7. La pesadilla de los Villareal
Gladys jadea como si le hubiese faltado toda una vida el aire en los pulmones. En soledad, con su maquillaje ya estropeado se da cuenta de lo que acaba de pasar. Juan Pablo…luego de todos estos años. ¿Esto es un sueño…? ¡No! ¡Es el hombre qué más odia…!
Gladys sale del ascensor con la intención de regresar al hotel. Ya tendrá cómo pedirle disculpas al señor Hilberto por lo que sucedió allá arriba. Mientras se coloca el primer tacón se tambalea con el agarre fuerte en su codo. Gladys se gira.
—¿Qué carajos haces tú aquí y no es una prisión cumpliendo tu condena, mosquita muerta?
El silencio de Gladys dura unos segundos porque Esmeralda Torres es la mujer que se ensaña en su agarre y aumenta la presión en busca de lastimarla. Gladys se zafa de ella.
—Desgraciada —pronuncia Gladys con asco—. Así te quería ver.
—¿Así me querías ver, lunática? Yo quería verte a ti pudriéndote en la cárcel —Esmeralda se acerca a ella—. No te quedo en claro que no eres acepada aquí, bien. Me va a tocar recor