cuando se recupere, su juicio empezará —la enfermera mira su vientre—, y más porque su bebé apenas tiene dieciséis semanas de embarazo.
Gladys deja de llorar.
Abre tanto los ojos que cree que saldrán de sus cuencas.
—¿Qué fue lo que dijo…?
—Señora, ¿No lo sabe…? —la enfermera frunce el ceño—. Usted está embarazada.
*Dos años después*Cuando Juan Pablo Villareal dijo Sí, Acepto, a Esmeralda Torres nunca creyó que el amor de su vida resultaría ser la mujer que más odiaría. O al menos, es lo que la vida misma se ha encargado de demostrarle. Esmeralda jamás fue la mujer que creyó que sería.Dos malditos años.Dos años desde la última vez que vio con vida a Gladys. ¿O acaso lo imaginaba?Dos años desde que Juan Pablo se dio cuenta a la fuerza y a los golpes que quizás, su vida se volvió un infierno desde que dijo el Sí al divorcio con Gladys Bustamante. La única mujer en su vida que no era como las demás, a quien más menosprecio, y quien sufrió su indiferencia hasta que fue muy tarde.Dos años, y todavía sigue creyendo que lo que vio aquella mañana como una mujer irreconocible fue sólo un sueño.—Juan Pablo —y la voz de su esposa, su nueva esposa, le hace salir del ensueño. Esmeralda Torres, la mujer de la que estuvo enamorado por tanto tiempo es quien exclama desde el otro lado de la mesa del salón
Podría reconocerlo hasta el fin del mundo, hasta que dejase de respirar reconocería a quien alguna vez amó. El ser más despreciable de éste mundo. Sólo necesita verlo unos cuántos segundos, fijos en sus ojos azules, para saber que el mismo hombre que la hundió es el mismo que la mira con fijeza.—¿Gladys?Gladys retrocede otra vez, ignorando cualquiera de sus llamados porque recuerda cómo besaba a Esmeralda, como le decía que a ella nunca la amaría. Mientras su corazón se rompe, Gladys aprovecha la parada de un autobús al sentido contrario. Corre hacia ese autobús sin mirar atrás.—¡¿Gladys?! ¡Gladys, espera! ¡Soy Juan Pablo!Gladys sube los escalones del autobús y desesperada le grita al conductor.—¡Conduzca, se lo ruego! —exclama. Por su consternación y agobio el conductor salta en su asiento y acelera. Gladys abraza con más fuerza a su bebé, oyendo los gritos de Juan Pablo persiguiendo prácticamente el autobús.—¡Gladys! —ruge Juan Pablo al correr tras el autobús—. ¡Para éste carr
Todavía no puede ir a su celda, así que Gladys permanece en la habitación tomando reposo todavía con su bebé en brazos. Tiene un día de nacida, y ya tiene los ojos abiertos.Si no decayó en la miseria ni murió dentro de prisión por la tristeza fue por su bebé, con sangre Bustamante. Su heredera.Esmeralda Torre usurpa el poder con un criterio falso, con mentiras. Se lo quitó todo, su familia, su abuela, su dinero, su apellido. Pero no le quitará a su hija lo que le corresponde por ley. Todos estos meses sólo funcionaron para trazar un plan a su regreso. Pretende no solo demostrar la verdad, sino también humillar a todo aquel que se atrevió a desconfiar de ella, y de su abuela.Cuando pase la semana, tendrá que volver a su celda. Los tres años deben pasar rápido. Además, tiene una hija a la cual criar fuera de esta oscuridad. Cierra los ojos un momento mientras su bebé duerme en sus brazos. A la habitación entra Fabiola junto a la misma jueza que dijo su sentencia meses atrás.—Felicid
Gladys se tapa los labios con ambas manos, sollozando en el suelo y con las manos en su vientre. ¿Cómo es posible que le hayan hecho esto?¿Embarazada?Ella y Juan Pablo en todo su matrimonio sólo estuvieron una vez juntos…las fechas coinciden, ella no se cuidada. Sucedió en un arrebato de cólera de Juan Pablo, en silencio, en la cena, cuando ella llevaba un simple vestido ajustado y le servía la cena. No sabe lo que sucedió, cuando a Juan Pablo ya lo tenía besándola, y besándola de una forma ardiente, sensual. La hizo suya ahí mismo, en la mesa. Ambos terminaron en una capa de sudor y Gladys apenas pudo moverse de donde estaba. Era la primera vez que estaba con su marido que por mucho tiempo actuó indiferente.Y no pensó en cuidarse.Ahora en su vientre…Gladys tiembla de pies a cabeza. Dentro de la habitación que se encuentra, pequeña y algo oscura, entran a la pieza un dúo de oficiales que en su mirada borrosa son dueños de su ansiedad y preocupación. Gladys lagrimea en silencio po
CAPÍTULO 1—Esmeralda Torres es la amante de tu esposo. Y ella le acaba de dar el hijo que tú nunca pudiste —exclama tajante Josefina Villareal. Se pone de pie—. ¿Lo ves? Juan Pablo jamás te amó y te convenciste de eso. No le has dado un hijo y ella, por lo menos, lo hizo padre.—E-esto no es verdad. Dios Mío. Esto no es verdad —Gladys Bustamante tartamudea. El aire se le va de los pulmones con las imágenes que su suegra le acaba de entregar—. ¡¿Qué es esto?! Juan Pablo, é-el…¡Él no pudo hacerme esto! —Gladys se toma del vientre—. ¡¿Quién les dio estas fotos!? ¿Son falsas!— Esmeralda si es una mujer de verdad. Tú solo lo distrajiste. No eres nadie en esta vida, ni en esta familia. No sé qué pensaba mi hijo al casarse contigo —su suegra le exclama—. Quiero que te divorcies de mi hijo ahora-Gladys lanza las fotos a un lado y corre a la puerta de la oficina.—Eso no es verdad. Juan Pablo me ama, yo lo amo a él. Esto es mentira —Gladys enerva del dolor—. Usted nos quiere ver a mí y él s
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